A Mertxe le han cedido un local en Sarriko para guardar lo que reciben. p. urresti

El sueño africano de Mertxe

Una bilbaína busca «personas con corazón» para enviar 40 toneladas de enseres a Burkina Faso a finales de mayo

itsaso álvarez

Domingo, 25 de abril 2021, 03:39

La bilbaína Mertxe Chacón, empleada de la limpieza en el hospital de Basurto, está convencida hasta las trancas de que, con un poco de ayuda, ... antes del 29 de mayo será capaz de llenar de ropa y enseres un contenedor de 40 toneladas que viajará, desde el Puerto de Bilbao, hasta una comunidad de niños huérfanos y a mujeres jóvenes abandonadas y repudiadas por sus familias de Burkina Faso. Suena muy fuerte, pero lo cierto es que Mertxe ya lo ha hecho antes y al principio casi sola, sacando dinero de sus ahorros para poder llegar a pagar los 7.800 euros que cuesta un contenedor de estas características. «Los burkineses viven sin apenas nada y cada cosa que reciben, por pequeña que sea, es un valioso regalo. Por ello no sólo recaudo dinero, sino utensilios, juguetes, medicinas, ropa, comida, material escolar y todo aquello que puede ayudar. Un material que a veces aquí tenemos guardado sin ningún uso ni valor. Pero allí, cambia vidas», subraya Chacón. Un buen día Mertxe pidió ayuda a sus contactos de Whatsapp y, de la noche a la mañana, su audio se hizo viral. Pero esto es casi el final de la historia. Veamos el principio.

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LOS DATOS

  • Para formar parte de este movimiento solidario, hacer donaciones o colaborar, hay que enviar un Whatsapp al 642 284 739.

  • Para costear el contenedor. Hay un número de cuenta habilitado en la web de Paka Nuga (www.pakanuga.org) para recabar el dinero con el que se pagará el contenedor que saldrá del Puerto de Bilbao.

«La primera vez que fui a Burkina fue en 2016, huyendo de las Navidades. Tras un divorcio muy duro, dejaron de ser unas fiestas que celebrar. Entonces, se me ocurrió sumarme como voluntaria a una ONG. Pero en ninguna les servía mi perfil. Yo no soy médica, enfermera ni maestra, yo soy una humilde limpiadora, no sé francés, no sé inglés, no cuadraba en ninguna organización». Hasta que una le escuchó con atención. «Di con un chico súper amable, le dije que no le iba a robar tiempo, porque yo hablo muy rápido». Y se explayó: «Yo soy Mertxe, una mujer de 51 años de Bilbao y quiero ayudar. Lo que me gustaría es cuidar niños. Puedo aportar muchos besos, muchos abrazos y toneladas de amor. 'Ostras, sí que tienes ganas de ayudar', me respondió. Y acabé en un orfanato de niñas de Uagadugú, la capital de Burkina Faso, aportando mi granito de arena a una congregación de religiosas. «Que sea lo que Dios quiera». Allí me encontré conmigo misma y lo que es más importante: mi propósito vital», explica con un torrente de voz y entre lágrimas. Mertxe «hizo montones de amigos, de Francia, de Bélgica...», y dio también con la horma de su zapato, Madi, un burkinés que le presentó a mucha gente local, a quien considera su hermano, y es su enlace en su proyecto vital.

«No hay intermediarios. Lo recogido llega a Uagadugú tal y como sale desde aquí»

«Le eché un órdago»

«Él se dedica a trasladar maquinaria y un día me dijo que iba a traer a Barcelona un contenedor para recoger ayuda humanitaria. Yo le eché un órdago. Le dije que en Bilbao éramos aún más generosos y que le iba a ayudar a llenarlo. Ahí estaba yo en mi casa sin saber cómo empezar. Y no se me ocurrió otra cosa que mandar un audio a mis contactos de Whatsapp pidiendo ayuda. Sentada en el sofá, con un café y un cigarrito, solté todo lo que necesitaba. A mediodía comenzó el bombardeo. El movimiento solidario que se generó me dejó helada. Me pasé días embalando cajas de ropa. Habilité una habitación en casa, luego se llenó mi salón, una amiga me dejó una lonja que en una semana se petó. Llegaban cosas de Bilbao y de todo el País Vasco, de Tenerife, de Barcelona, de Madrid, de Valencia...». Mertxe Chacón acabó llenando aquel contenedor... y después, otros dos, y rodeándose de un grupo de otras siete «almas buenas» como ella que formaron la ong Paka Nuga, que en el idioma morée significa «mano abierta». El que enviará ahora es el cuarto.

«Un empresario de Sarriko nos ha cedido una lonja donde estamos metiendo todo lo que va llegando. Quizá a veces uno se pregunta a dónde va su ayuda cuando hace una donación. Incluso eso le puede frenar a la hora de donar. Aquí no hay dudas porque no hay intermediarios. Los contenedores llegan a Uagadugú tal y como salen desde aquí», advierte Mertxe. Que ya no está sola. Con ella y con Madi están a pie de cañón, compaginándolo con sus respectivos trabajos, Irune, Julen, Javier, Jorge, Berna y Carlos. La Inmobiliaria Central, la Caja Laboral, la Librería Goya y Grúas Gorarte ya se han implicado en esta causa. Y con ellos personas anónimas a quienes Mertxe, con la voz entrecortada de la llorera, da gracias «a todo el mundo que escucha y ve desde el corazón».

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