Premio a tres científicas vizcaínas para inspirar a las jóvenes universitarias

Apuntemos pues sus nombres, porque puede que un día aparezcan en la Wikipedia (una de ellas ya está) y los libros de texto. María Isabel Arriortua, catedrática de Cristalografía y Mineralogía en la UPV/EHU desde 1992. Aitziber López-Cortajarena, una eminencia en Europa en el campo de la ingeniería de proteínas. Y Maia García Vergniory, que destaca en el campo de los materiales topológicos. «Los libros historia se han empeñado en esconder las aportaciones de las mujeres a la ciencia. Este olvido intencionado ha dejado mella, pero ahora está en nuestras manos poner las cosas en su sitio. Estas mujeres apostaron por unos estudios que eran, como suele decirse, más de chicos. Tenemos que acercar los ejemplos reales de mujeres científicas como estas a las jóvenes», señaló Cristina Uriarte.

«Yo fui la primera catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la UPV/EHU formada en la propia universidad y para mí ha sido muy habitual ser la única mujer en muchos foros, en asuntos relacionados con la investigación, gestión... A veces hasta decía en broma eso de 'aquí estoy yo, rodeada de testosterona', sobre todo cuando recaía sobre mí la responsabilidad de dirigir la reunión. Pero ahora cada vez somos más».

Pese a su brillante trayectoria, la científica vizcaína María Isabel Arriortua (Barakaldo, 1950) no está en los libros de historia de los escolares, pero sí es posible encontrarla en la Wikipedia, que estos utilizan mucho. María Isabel lleva media vida entusiasmada con los cristales. Sin saber cómo ni por qué, nos encontramos con ella hablando de los que contiene el jamón ibérico de bellota, «esos puntitos blancos que indican que es un producto de alta calidad y que los japoneses estudian al detalle». Esta mujer tiene un espíritu muy joven, asegura. «Mi sueño es conseguir materiales sostenibles y de altas prestaciones, de bajo coste, energéticamente eficientes. Las chicas tienen que perseguir sus sueños», dice.

Esta científica bilbaína se dedica a la ingeniería de proteínas para el desarrollo de nuevas nanoestructuras y materiales funcionales, y también investiga nuevas metodologías para la generación de nanomateriales para aplicaciones biomédicas. Lidera un grupo de investigación en el CIC biomaGUNE, donde el resto de los investigadores principales son varones, y afirma que ser mujer no ha sido un problema en su trabajo, pero que «en ocasiones siente falta de referentes femeninos en la investigación y esto puede llevar a pensar que por ser mujer no se puede destacar en este mundo».

«En ciencia, a pesar de ser un entorno muy abierto, el del conocimiento, a las mujeres nos convierten en minorías», advierte. «Nos hemos acostumbrado a que la representación femenina en los puestos de liderazgo sea baja, pero esto no tiene por qué ser así. Proveamos a las nuevas generaciones de un entorno de igualdad. Que el factor género no les haga tener menos éxito», aconseja la única investigadora vasca que ha conseguido una ayuda del Consejo Europeo de Investigación, una de las de mayor prestigio internacional.

La getxotarra Maia García Vergniory escuchó, durante el transcurso de su segundo posdoctorado, un comentario que le llegó al alma: «Hay menos mujeres en Física porque a vosotras os gusta más memorizar que pensar». Cuenta que ella ha tenido mucha suerte en su carrera, pero que también ha visto «el lado oscuro». «Las chicas somos invitadas a menos charlas, nos hacen cartas de recomendación más breves y menos amables... Esta discriminación al final influye en tu currículum. En ciertos momentos de la vida de una mujer habrá obstáculos que tendrá que superar por el hecho de ser mujer», sostiene.

Maia ha sido reconocida por su contribución destacada al campo de los materiales topológicos. Se doctoró en física de la materia condensada en la UPV/EHU y ha trabajado en Alemania y en Estados Unidos. Ahora desarrolla su trabajo en el DIPC de San Sebastián, un centro de investigación básica en Ciencia de Materiales. «De pequeña estuve una buena temporada obsesionada con Einstein, y mi madre, que era profesora de Historia, me hablaba de la teoría de la relatividad, pero nunca pensé que sería científica», reconoce.