La vizcaína de 24 años que sueña con curar el cáncer y quiere hacerlo desde Cruces
Maitane Alonso, que inicia el MIR estos días, tiene una prometedora carrera: ya ha presentado un trabajo sobre cáncer de próstata en un gran congreso internacional
Hay una joven de Sodupe muy curiosa que tiene claros cuáles son sus sueños y no deja de luchar por alcanzarlos. Esa perseverancia la ha ... llevado a graduarse en Medicina y a lograr elegir plaza para realizar su residencia en el único lugar en el que quería hacerla: el servicio de Oncología del hospital de Cruces. En unos días comenzará allí su periodo MIR. Pero esa curiosidad que le han inculcado y fomentado sus padres ha llevado a Maitane Alonso a poner en marcha diferentes investigaciones durante su época de estudiante que han obtenido varios reconocimientos internacionales. La última llamó la atención de la American Society of Clinical Oncology, que la invitó para que presentase en San Francisco en el congreso más prestigioso del mundo en oncología genitourinaria las conclusiones de lo que comenzó como un trabajo de fin de grado.
El estudio, tutelado entre otros por los especialistas Eneko Novo y Ricardo Fernández, se centra en el cáncer de próstata avanzado. Analiza el perfil genético germinal de pacientes atendidos en Cruces y el impacto que este ha podido tener en su evolución. Desarrollado de manera descriptiva, identifica una serie de alteraciones hereditarias en algunos genes denominados 'de significado incierto' que hasta ahora se creían benignos. Y lo que revela el estudio es que los enfermos con esas mutaciones tienen una supervivencia menor, un dato que puede abrir la puerta a futuras investigaciones en este campo.
A sus 24 años la atracción de Maitane hacia la oncología no es algo reciente. Le viene desde niña. Ya entonces soñaba con desarrollar una quimioterapia que curase sin hacer daño a los enfermos. Aún quiere dar con ella. «Siempre he tenido claro desde muy pequeña qué era a lo que me quería dedicar. Mi sueño es cuidar y curar a los pacientes que tienen cáncer. Para mí es un privilegio poder hacerlo. Además de atenderles, quiero investigar para buscar nuevas soluciones que les ayuden a vivir más y mejor. Con el cáncer no habrá un remedio único. Será la suma de varios y quiero aportar mi grano de arena», señala.
«En qué puedo ayudar»
Además de la vocación por cuidar, mantiene viva la curiosidad por investigar. Algo que le han inculcado desde muy pequeña en su casa. «En mi familia no nos dejamos de hacer preguntas. Siempre me he planteado qué puedo hacer para ayudar. Mi ilusión es construir un mundo mejor y ese es el motivo por el que investigo», confiesa.
Una máquina desarrollada por ella en un txoko de Sodupe le valió numerosos premios y reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional con apenas 18 años. El dispositivo permite prolongar la conservación de los alimentos y logró varios premios en el mayor campeonato de ciencia y tecnología del mundo, en Phoenix. «Me dije a mí misma, esto no puede ser. Me puse a investigar y me di cuenta de que un tercio de la comida de la población mundial se desechaba por problemas de conservación», explicaba hace cinco años sobre el proyecto cuando todavía cursaba segundo de Medicina en la universidad. Incluso el prestigioso instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) decidió ponerle a un asteroide el nombre de Maitane Alonso en reconocimiento por aquel invento.
Maitane tiene claro que quiere seguir investigando a la vez que se desarrolla como oncóloga. Su intención es hacerlo en Euskadi. «No concibo irme fuera sin intentar antes construir algo aquí», enfatiza. Pero considera que las administraciones deben apostar por fomentar la investigación para que los científicos vascos se queden. «Tenemos mucho talento, lo que hay que hacer es apoyarlo y fomentar la curiosidad en los niños ya desde el ámbito educativo».
También en lo económico. Ella lo vivió en sus propias carnes. Cuando fue aceptada su ponencia en el congreso estadounidense, la joven investigadora vasca se encontró con una traba económica ya que, debido a su precocidad, no cumplía los requisitos para acceder a becas, reservadas a profesionales en etapas más avanzadas. «Era mi gran oportunidad, pero no tenía cómo ir», recuerda. Finalmente, gracias al esfuerzo de su familia, pudo viajar a San Francisco.
«No debería depender del bolsillo familiar. No todos tienen ese apoyo, y poder dedicarte a lo que te apasiona no debería depender de la suerte», denunciaba Alonso, consciente de que se trata de una realidad que afecta a muchos investigadores. «Es fundamental apoyar la investigación de los jóvenes. Ante la fuga de talentos, no hay que retenerlos con una soga, hay que darles recursos para que quieran quedarse».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.