Los temporales obligarán a alargar 3 años las obras del cable submarino entre Gatika y Francia
Los trabajos arrancarán en 2023 y se paralizarán en invierno porque instalar el tendido eléctrico de 390 kilómetros requiere un Cantábrico en calma
La interconexión eléctrica entre España y Francia desde Gatika a Burdeos mira de reojo al mar. El proyecto, convertido en estratégico para disminuir el aislamiento ... energético de nuestro país -pasará a estar conectado a la autopista eléctrica europea-, empezará a tejer esta red en 2023. La complejidad de los trabajos no radica solo en la extensión del cable, 390 kilómetros entre ambos puntos, sino en su camino. Avanzará en su mayor parte desde el fondo marino, lo que obligará a estar pendientes de las condiciones del mar.
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Está previsto que su construcción dure tres años. Un calendario más dilatado que en otros casos debido a las características de esta costa. Es más, las obras se paralizarán en invierno, durante los meses de mayores temporales que harían muy complicado avanzar. «Es un proyecto muy singular y muy técnico. Obliga a ser muy minucioso», explica Antonio González, delegado norte de Red Eléctrica de España.
Y requerirá para ello de la maquinaria más puntera del sector. No solo se trabajará con un barco específico para esta tarea sino que se empleará un geolocalizador para colocar la conducción con suma precisión en los puntos fijados con anterioridad. «El tendido no se deja caer al azar. Estará georreferenciado a tiempo real y en caso de error, se recogerá para volver a colocarlo». De ahí que se requiera un estado óptimo del mar para poder trabajar correctamente.
No obstante, esto no es algo ajeno al proyecto. Durante su redacción ya se tuvieron en cuenta las características del Cantábrico. Sabían que el desafío sería mayor. ¿Se podrá acelerar? Sí, siempre y cuando las condiciones sean las óptimas. Aunque tampoco serán grandes avances, todo está medido al milímetro y no se quiere dar ningún paso en falso.
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Esos primeros avances se darán en suelo firme, desde la estación conversora que se ubicará en Gatika, en la antigua subestación de la central nuclear de Lemoiz. A medida que se vaya soterrando el cable (a 1,5 metros bajo tierra) se irá avanzando sobre terreno. La salida al mar se llevará a cabo mediante la perforación horizontal dirigida desde los antiguos depósitos de agua.
Un barco especial y varios submarinos pequeños efectuarán su instalación en el lecho marino
A 134 metros de profundidad
En ese momento, las esperanzas de Inelfe, una empresa mixta creada a partes iguales entre Red Eléctrica de España y su homólogo francés, se fijarán en el lecho marino, donde descansará gran parte del proyecto. Será la fase más compleja y son pocas las manos capacitadas para desarrollarla. «El tendido cuelga del barco y podría lastrarlo, pesa tanto que hasta podría hundirlo. Solo hay tres en el mundo capacitados para este trabajo», explica González.
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Lo mismo ocurre con el cable, fabricado expresamente para la ocasión. «Está diseñado para estas condiciones: tipo de mar, profundidad, capacidad de conducción… Las reservas -también del barco- han de realizarse con años de antelación».
Los primeros metros en el mar se trabajarán con unos buceadores que ayudarán a soterrar la conducción eléctrica. A medida que el tendido se vaya alejando de la costa -la bordeará a unos 2,5 kilómetros de distancia- esa tarea recaerá en las manos de unos minisubmarinos que emplearán agua a presión para trazar la zanja en la que se depositará el cable. Se alcanzará una profundidad máxima de 134 metros.
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Este 'puente' permitirá que España pueda abastecerse del resto del sistema eléctrico de la comunidad europea para «consumir siempre la (energía) más barata del mercado». Una libre circulación que equiparará su precio al del resto de la Unión.
A este lado de la frontera, el final del recorrido será Gatika, desde donde se distribuirá al resto del país. Aunque el camino también será inverso, ya que actuará como vía de exportación. Transportará 2.000 megavatios, tanta energía como la producida por cinco molinos eléctricos o dos centrales nucleares, con lo que se garantizará la respuesta durante los picos de mayor demanda; por ejemplo, en las olas de frío.
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