La única bodega urbana de Bilbao tira la toalla
Situada al final de la Gran Vía, cerrará el 22 de diciembre una de las pocas enotecas europeas donde los clientes hacían sus propias mezclas
En la Bodega Urbana Bilbao, ambicioso proyecto impulsado hace seis años por los enólogos Ana Martín y Pepe Hidalgo y respaldado financieramente por un importante ... grupo de empresarios, el escritor Juan Bas maridó vino y literatura, mientras que Ramón Barea recibió el premio 'La Frasca de Bilbao' por su extraordinaria trayectoria como actor, dramaturgo, director cinematográfico, productor y creador de plataformas teatrales innovadoras.
La enoteca de Gran Vía, que levantó la persiana a escasos metros del recién desaparecido restaurante Guria, es la primera y única bodega urbana de la capital vizcaína y de las pocas que funcionan en toda Europa, pero la falta de rentabilidad económica ha abocado al local al cierre, que llevará a efecto el próximo 22 de diciembre.
El proyecto, que supuso una inversión millonaria, parecía contar con todas las bendiciones posibles para convertirse en un lugar de éxito y de culto con una barra repleta de los mejores caldos y picoteo fino. Surgió, según Martín, como un «innovador espacio» en el que la gente de Bilbao pudiera encontrar vinos diferentes, «disfrutarlos e incluso elaborar sus propias mezclas». Una bodega, en definitiva, en mitad de la ciudad por la que han pasado desde 2012 un gran número de viticultores, cocineros, sumilleres, artesanos, fotógrafos, poetas... «Y, sobre todo, mucha gente con ganas de aprender», destaca Hidalgo.
Además de la venta de vinos que no se encontraban en ningún otro sitio, el establecimiento se ha labrado en todo este tiempo un importante prestigio con la celebración de catas. En los talleres lo mismo se han impartido cursos en los que se introducía a los asistentes en los principales aromas de vinos blancos y tintos que se experimentaba directamente con frutas, flores y todo tipo de fuentes aromáticas. Pero la bodega tiene las horas contadas. Martín e Hidalgo, dos de los enólogos más importantes de España, anunciaron ayer el cierre y alegaron que «no ha sido fácil encontrar el equilibrio».
Pese a conseguir una rebaja del alquiler, el emplazamiento del local, en los últimos números de la Gran Vía, ha condenado la existencia de un proyecto pionero que desafió las reglas de la hostelería al alejarse del epicentro donde se cuece ahora mismo todo el fenómeno de la restauración y el poteo.
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