«El día tendría que tener 48 horas para hacer todo lo que quiero»
Beinat Gutiérrez | Cervecero en la compañía Stu Mostow en Breslavia ·
Este zornotzarra de 29 años que ha recorrido Europa y Norteamérica «sueña con volver y abrir una cervecera en su casa»marisol mattos
Lunes, 22 de julio 2019, 00:00
Decía Homer Simpson que «la cerveza es la causa y solución de todos los problemas de la vida». Para Beinat Gutiérrez, de 29 años ... y afincado en Polonia, esta bebida ha sido solo el origen de sus aventuras. Este zornotzarra ha recorrido casi toda Europa y Norteamérica de la mano de una cerveza, aunque no literalmente. Actualmente, es el cervecero y manager de nuevos proyectos en la empresa Stu Mostow de Breslavia.
Su travesía empezó oficialmente en Alemania. Estudió en la Escuela de Cerveceros de Munich y se tituló como cervecero y maltero. Tras cinco años de formación y trabajo se mudó a Bavaria con el mismo objetivo: elaborar cervezas artesanales. También estuvo al frente de la producción de la cerveza navarra Naparbier durante tres años hasta que una nueva propuesta inmersa en lúpulos y cebada imprimieron un nuevo rumbo a su viaje. «Tengo la suerte o la desgracia de que mi trabajo es al mismo tiempo una gran afición», confiesa.
La mayor parte de sus días en la llamada 'Venecia de Polonia' los dedica a leer libros y artículos sobre fermentación. «Es un trabajo bastante cambiante. Entre 100% oficina o 100% producción», explica. Sin embargo, le gusta ir pronto a la fábrica para macerar la cerveza y «pasar una o dos horas bebiendo café y trabajando en el ordenador». Retorna a casa entre las 3 y las 5 de la tarde, se pone el reloj y se echa a andar en bici unas horas. Para cuando tiene que dormir le ha pillado la hora de la cena y recoger todo. «Últimamente tengo la sensación de que el día tendría que tener 48 horas para poder hacer todo lo que quiero», anota.
Nivel de inglés alto
Para ubicarnos en el mapa, en 2016, Breslavia se convirtió en la Capital Europea de la Cultura, título que compartió con San Sebastián. La ciudad está bañada por el río Odra y está conectada con más de un centenar de puentes. «Aunque sea la ciudad con más sol de Polonia, llueve bastante y en eso se parece mucho a Bizkaia», cuenta. Y con un núcleo urbano en el que, como describe, es improbable ver una colilla o cigarro en el suelo. «Quizá por su pasado, el polaco ve la vida desde un punto de vista muy melancólico, a veces hasta quejica. A diferencia de nosotros, que intentamos ver la vida de un modo más optimista», reconoce.
A Beinat le resulta «imposible quedar para cenar con un amigo» por la diferencia de horarios. «¡Parece que siempre voy tarde! Me he quedado sin cenar más de una vez porque a las 21.00 horas resulta que la cocina está cerrando», sonríe. Aunque se suele «amoldar muy bien» a la vida de otros países, le llamó la atención el mal estado de las aceras. «Me pasé un mes tropezándome y con dolor de tobillos al llegar».
El idioma todavía es una asignatura pendiente en su lista de deberes. «Está siendo un proceso más complicado... el polaco es muy diferente y difícil de aprender. Por ahora, intento sobrevivir con básicos del día a día», admite. No obstante, el dominio del inglés de la mayoría de la población, sobre todo de la gente joven, ha jugado a su favor para comunicarse sin problema.
La nostalgia inunda sus pensamientos cuando escucha Berri Txarrak, Kuraia o Lisabo. «Echo de menos los momentos con mi familia y mis amigos. Cuando vives allí no aprecias lo suficiente cosas como salir a tomar algo por Amorebieta o ir a la playa de Laga. Incluso las montañas, ya que el área de Breslavia es muy llana», dice. El vizcaíno ha sido un buen difusor de los atractivos turísticos del País Vasco. «Más de uno ha vuelto encantado. Cuando les digo de dónde soy lo relacionan mucho con el fútbol. Una pena que yo no sepa mucho del tema para seguirles la conversación».
- ¿Piensas regresar?
- Algún día... mi sueño sería poder abrir mi propia cervecera en casa. ¡Quizá todo el mundo que lea esto pueda hacer el pequeño esfuerzo de beber un poco más de cerveza artesanal para facilitar eso!
«Soy un friki de la fermentación»
Beinat abre el dilema entre una cerveza o un txakoli. «Como friki de la fermentación me encanta la cultura del vino y sagardo que tenemos en Euskal Herria. Sobre todo en la sidra somos un ejemplo. Algo que ni sabemos en casa», sentencia. Pero para este joven, «la cerveza tiene algo especial». Señala que es mucho más flexible que cualquier otra bebida. «Es increíble el juego que puede dar usando solo 4 ingredientes (agua, cereal malteado, lúpulo y levadura)». Y si se añaden texturas, perfiles aromáticos, sabores, especias, plantas o frutas. ¡Las combinaciones son infinitas!», se emociona. Y entre esa conspiración de sabores no tiene duda. «Creo que hay una para cada momento y persona. Así que sí, me quedo con la cerveza sin dudarlo».
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