El virus bovino multiplica los contagios y ha matado ya a cien animales en Bizkaia
El número de ejemplares afectados pasa de 72 a 956 en un mes y tiene en alerta a medio millar de explotaciones del territorio
La enfermedad hemorrágica epizoótica (EHE), la afección vírica que padece principalmente el ganado vacuno y que se transmite por la picadura de un mosquito, ha ... multiplicado su impacto durante las últimas semanas en las explotaciones de Bizkaia. Según el último recuento realizado por el Departamento de Medio Natural y Agricultura de la Diputación el pasado martes, el virus ha matado ya a 97 animales y ha afectado a 956. A comienzos de octubre los ejemplares que habían perdido la vida eran únicamente dos, y los contagiados, 72.
La EHE no tiene efectos sobre las personas y era hasta hace poco un problema lejano para los ganaderos autóctonos. Su efecto, habitual en América del Norte, Australia, Asia y África, empezó a notarse en España hace menos de un año. Un laboratorio de Madrid confirmó los primeros dos casos en explotaciones de Cádiz y Sevilla el 18 de noviembre de 2022, y desde entonces los estragos son considerables. Transportada por mosquitos del género culicoide, los contagios afectan ya prácticamente a todo el país. De norte a sur. Galicia, Asturias, Castilla y León, Navarra, Extremadura, Comunidad Valenciana...
1.600 cabezas de ganado vacuno han fallecido en Cantabria, y más de 200 en Gipuzkoa
Aunque afecta principalmente al ganado vacuno, también se están produciendo contagios en ciervos y cabras. Y en más especies. Por poner un ejemplo, en una explotación del Duranguesado han fallecido todas las ovejas. La transmisión se ve favorecida por el calor, que ha apretado con fuerza durante las últimas semanas en el territorio. El mercurio multiplica la presencia de mosquitos portadores de un virus ante el que los animales no tienen defensas.
El primer caso se registró en Bizkaia el pasado 21 de septiembre. La enfermedad llegó, creen los especialistas, desde Gipuzkoa porque los primeros ejemplares afectados se registraron en el entorno de Lea Artibai y el Duranguesado. Cerca del límite territorial. El pasado 5 de octubre las explotaciones de la provincia que habían notificado contagios a la Diputación eran 44 y en el último balance de esta semana la cifra se eleva ya a 463.
Aunque afecta sobre todo a las reses también se registran casos entre cabras, ciervos, ovejas...
Sin vacuna homologada
Pese a agravarse, la situación que se vive en Bizkaia sigue lejos de las magnitudes que se registran en territorios vecinos, en los que la enfermedad hemorrágica epizoótica está disparada. Tiene sentido que la situación sea peor porque el número de explotaciones ganaderas también es mucho mayor. De este modo, el último recuento señala en Gipuzkoa 1.945 animales que han dado positivo en los test y 209 cabezas de ganado fallecidas. En Cantabria los contagios se acercan a los 5.000, y las muertes son ya al menos 1.642.
El Gobierno cántabro ha tenido que activar una partida extraordinaria de 1,1 millones para hacer frente a las consecuencias de la enfermedad. El martes de la semana pasada fijó una indemnización de entre 700 y 1.500 euros por animal fallecido. El fondo reservado por la Diputación guipuzcoana es de 400.000 euros. El objetivo, más allá de compensar por los ejemplares muertos, es echar una mano al sector del ganado vacuno porque los contagios están generando «una reducción de los rendimientos» económicos de las explotaciones. En Bizkaia el Ejecutivo foral no ha llegado de momento tan lejos: subvenciona con 30 euros por animal la asistencia veterinaria que se necesite y con 20 la adquisición de los tratamientos necesarios.
Como no existe una vacuna homologada, los ganaderos y, sobre todo, los animales se encuentran expuestos. Según han explicado portavoces del sindicato agrario EHNE, el virus provoca una especie de «gripe» que si consigue detectarse a tiempo se cura en un par de semanas. El problema es cuando pasa inadvertida. Los síntomas aparecen en un plazo de entre dos y quince días tras la picadura. Provoca fiebre, llagas, cojera y desequilibrios, desorientación y depresión. Los ejemplares también dejan de comer y beber porque se les enrojece el morro y la lengua. Que una vaca deje de acercarse al comedero parece ser un síntoma inéquivoco al que los técnicos de la Diputación piden que se preste especial atención.
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