Voluntarios y trabajadores de la DYA: «Esta crisis nos ayudará a superarnos; tenemos arraigo en la sociedad»
La solicitud de la organización de entrar en un concurso de acreedores de continuidad no altera la rutina de sus empleados y colaboradores, centrados en «trabajar donde se nos necesite»
La Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) lleva cerca de un año lidiando con el escándalo por el supuesto desvío de sumas millonarias de dinero ... a otras empresas. La actual directiva judicializó las presuntas irregularidades, que atribuyen a su anterior presidente, Fernando Izaguirre, exlíder del PNV de Galdakao que dimitió el pasado marzo de su cargo de director de Emergencias del Gobierno vasco al saltar a la luz la investigación. La organización fundada en 1966 por el doctor Usparitza ha presentado la solicitud para entrar en un procedimiento concursal de «continuidad».
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La entidad benéfica busca resolver así las graves dificultades económicas por las que atraviesa; que las herramientas legales que ofrece la figura del concurso de acreedores permitan ordenar la situación de la entidad y garantizar su supervivencia para continuar con su labor solidaria. Están lastrados por los 4,6 millones de euros que adeudan a la multinacional Eulen por la compra de Can Padró, un centro de adiestramiento de bomberos y personal de emergencias ubicado en Cataluña y que derivó en un fiasco económico (desde 2009 se han gastado más de 3 millones de euros y se devolvieron las instalaciones).
La decisión de los actuales responsables de la ONG no ha mermado la confianza de los trabajadores y voluntarios en el proyecto de la DYA. En la sede de Garellano siguen la actividad entre mensajes de «optimismo». Porque, si algo tienen claro empleados y colaboradores, es que «esta crisis nos ayudará a superarnos». Saben además que la asociación de las chaquetas amarillas es un emblema en Bizkaia, que hay «arraigo en la sociedad», una sociedad que, agradecen, está «respondiendo» ahora que la organización es la que necesita ayuda.
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Marta Goitia Casi seis años en la DYA
«La gente sigue creyendo en nosotros y eso nos ayudará a seguir»

Marta Goitia ha pasado muchas noches en vela. No ahora, sino cuando empezó como voluntaria de la DYA en 2017. Cuando Bizkaia dormía, ella estaba al otro lado del teléfono del servicio de teleasistencia BetiOn, atendiendo a las personas mayores que tenían algún problema. Ella está «tranquila» con el futuro de entidad benéfica, en la que ahora trabaja como operadora. «La gente sigue viniendo, y nos dicen que si necesitamos cualquier cosa, les llamemos para echar una mano», asegura.
Por eso saca una lectura positiva de lo que está viviendo la ONG: que la sociedad «sigue creyendo en nosotros», algo que «nos ayudará a seguir». «Optimista», lamenta que «estamos acarreando un problema de hace años», y no esconde que está «con ganas» de que se resuelva la situación económica del colectivo. Insiste la joven, que además estudia Enfermería, por lo que se suele montar en la ambulancia «como voluntaria» para labores de apoyo y para aprender, en que «todos estamos poniendo el hombro para sacarlo adelante». «Tenemos que quedarnos con las cosas buenas», lanza.
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Nieves Iglesias 20 años como socia
«Llevo como socia 20 años y desde el terremoto de Turquía vengo a ayudar todos los días»

