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Roberto encontró a la corza herida en la carretera. E. C.

El vizcaíno que ha salvado a una corza herida: «Tenía miedo de que la atropellaran»

Roberto encontró el animal en una carretera de Zeberio y se la llevó a casa: «Era muy amigable»

Domingo, 20 de octubre 2024, 11:32

Toparse con un corzo o un jabalí en Zeberio no es nada extraño. En un municipio rodeado de bosques, lo «normal» es ver este tipo ... de animales «casi cada día». Lo que no es tan habitual es lo que le ocurrió a Roberto Rivas. Este vizcaíno salvó el jueves a una pequeña corza herida. «Era por la noche. Subía a casa por la carretera cuando de repente vi a dos corzos muy pequeños que no tenían estabilidad en las patas. Parecían recién nacidos. No sabíamos si les habían atropellado o si tenían alguna herida», cuenta.

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Ambas andaban por la carretera asustadas. Sin rumbo. «No podían subir el talud». Roberto no se lo pensó dos veces. Después de seguirles un rato con el coche, comprobó que efectivamente tenían algún tipo de dolencia, así que las adelantó con el propósito de verlas mejor. Una de las corzas escapó, pero la otra se quedó inmóvil al ver el vehículo. «Me di cuenta de que no estaba bien. Bajé del coche, la cogí y me la llevé a casa. Tampoco sé si hice bien, pero tenía miedo de que la atropellaran o se cayera al río», cuenta.

La corza dentro de la casa de Roberto. E. C.

Al llegar al caserío en el que reside junto a su familia, la metió a la cuadra. «Al principio estaba muy nerviosa. Escuchábamos hasta el latido del corazón. Vimos que tenía un agujero muy feo en la zona de la tripa. Se le veía el interior y lombrices, pero no sabíamos si era consecuencia de una batida o si había sido un animal depredador. Así que llamamos a Diputación para que viniera a buscarla», relata. En este tipo de situaciones es la institución foral la que a través del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre, ubicado en Gorliz, la que se encarga del cuidado de estos animales.

«Era muy amigable»

Pero Roberto y su familia tuvieron hasta el sábado para convivir con ella. ¿Y cómo fue la relación con la corza? «Era muy amigable, nada arisca. Intentábamos interactuar con ella, le dimos de comer manzana y una de mis hijas que tiene 12 años le quitó unas garrapatas enormes. Siempre ha dicho que de mayor quiere ser veterinaria, pero ahora más», cuenta.

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La corza pasó dos noches en casa de Roberto. Y aunque al principio se sentía asustada, después fue cogiendo confianza. «El sábado vino Jose, el guardabosques de la zona a recogerla. Da la casualidad de que le conocía y fue muy atento. Nos quedamos con pena, pero las niñas se dieron cuenta de que la corza necesitaba una atención especial», añade Roberto.

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