«De no ser por la terapia, Yeray no podría vivir con nosotros», afirman los padres de un joven con autismo
Este chico con autismo ha sido capaz de controlar sus problemas, aprender a leer y escribir y hasta a comprar en una tienda
«Con cinco años tenía problemas de conducta. Se pasaba todo el día llorando. Había que enseñarle a comer, a dormir… Era muy difícil vivir ... con él. De no ser por la terapia, no podría haber seguido con nosotros y estaría institucionalizado. Ahora, gracias al trabajo de todos estos años, sabe leer, escribir, sumar, restar... Va solo al polideportivo, pone la lavadora, nos ayuda a hacer la comida y es capaz de ir a una tienda a comprar». Rosa Isasi y Óscar Míguez rebosan amor cuando hablan de su hijo, que ahora tiene 21 años. A Yeray se han dedicado en cuerpo y alma desde que en 2006 le detectaron la enfermedad que ha marcado la senda de esta familia. «Ser padre de un niño autista te cambia la vida. Cuando nos dieron el diagnóstico fue un mazazo. Durante los primeros días no parábamos de llorar. Estábamos en shock. Una vez pasado ese primer momento le dije a mi mujer que íbamos a ser los mejores padres que Yeray pudiese tener», recuerda Óscar.
Comenzaron a informarse sobre este trastorno de la conducta, buscaron por internet, se inscribieron en asociaciones especializadas. Hasta que un día una persona, de forma casual, le contó a Óscar que su hijo también tenía autismo y le habló de una fundación que ofrecía una terapia intensiva desarrollada en Estados Unidos basada en el análisis de conducta aplicada. El problema era que estaba en Barcelona. No le importó. Míguez se fue hasta la ciudad condal para conocerles. Lo que vio le pareció muy interesante. Hasta el punto de que pocos días después Yeray comenzó el nuevo tratamiento con la Fundación Lovaas. «Ojalá hubiésemos sabido de su existencia antes, porque el cambio fue muy importante. Varió su conducta. Dejó de autolesionarse...», relata Rosa.
El método que ofrece Lovaas incluye terapias individualizadas que van de las 20 a las 40 horas semanales. «Nos metemos en sus casas, nos integramos con sus familias y hacemos a los padres protagonistas de la labor con sus hijos», explica Víctor Rodríguez García, director clínico de la entidad. Valoran la situación de los niños en base a 1.500 factores y habilidades que van desde la motricidad a la capacidad cognitiva, la compresión y expresión del lenguaje o los hábitos de autonomía.
Las comparan con las propias de los niños de su edad y cada seis meses vuelven a evaluar al chaval para ver qué avances está logrando, la efectividad del tratamiento y marcarse nuevos objetivos. «A veces son que aprenda 74 palabras nuevas o a jugar con nuevos juegos», comenta el director clínico. La edad a la que se empieza a trabajar con los pequeños marca mucho los resultados que se logra obtener con ellos.
El gran problema es cuando estos chavales no viven en Barcelona, como es el caso de Yeray. ¿Qué se hace entonces? Son los propios padres los que tienen que buscar a formadores para sus hijos en su lugar de residencia. En el caso de Yeray solían ser estudiantes de Psicología y de Educación Especial. Estas personas son instruidas por el equipo de Rodríguez para aplicar sus métodos.
Cada mes un supervisor se desplaza al domicilio del niño y comprueba su avance. Cada seis lo hace el director clínico. Todos estos gastos hay que pagarlos. La terapia no es gratuita ni está financiada por la Seguridad Social. La soportan las familias. Y no es barata. A los padres de Yeray les ha supuesto una media de 36.000 euros al año durante doce años. De ahí que acciones como la puesta en marcha por Vueling sean tan importantes.
Vueling facilita el traslado de los terapeutas de la Fundación Lovaas a las diferentes ciudades donde tratan a estos niños
40 niños en tratamiento
Desde 2021 la compañía aérea traslada a los terapeutas de la fundación a las diferentes ciudades donde atienden a los niños y evita que los padres tengan que asumir también ese coste. Este gesto ha permitido que «diez nuevas familias hayan podido comenzar a recibir el tratamiento», apunta Lola del Olmo, responsable de Relaciones Institucionales de Lovaas. La fundación trata en la actualidad a cerca de 40 chavales repartidos por la mayoría de las comunidades autónomas, pero también trabaja con niños de Italia, Reino Unido, Colombia, Argentina y Uruguay.
Yeray ha finalizado ya su terapia. El propio Rodríguez dijo a sus padres que los avances que podía lograr a partir de ahora iban a ser pequeños, por lo que no merecía la pena mantener ese esfuerzo económico. Durante estos años de trabajo juntos han entablado una bonita amistad. Hace unos días se juntaron todos en Barcelona. A Yeray le encanta viajar. Salou es uno de sus destinos favoritos, por los espectáculos de Port Aventura. También Tenerife, por su parque acuático. Volverá allí dentro de poco.
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