Nieves Iglesias y su marido llevan 20 como socios de la DYA, ayudando a la entidad benéfica con 80 ó 100 euros al año. Lo hacen orgullosos, convencidos de lo importante que es la labor solidaria de la ONG.
Nieves se jubiló hace 5 años y ahora tiene mucho más tiempo libre. Tal vez por eso no lo dudó cuando vio las imágenes del devastador terremoto de Turquía y Siria. Se plantó en la sede de la DYA con varias cajas de ropa, mantas y edredones y les hizo una pregunta a los trabajadores y voluntarios del almacén: '¿Puedo ayudar en algo?'
Le dijeron que sí, que necesitaban ayuda para gestionar la avalancha de ayuda que han recibido de la sociedad vizcaína. Desde entonces acude todos los días a echar una mano en lo que puede.
El caso de Nieves simboliza la adaptación de la DYA a los «nuevos tiempos», que implica también un cambio en el perfil del voluntariado. Ya no se prima que se tengan conocimientos sanitarios, como sucedía cuando la labor de la entidad estaba orientada a la atención de accidentes en carretera. Lo que se busca es que cualquier persona que quiera ayudar tenga su sitio en la entidad. Como ella.
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Marco Ruiz 6 años como voluntario
«A los que estamos aquí nos encanta ayudar. Lo que no puede ser es que haya gente que quiera vivir a cuenta del resto»

Marco Ruiz se jubilió hace 6 años, después de una vida trabajando en Mercabilbao. Llevaba como socio de la DYA 30 años y pensó que quizá podía hacer algo más. Le explicaron que no hacía falta tener conocimientos sanitarios para colaborar y Marco no se lo pensó.
Marco colabora con los servicios Gauero y Egunero de la DYA. Muchas noches de invierno sale a atender a las personas que viven en las calles de Bilbao. Y por las mañanas atiende a ancianos que viven solos y que no tienen a nadie que les acompañe, por ejemplo, al ambulatorio o a hacer unos recados.
Marco siempre ha tenido vocación solidaria y está encantado. Lo que hace tiene una utilidad social, pero además le llena como persona. «No es ningún sacrificio», insiste. Es consciente de que la entidad atraviesa momentos muy duros a nivel económico. Por eso insiste en que él va a seguir colaborando mientras le duren las fuerzas. Y cuando ya no pueda salir a las noches a repartir caldo y mantas seguirá aportando su grano de arena como socio. Tal vez por eso, las noticias sobre el supuesto desfalco de fondos cometido por el anterior presidente, Fernando Izaguirre, le han dolido mucho. «Hay gente que quiere vivir a costa de los demás y no puede ser».
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Belén Ruiz Desde julio en la DYA
«Esto nos ayudará a superarnos. Cuando hay alguna crisis, se crece y se aprende de los errores»

En julio del año pasado, Belén Ruiz entró por primera vez en la DYA. Consiguió trabajo como contable en la entidad social. Desconocía que la situación de la ONG fuera tan delicada, pero ahora tiene claro, una vez dentro, que «tiene futuro». «Esto nos ayudará a superarnos. Cuando hay alguna crisis, se crece y se aprende de los errores», destaca.
Asegura sentirse «tranquila», pese a que ha llegado «hace poco» al colectivo. «En ningún momento he pensado que mi trabajo sea temporal», asegura para ilustrar su «confianza» en que el concurso de acreedores no terminará con la labor social que prestan desde hace más de medio siglo. Y agradece la oportunidad que ha tenido de «conocer» de primera mano cómo funciona la organización. «Al principio, me quedé gratamente sorprendida por los voluntarios y por lo generosa que es la gente», señala.
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Begoña Ortiz Cincuenta años de socia en la DYA
«Ayudar se ha convertido en una necesidad para mí»

Begoña Ortiz llevaba 50 años como socia de la DYA. Toda una vida. El pasado agosto su marido murió y ella se enfrentó al doloroso proceso que deben superar todas las personas que pierden a alguien tan importante en su vida.
Como muchos otros voluntarios, esta bilbaína acudió a la sede de la DYA por el terremoto de Turquía. Las imágenes de las víctimas hicieron que se le cayese el alma a los pies. Todavía hoy se emociona al recordarlo. Quería ayudar en lo que sea. Y desde entonces acude todos los días, después de ejercitarse en el gimnasio. «Se ha convertido en una necesidad para mí. Ayudar crea adicción», insiste

