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Y al tercer año... por fin llegó su hora

Y al tercer año... por fin llegó su hora

Pasiones Vivientes. Los Cristos de Balmaseda, Arkotxa, Durango y Castro afrontan la cruz tras dos ediciones suspendidas por la pandemia: «Ha sido muy duro»

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Sábado, 9 de abril 2022

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Esta vez, las pasiones tienen mucho de resurrección. Hace un par de años, al inicio de la pandemia, fueron el primer evento multitudinario que se canceló y la suya fue una de aquellas ausencias que convirtieron el calendario de 2020 y 2021 en una sucesión de meses vacíos, dominados por una tristona sensación de vida en suspenso. Balmaseda, Arkotxa -donde, para colmo, tampoco se había celebrado la Pasión de 2019-, Durango y Castro han echado mucho de menos estas representaciones que combinan tradición, religiosidad y sentimiento de comunidad, pero el paréntesis también ha tenido, en algunos casos, una desesperante dimensión personal: entre quienes encarnarán dentro de unos días a Cristo, no faltan algunos que llevan todo este tiempo metidos de algún modo en el papel, como si el sufrimiento y la intensidad del vía crucis se hubiesen alargado más de lo previsto. Los protagonistas de las cuatro pasiones reflexionan aquí sobre su tarea, con la pandemia a las espaldas y la cruz ante los ojos.

  1. Rubén Vadillo | Balmaseda

    «He recibido mucho apoyo en momentos de bajón»

Allá por marzo de 2020, como todos los años a esas alturas, Balmaseda tenía mucho ya del Jerusalén del siglo I. La villa encartada experimenta una metamorfosis que lleva a buena parte de sus habitantes a asimilar el aspecto y los usos de los personajes de la historia sagrada: las calles se van poblando de hombres barbudos que a menudo, en el bar o al cruzarse por la calle, intercambian apelativos con solera bíblica como 'blasfemo' o 'impostor'. Y, de pronto, el tajo del coronavirus interrumpió una tradición con raíces de siglos y que no se suspendía desde los 60.

En Balmaseda, jamás se repite en el papel de Cristo, y aquel 2020 era el año de Rubén. «Íbamos viendo la situación: que si China, que si Italia... Y al final, dos días antes del confinamiento, le dijimos al mundo que no íbamos a hacer la Semana Santa. Recuerdo que estuve todo el fin de semana tensionado por la presión acumulada. Estos dos años he recibido mucho apoyo en momentos de bajón y también me ha tocado darlo, ver la luz al final del túnel: no me puedo imaginar lo que ha significado esto para personas que llevan 45 años trabajando en la Pasión. He tenido conversaciones muy emotivas». El año pasado, le correspondió la paradójica misión de ejercer de portavoz de la nada: «Tenía llamadas de los medios para hablar de la 'no Semana Santa', entraba en videollamada en el teleberri...».

Si lo miramos por el lado bueno, habrá que pensar que este año Rubén ya llevaba parte del trabajo hecho. Por ejemplo, ese detalle no tan anecdótico de la melena. «Yo llevaba el pelo muy corto. Cuando salí de San Andrés en 2019, me lo dejé largo y ya lo he mantenido, claro. Después me lo cortaré, pero voy a verme raro después de tanto tiempo», admite este arquitecto de 35 años. También ha tenido más plazo del habitual para meterse en la piel de Cristo. «Más que preparación, ha sido importante no perder la motivación. La preparación física todos sabemos lo que es, pero se habla menos de la emocional. Tienes que creerte que estás siendo Jesús. Lo vives, no es hacer un papel: eso que transmites has de sentirlo por dentro».

  1. Aitor Sainz | Arkotxa

    «Nunca te quedas con el recuerdo de los golpes»

Aitor participó por primera vez en el vía crucis con 3 añitos y ahora tiene 40, así que el suyo ha sido un largo recorrido: dirige la representación y se ha hecho cargo de un montón de personajes, incluido el de Cristo en otras tres ocasiones. «La primera fue en 2004. Aquel año llovió, cayó una granizada en el Huerto de los Olivos e hizo un frío horroroso», evoca. No estaba previsto que repitiese este año, pero el compañero que iba a encarnar a Jesús -y que llevaba esperando desde 2019- ha tenido que abandonar por culpa de una hernia.

