«'Tici' nos había pintado la casa a todo Txurdinaga»
Estupor en el barrio bilbaíno al descubrir que el varón fallecido el lunes en Otxarkoaga arrollado por un microbús era su vecino. Salía de trabajar
José domínguez
Miércoles, 29 de enero 2020, 01:01
Con apenas un hilillo de voz, Mari Cruz Vargas confesaba ayer que todavía no era capaz de asimilar la tragedia vivida el lunes. De esperar, « ... como todos lo días» a su hijo con la mesa puesta para comer, a enterarse de que Ticiano, de 53 años, acababa de fallecer en Otxarkoaga tras ser arrollado por un microbús sin conductor y sin frenos. Hoy se desplaza toda la familia a la localidad palentina de Astudillo, de la que es originaria y donde se celebrará el funeral.
La víctima era pintor de interiores y estaba trabajando en un piso del portal de la calle Aixe-Ona donde se produjo el fatal desenlace. «Bajaba al centro de Otxarkoaga para coger el autobús a casa», repetía su madre. Justo a la una de la tarde. Justo cuando el pequeño autocar que acaba de estacionarse en la parte alta de la calle para llevarse a varios estudiantes con discapacidad del centro formativo que hay al lado empezaba a caer por la propia inercia de la pendiente. Justo cuando Ticiano Aguado se veía obligado a salir a la calzada para sortear un coche rojo mal aparcado encima de la acera. Justo cuando el transporte público impactaba contra el turismo y se lo llevaba a él por delante. Tras ser arrastrado varios metros y golpearse contra un bordillo, el trabajador perdía la vida a pesar de los intentos de reanimación de los servicios de emergencia.
En el portal, María Ángeles de la Calle no daba crédito a lo sucedido. «Vaya mala suerte de verdad, un hombre tan formal y educado», lamentaba. Junto a ella, Santiago Moisés añadía que «no le conocíamos vicios, si acaso fumar, porque no bebía nada».
De ello daba fe José María Pérez Antolín, hasta hace unos meses regente del Bar Egozi, donde Ticiano Aguado paraba, «dos veces al día sin falta, después de comer y a la tarde, y para tomar lo mismo: un café con hielo y sin azúcar». En el local confirmaban el carácter tímido del hombre, «pero que aquí se soltaba y se meaba de risa con nuestras tonterías, lo pasábamos muy bien con él».
Pérez le recuerda siempre con un libro en la mano, «porque le encantaba leer». Y no paraba de trabajar. «Si casi se puede decir que 'Tici' nos ha pintado la casa y los portales a todos en Txurdinaga», aseguraba.
Antonio Merino, compañero de profesión ya jubilado, incidía en la mala suerte que ha tenido la familia. «Eran cinco hijos en total, pero los tres chicos ya han fallecido», se apenaba. De hecho, el propio Ticiano había asumido el cuidado de sus padres al casarse sus hermanas y crear sus propias familias.
«Mi coche no le atropelló»
Los vecinos insisten en la fatalidad de un accidente con tan trágico desenlace. «Si hubiese pasado por allí unos segundos más tarde, o si un coche ocupase toda la acera, probablemente no le habría pasado nada y estaríamos todos tan tranquilos, bromeando como siempre», apuntaban.
La joven propietaria del vehículo mal aparcado contra el que golpeó el microbús, por su parte, reconocía tener un «disgusto tremendo» por la muerte del peatón, pero pedía que no se la responsabilizase. Según explicó, reside en Otxarkoaga y, «como todos los vecinos, nos volvemos locos para aparcar y, a veces, pasas dos horas sin encontrar un hueco tienes que dejar el coche donde no está permitido». Eso es, según subrayaba, lo que ocurrió el lunes, «pero bastante mal ya estoy yo como para cargar con más culpas que pagar la correspondiente multa». Según remarcó, «el vehículo que provocó el atropello fue el microbús sin conductor ni frenos, no el mío». Además, puntualizó que nadie puede asegurar el resultado del siniestro de no estar su coche. «El autocar bajaba sin control y podría haberle arrollado igual; además, justo debajo había dos jóvenes sentadas en las escaleras a las que también se habría podido llevar por delante».
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