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david s. olabarri / fermín apezteguia
Sábado, 5 de noviembre 2016, 01:55
La Ertzaintza investiga si tras el suicidio de un niño de 12 años ocurrido el pasado miércoles en Eibar late un trágico episodio de acoso infantil. El infortunado menor dejó escrita una nota de despedida en la que responsabiliza a tres compañeros del equipo de balonmano en el que jugaba de su decisión de quitarse la vida. Unai entrenó el miércoles con ellos y después se arrojó por la ventana de su casa. En su escrito, el pequeño niega haber insultado o calumniado a nadie, como al parecer le recriminaban los supuestos acosadores. La Policía vasca no descarta de momento ninguna hipótesis -tampoco que los menores aludidos no tengan ninguna responsabilidad en lo ocurrido- y sigue investigando una muerte que ha conmocionado no sólo a los vecinos de Eibar, sino también a los de los municipios de la zona.
La Ertzaintza, en coordinación con la Fiscalía de Menores, está tomando declaración a todos los que se movían en el entorno de Unai para tratar de llegar al fondo del asunto. Las fuentes consultadas por EL CORREO insistieron ayer en que no se descarta ninguna línea de investigación y tampoco se da certeza a la hipótesis del acoso. En el supuesto de que se determine que existió bullying, se deberá esclarecer si el niño era hostigado en el equipo de balonmano con el que entrenaba algunas tardes desde hace un par de meses o si el acoso se producía en el instituto público donde estudiaba. Unai había cambiado este curso de colegio al pasar de educación infantil a primero de la ESO. La investigación pretende descubrir también si esta situación venía de tiempo atrás.
Lo que sí está confirmado es que no constan denuncias previas en la Ertzaintza, ni en el colegio ni ante la Inspección de Educación que pudieran haber dado la alerta. Y otra certeza: el niño de 12 años decidió quitarse la vida porque se sentía acosado, aunque no se sepan hasta ahora los motivos que tenía para ello. Desde el Departamento de Seguridad se limitaron a confirmar ayer que el asunto «está en investigación», mientras que un portavoz de la consejería de Educación fue un paso más allá y negó que la víctima sufriese acoso en las aulas. ¿Y fuera de ellas? «Ese es otro tema», zanjó. Tampoco los padres, sobrecogidos por lo ocurrido, han querido hacer ningún tipo de declaración.
Muchos de los que conocían a Unai le definen como un niño «muy sensible, inteligente y extremadamente introvertido». Había empezado a jugar a balonmano este curso, aunque el año pasado -en el que se dedicó sobre todo al waterpolo- ya compartió varios entrenamientos con el Eibarko Eskubaloia. Desde esta entidad deportiva rechazaron ayer con contundencia que fuera objeto de agresiones o trato vejatorio por parte de otros menores.
La Policía vasca también ha reconstruido las últimas horas de Unai antes de suicidarse. Después de ir a clase el pasado miércoles se dirigió a entrenar con su equipo de balonmano. Completó los ejercicios y se fue a su casa, situada en las Torres Urkizu, sobre las 16.30 horas. Al parecer el crío decidió no ducharse en el vestuario con los demás para hacerlo luego en su domicilio. Nadie detectó nada raro en su actitud, acostumbrados a su habitual timidez, que hacía que muchas veces tuvieran que animarle incluso a salir a la calle.
Incógnitas
Unai se despidió de otro chico «como cualquier otro día» y se fue a casa, donde le esperaba su abuela al encontrarse sus padres trabajando. Cuando se quedó solo -su abuela se marchó a buscar a su hermana de 9 años al colegio-, el pequeño tuvo que verse sumido en una desesperación incontrolable para arrojarse por la ventana de la vivienda. Eran las 17.30 horas.
Varios agentes acudieron al día siguiente al centro escolar para hablar con los responsables del instituto y algunos docentes. La propia dirección convocó un minuto de silencio en memoria del infortunado alumno. Los investigadores pasaron allí muchas horas recabando testimonios y también han entrevistado a los padres de los compañeros de Unai y a diversas personas de su entorno. Lo que ayer no se había hecho todavía era hablar con los menores señalados en la nota para conocer su versión de lo ocurrido. También se considera determinante aclarar a quién se refería exactamente cuando escribió que él no había calumniado a nadie.
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