Aitor era el sustituto ideal por dos motivos: se sabe el guion y ya lucía ese 'look' que se atribuye inevitablemente al personaje: «¡Casualidad! Con el confinamiento no se podía ir a la peluquería, así que me dejé el pelo largo a pesar de mi mujer». ¿Es importante este rasgo? «No es lo mismo ensayar el papel con pelo corto y ponerte unas extensiones que dejártelo largo: la gente te va viendo ya como el Cristo. Y tú también tienes que verte. Es un personaje que debes interiorizar, un proceso». Un purista podría objetar que un Jesús cuarentón está ya un poco pasado de edad, tan lejos de los canónicos 33, pero Aitor tiene respuesta: «Nuestros 33 no son los de la época».

La Pasión de Arkotxa siempre ha tenido fama de dura, de exigente en lo físico. «Abogamos por el realismo: a mí, el primer año me saltaron un trozo de muela. Pero nunca te quedas con el recuerdo de los golpes, ni me ha dicho nadie que no quería hacer de Cristo porque le iban a pegar». Este año, debutará en la Pasión su hija, de 4 años. ¿No se asustará al ver el suplicio de su padre? «Está acostumbrada a las fotos y siempre le digo que es un 'antzerki'. ¡Tampoco tenemos a nadie traumatizado!».

  1. Markel Ganboa | Durango

    «El personaje de Cristo es como una montaña rusa»

A los 8 años, Markel estuvo viendo la Pasión Viviente y volvió a casa con una clara determinación: al año siguiente, él mismo estaría ahí. Y en ello sigue: ha hecho de San Juan, de Herodes, de Caifás..., pero no contemplaba asumir el papel principal. «Hombre, de pequeño siempre dices que te gustaría, pero yo no creía que fuesen a proponérmelo. En 2020, cuando se suspendió la Pasión, yo estaba viviendo en Madrid y ni siquiera iba a participar, aunque me daba mucha pena. Pero el pasado octubre me llamaron y me lo plantearon». ¿Y está encontrando mucha diferencia entre interpretar a Cristo y dar vida, por ejemplo, a Caifás? «Bueno, Caifás es otro de los pilares de nuestra Pasión, tiene mucho texto. Pero Cristo tiene la responsabilidad física y de la imagen, porque todo el mundo lo conoce. Y tiene muchos registros, es como una montaña rusa. Da respeto».

En este tiempo de preparación, Markel ha hecho mucho gimnasio y ha perdido once kilos. «El otro día pasaba por Bilbao y en San Francisco hay una estampa de Jesús. Los amigos me hicieron la broma, pero la verdad es que no me parecía nada. No sé si doy el pego del Jesucristo que todo el mundo tiene en el imaginario, pero hemos creado el Jesucristo que queríamos escenificar, más guerrero, muy firme en sus ideas», reflexiona este durangués de 31 años. Aquella Pasión que le cautivó de crío ha sido determinante para él, y no solo porque ahora haga inesperadamente de Cristo, sino también porque se dedica de manera profesional a la producción teatral. «Al final, en la Pasión ves lo que hay entre bambalinas y adquieres una visión global, descubres el engranaje. Hay un Jesús, pero sin las demás personas la Pasión se queda en nada».

  1. Eduardo San Miguel | Castro Urdiales

    «Los que me flagelan son dos amigos míos»

Eduardo es otro reincidente: ya interpretó a Cristo en 2014. «En 2020, contaron otra vez conmigo. La suspensión fue muy dura, pero hay que verle el lado positivo: ¡más vale que no se hiciese, porque suponía juntar a mucha gente! Lo de 2021 ya se veía venir y estábamos mentalizados. Y este año empezamos a ensayar llevando las precauciones a rajatabla y no hemos tenido positivos. ¡Esperemos que esta vez se pueda hacer! ¡No he querido ni mirar el tiempo!», plantea este castreño de 35 años, que trabaja como conserje en una urbanización donde «viven muchos vascos». ¿La gente de fuera también se apunta a la Pasión? «Muchos vascos se animan y también tenemos andaluces. gallegos... A todo el que viene a vivir aquí le llama la atención. En la Pasión conoces a gente de círculos muy distintos. La persona de más edad pasa de los 90».

Esta segunda experiencia como protagonista tiene diferencias con la primera. «La preparación siempre es dura, pero la primera vez vas más perdido y ahora estoy disfrutando más, haciendo más mío el papel y dejando los nervios a un lado». Su madre interpretará a la Virgen y su pareja, a la Magdalena. «Voy muy bien arropado», dice Eduardo, que destaca la importancia de figuras que suelen pasar desapercibidas, desde los técnicos de sonido hasta los flageladores que han de castigarle. «Son Aitor y Sergio, amigos míos de siempre, que dejan los sentimientos a un lado y hacen el papel como se tiene que hacer. Yo no valdría para eso».

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