«Me encuentro con Andoni y con Iñigo en el mismo bar, pero solo me altero con uno...»
En este reencuentro, acepto ir a la fiesta de Halloween que celebra Iñigo en su casa con unos cuantos amigos
Karri Bilbao
Viernes, 31 de octubre 2025, 01:38
Víspera de Halloween, nos citamos en Las Arenas para comer un menú rico en el Premierk, restaurante acogedor ubicado en la calle Las Mercedes donde ... se come de maravilla gracias a la calidez y profesionalidad tanto de su dueña como de los integrantes de su equipo. Telarañas, calaveras, murciélagos y figuras terroríficas pueblan cada rincón del local, por eso no se nos ocurre mejor lugar para cambiar de aires e introducirnos en la magia de estas fechas.
Sentadas a la mesa, las cinco congregadas debatimos sobre cómo han cambiado los tiempos desde que éramos niñas. Entonces, el uno de noviembre se respiraba luto por doquier y eran días solemnes con olor a flores, vestimentas oscuras y visitas al cementerio en tropel para honrar a los difuntos. La influencia americana y el cine han transformado costumbres y colonizado con calabazas y seres mágicos escaparates de comercios y establecimientos de ocio. Ane opina que la frivolidad ha banalizado y vencido a la tradición católica tanto en éstas como en muchas otras fechas. Izaskun y Lidia coinciden en que bienvenida sea la alegría que espanta la nostalgia. Nahia y yo pensamos que viejas y nuevas costumbres son compatibles siempre que ambas se vivan con respeto.
En los postres nos ponemos al día antes de decidir cómo continuar la tarde. Lidia cuenta que se ha desinflado la ilusión por su compañero de oficina y que el idilio en la sombra hace aguas desde hace un par de semanas. Ninguna le sermoneamos con la frase que nos ronda a todas por la cabeza, pero nuestros ojos transparentan que a nadie pilla por sorpresa. Ahora la clave está en cómo evolucionará o degenerará la historia clandestina. Complicado panorama cuando conviven ocho horas diarias en el despacho de abogados. Le deseamos suerte y mucho ánimo en la etapa vital que inicia.
En el Cosmo encontramos mesa en la terraza y, entre una cosa y otra, nos dan las siete. Continuamos ronda en el Zotz, donde el ambiente nunca defrauda y nos mezclamos entre las cuadrillas que allí se juntan. Ane lo frecuenta a menudo y conoce a varios por la ikastola. Saluda a un matrimonio que suma décadas de convivencia y, en apariencia, perdidamente enamorados. Una rareza en nuestra realidad cotidiana, coincidimos en verbalizar las cinco. Ya son las ocho y media, hora de decidir qué hacer; si permanecer por Getxo o regresar en metro a Bilbao. Por unanimidad optamos por continuar en Las Arenas y dar una oportunidad al Comercio. La idea no me agrada en absoluto porque me recuerda a tiempos de Andoni y nuestro reencuentro sin futuro, pero no digo nada y nos encaminamos hacia allá.
En la entrada nos topamos con la cuadrilla de Andoni. Ha sido mentarle y aparecer como si se tratara de un conjuro. Nos saludamos sin entusiasmo, roto el hechizo que me mantuvo encandilada a él durante meses. ¡Sorpresa! En el interior también está Iñigo acompañado por dos amigos, sin la chica que le besaba la madrugada del sábado en el Casco. Cruzar miradas me altera, confieso. Dice con una sonrisa pícara que encontrarnos en sitios dispares no puede ser fruto del azar sino del destino, que nos pone a uno frente al otro para unirnos. Río ante su ocurrencia. Pienso que es majo y que nada pierdo si a la tercera me pide el número de móvil para conocernos. Mañana celebra Halloween en su casa con unos cuantos amigos. Pregunta si me gustaría sumarme con alguna amiga. Y le digo que sí sin pensármelo dos veces. Allí nos veremos…
Nhoa, disculpa mi ausencia al posible encuentro. Difícil concretar con días de antelación y de esta manera. En una semana hará un año que nos leemos y algo tendremos que idear para festejar el aniversario…
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