El padre de Gontzal Santos era «el socio número 21» de la DYA, «uno de los fundadores». De ahí que, «desde que era niño y colaboraba en las cuestaciones», su vida esté vinculada a la organización en la que trabaja desde hace casi cuatro años. Y precisamente por eso, por ese «nexo familiar, ese nexo que tiene con toda la sociedad porque lleva muchos años en la calle, día tras día», cree que «vamos a salir adelante».
Es cierto, dice, que «a nadie le gusta estar en este escaparate», con la gestión del anterior presidente judicializada y en concurso de acreedores, pero ve el futuro «con optimismo» porque «sigue habiendo movimiento». Los voluntarios siguen acudiendo y el trabajo no para. «Tenemos un centro homologado de formación, con cursos de técnico de transporte sanitario, que es con lo que hemos arrancado, y estamos muy contentos», explica como ejemplo de los «proyectos» puestos en marcha.
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Verónica Rial Dieciséis años en la DYA
«Lo que se está haciendo ahora es la manera de solucionar el problema para hacer borrón y cuenta nueva»

Verónica Rial es una de las veteranas en la central de la DYA en Garellano. Lleva desde 2007 en la entidad, en la que trabaja en el área de administración. Psicóloga de formación, también ejerce como voluntaria, prestando apoyo psicológico en situaciones de emergencia. Está satisfecha porque, pese a las noticias que han saltado durante el último año en torno a la gestión de la organización, «la gente es constante y responde» cuando necesitan ayuda.
«Con el tema de Turquía hemos visto que la gente viene a dejar cosas y acaban prestando ayuda de voluntariado», celebra. Y cree que «esa manera» en la que la sociedad responde, «no solo con la aportación, que es importante, sino dedicando su tiempo a estar aquí» es la forma en la que «nos muestran su confianza». Cree, asimismo, que «lo que se está haciendo ahora», la solicitud del concurso de acreedores de continuidad, es la manera de solucionar el problema que tenemos para poder hacer borrón y cuenta nueva y poder continuar hacia adelante».
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Erlantz Redondo Desde 2012 en la DYA
«Estamos con un poco de incertidumbre, pero la gente sigue viniendo a hacerse voluntaria»

Erlantz Redondo reconoce que tiene cierta «incertidumbre» por la situación que vive la DYA, aunque se le va cuando ve la «implicación» de la sociedad con la organización y con el trabajo que desarrollan. «La gente sigue viniendo a hacerse voluntaria», asegura este carpintero reconvertido en técnico de emergencias sanitarias. Su primer contacto con la entidad fue en 2012 y, tras formarse, empezó a trabajar en la ambulancia.
En su día a día, está como refuerzo de la red de Osakidetza, «para tapar huecos», y de ocho a tres suele hacer «cinco o seis salidas». Y, los fines de semana, es voluntario en los servicios preventivos que ponen en marcha en diferentes eventos. Por eso, por la «presencia» de la ONG en cualquier tipo de acto, sabe está «bien valorada» por la sociedad. «¿El futuro? Lo quiero ver bien. Bueno, lo veo bien», subraya.
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Esther Vázquez Año y medio en la DYA
«Tenemos bastante actividad, y por eso creo vamos a ir para adelante»

La vocación de Esther Vázquez son las emergencias. Por eso, hace año y medio, empezó a colaborar como voluntaria con la DYA. Es psicóloga y acude «cuando nos requiere SOS Deiak», especialmente en casos de «desapariciones y fallecimientos», para prestar «apoyo» a las familias. Salió un hueco en las oficinas, en recursos humanos, y un mes después empezó a compatibilizar voluntariado y trabajo. En ese tiempo, le ha llamado atención la presencia que tiene la organización en la vida de los vizcaínos.
«Tenemos bastante actividad, y por eso creo vamos a ir para adelante», anima. Está, asegura, «con esperanza y positiva» acerca del futuro de la entidad benéfica, con una «red» de ayuda «activa», con «servicios preventivos» en multitud de eventos, con colaboraciones con Lanbide, la gestión de las donaciones a Turquía y Siria...
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