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La procesión del Silencio a su llegada a la catedral, esta madrugada.

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La procesión del Silencio a su llegada a la catedral, esta madrugada. Julio Arrieta

El sonido del Silencio

Los pasos de los penitentes por las calles del Casco Viejo han compuesto la única banda sonora de la procesión de esta madrugada de Viernes Santo en Bilbao

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Viernes, 19 de abril 2019, 10:16

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El tiempo ha sido clemente. Los pronósticos hacían temer lo peor, sobre todo desde la suspensión ayer de la procesión de la Santa Cena, pero al final la del Silencio, la más singular del calendario de la Semana Santa bilbaína por su recogimiento, ha podido celebrarse esta madrugada sin necesidad de recurrir a los paraguas. Como explicaban –antes de empezar, que durante el transcurso no se habla– desde la Hermandad de Cofradías Penitenciales de la Villa de Bilbao, «esta es la única procesión que no se suspende nunca. Si llueve los cofrades salen de paisano, solo con la medalla de su respectiva cofradía».

También es la única «en la que cofrades y el público caminan juntos». Y así ha sido esta madrugada. Desde las 5.30 de la mañana y desde la parroquia de San Nicolás, en el Arenal, medio millar de personas de todas las edades ha recorrido el Casco Viejo, parte de Atxuri y un poquito de Bilbao la Vieja, ciñéndose al Sermón de las Siete Palabras, «que son las que, según los Evangelios, pronunció Jesús mientras estaba clavado en la Cruz», parando para rezar en la catedral de Santiago, los Santos Juanes, la iglesia de la Encarnación, las Siervas de Jesús y, ya de regreso, en San Nicolás.

Organizada por la Cofradía de Nuestra Señora de la Merced, la del Silencio «es una procesión que responde a los cánones medievales de la Semana Santa». No hay pasos, ni música, ni flores, solo silencio y oración. Buena parte de los cofrades caminan descubiertos, sin sus característicos capirotes completando sus hábitos. Se descubrían así muchísimos rostros llamativamente jóvenes y una presencia casi paritaria de mujeres. Hasta se podría decir que el 'casi' sobra.

Dados los pronósticos meteorológicos pesimistas, esta madrugada unos cuántos habían optado por venir de paisano: hoy se celebran otras dos procesiones, el Encuentro  (12.30 horas) y el santo Entierro (19.15), y no querían correr el riesgo de tener que participar en ellas con sus túnicas mojadas.

Vídeo. Penitentes, descalzos y con cadenas. Julio Arrieta

Imagen insólita

La hora, todo un desafío para los más dormilones, y la falta de complementos artísticos hace que esta procesión transcurra en una extraña intimidad multitudinaria. Hay mucha gente pero están solos con su fe. No hay turistas, ni curiosos, ni observadores casuales y se intuye que tras las persianas bajadas los vecinos duermen. No se ve el habitual brillo de decenas de teléfonos móviles grabándolo todo. Como mucho, suele contar con el acompañamiento de media docena de fotógrafos aficionados o profesionales captando las imágenes insólitas del Casco Viejo que produce el paso de esta procesión. Pero hoy este acompañamiento se ha visto reducido a apenas dos individuos.

Tampoco ha sido muy nutrida la representación de la otra 'procesión', que coincide inevitablemente con la del Silencio por cuestión de horarios: la de los juerguistas que regresan en no muy buen estado a sus casas. «¡Ahí va, qué heavy!», ha balbuceado uno que se ha encontrado con la larguísima fila de cofrades y fieles cuando ha doblado una esquina frente a los Santos Juanes. Otro pequeño grupo ha lanzado algún comentario de burla no especialmente ocurrente junto las Siervas de Jesús. Sucede todos los años y es posible que a estas alturas los cofrades lo sobrelleven como parte de su penitencia.

Vídeo. Penitentes pasan por la iglesia de San Antón. Julio Arrieta

En cuanto a las penitencias de verdad, algunos cofrades han cargado sus cruces, otros han arrastrado cadenas atadas a los tobillos de sus pies descalzos. El sonido del Silencio ha sido el de estos hierros, reproducido por el eco del casco viejo. No ha habido más banda sonora en todo el recorrido hasta que la ciudad ha empezado a despertar: primero un vehículo de Bilbao Garbi que pasaba por Bidebarrieta, después la persiana de un bar que abría, luego los pasos de un grupo de peregrinos a Santiago, ladridos de perros en su primer paseo de la jornada... los ruidos urbanos han ido multiplicándose a medida que avanzaba el reloj y la procesión avanzaba, siempre silenciosa. Cuando ha concluido en San Nicolás ya era de día.

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