

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El proceso para asfaltar las carreteras tiene su aquel. Y empieza mucho antes de que las apisonadoras arranquen los motores. La elección de materiales para el asfalto es fruto de un laborioso proceso científico y técnico. La Diputación acaba de renovar la norma foral que ... determina los 'ingredientes' autorizados para abrir la puerta a un nuevo elemento: la ceniza. El visto bueno llega tras trece años de ensayos en un laboratorio y a escala real, en pequeños tramos viarios de Areatza y Bilbao.
El Gobierno foral firmó un convenio de colaboración con el Consorcio de Aguas en 2010. Había un objetivo concreto: intentar dar una segunda vida a los residuos que se generan en la depuradora de aguas residuales de Galindo tras la incineración de los lodos. Hasta la fecha, parte de las cenizas se reutilizan en la industria cementera y el resto acaba en el vertedero. Es esa segunda fracción la que se buscaba reducir a la mínima expresión.
Los primeros análisis en probetas determinaron el camino a seguir. Las pruebas de laboratorio determinaron que la función de «mayor interés» es la de formar parte de la masa que da forma al cemento, así que se empezó a corroborar si el asfalto creado a base de ceniza aguantaba igual que el 'normal'. La respuesta científica fue que sí, pero faltaba la prueba del algodón. Llevar el compuesto a una carretera y todo lo que la rodea: tráfico, condiciones meteorológicas, pendientes...
La primera prueba 'real' comenzó en julio de 2014. Un pequeño tramo de la N-240 fue renovado con un conglomerado a base de ceniza y betún asfáltico, el material encargado de dar cohesión a la mezcla. Se eligió un punto estratégico de la carretera nacional que conecta Bilbao y Vitoria (y que se alarga hasta Tarragona): una curva del entorno del alto de Barazar. Los 400 metros de firme soportaron durante dos años y medio el paso de 6.000 vehículos al día, un tercio de ellos pesados, en proceso de subida, condiciones «exigentes» a las que la ceniza respondió con normalidad.
Superado el primer examen, llegó el definitivo. En 2016 el Departamento foral de Infraestructuras que lidera Imanol Pradales utilizó la mezcla en una zona mucho más transitada: una curva de la BI-20 cercana al alto de Santo Domingo subiendo desde Bilbao. 40.000 coches diarios subiendo por un desnivel del 10%. El resultado, varios años después, es que la respuesta del pavimento a la rozadura y el tiempo fue «similar a la de los tramos circundantes».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.