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Imagen de los presuntos violadores de una joven en Pamplona.
Los violadores de San Fermín: el cruel código de 'La Manada'

Los violadores de San Fermín: el cruel código de 'La Manada'

El análisis a la luz de la psicología forense de los 'whatsapp' y los ritos de los presuntos asaltantes a una joven en las fiestas de Pamplona y a otra en Córdoba desvela su perfil psicópata y depredador

óscar b. de otálora

Jueves, 6 de octubre 2016, 02:11

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Cuatro de los cinco jóvenes sevillanos acusados de cometer una violación en grupo a una joven en los festejos de San Fermín de este año han sido acusados también de haber abusado en Córdoba, en el mes de mayo, de una chica a la que previamente habían drogado. Estos hechos están saliendo a la luz gracias al examen de los teléfonos móviles de los detenidos, ya que no sólo grababan en vídeo los ataques, sino que los comentaban y compartían con amigos. Los códigos especiales y los términos que empleaban en estas conversaciones desvelan, a la luz de la psicología forense, que detrás de sus agresiones se esconde un comportamiento psicopático. El perfil personal que asoma en estos mensajes, según la experta Timanfaya Hernández, indica que los supuestos autores tenían «una actitud animal y primaria, obsesionados por pertenecer a un grupo violento que reforzase su identidad y para quienes el sexo solo era un elemento para humillar a sus víctimas». Estos son algunos de los detalles de su comportamiento que apuntalan esta teoría.

'Manada'

Al foro de 'WhatsApp' en el que comentaron la violación le habían puesto el nombre de 'Manada'. «Es totalmente simbólico. No hay nada más revelador de su actitud que el ponerse un nombre que remite a algo primario y animal. Pero también revela su obsesión por pertenecer a un grupo que se cohesiona a través de actuaciones violentas y delictivas», explica Timanfaya Hernández. Esta intención de actuar como una manada podría revelar también, a la luz de la psicología forense, que los autores «tienen ciertas carencias como una baja autoestima, inseguridad, antecedentes de maltrato o entender la violencia como una motivación que sólo conseguían afrontar a través de un grupo de iguales», afirma Hernández. Otra de las implicaciones de la utilización de este término para definirse es que «sin duda, existe un líder, un macho alfa, al que los demás obedecen y adoran. Solo así se entiende que en un grupo de asaltantes ninguno reflexione sobre la barbaridad que están cometiendo».

El tatuaje

Uno de los agresores llevaba tatuado el lema: 'El poder del lobo reside en la manada'. Para Hernández, este hecho sigue poniendo de relieve que el grupo violento era el foro escogido por los asaltantes para socializarse «y que también lo habían creado para dotarse de una identidad. Si se lo tatuaban era porque para ellos era lo que les definía como personas». Estas enseñas grupales son las mismos que utilizan grupos criminales como las maras o la mafia japonesa, la yakuza, y revelan esa unión por el delito de los componentes de la manada y su necesidad de que su identidad se perfile por la pertenencia a la banda, según la psicóloga.

'La bella durmiente'

  • En los foros denominaron a la joven de la que abusaron en Córdoba, a la que al parecer habían drogado, como 'La bella durmiente'. Según Timanfaya Hernández, en los comportamientos psicopáticos de este tipo «se utilizan apodos peyorativos para deshumanizar a las víctimas. Buscan que exista un distanciamiento hasta el punto en que dejan de verlos como seres humanos para prescindir así de toda empatía con la persona a la que saben que van a hacer daño». En otros de las conversaciones, por ejemplo, decían que querían buscar «una gorda» para abusar de ella.

El vídeo

Los agresores, según las acusaciones judiciales, grabaron en vídeo sus agresiones sexuales y las compartieron entre ellos y con otros miembros del foro que no habían estado presentes en los ataques de Pamplona y de Córdoba. Según Timanfaya Hernández, esta obsesión por filmarse revela algo más que el narcisismo de los asaltantes. «En las imágenes que han trascendido parece que se esfuerzan en ser reconocidos, no ocultan su rostro. Lo que se desvela es que buscaban ganarse un 'status' dentro del grupo, demostrando que podían cometer los mismos actos horrendos que quienes ellos consideraban líderes». Para la experta, el hecho de que antes del ataque de San Fermín ya hubieran perpetrado presuntamente otro en Córdoba «era lo esperable, porque este tipo de agresores ha comenzado haciendo pruebas, ensayando sus ataques. En estos grupos, por ejemplo, son muy habituales los ritos de paso vinculados a la violencia», agrega.

'Peligro'

Uno de los foros de 'WhatsApp' que utilizaban los presuntos agresores tenía como título 'Peligro', presuntamente, porque eran conscientes de que lo que veían y comentaban era delito. Para Timanfaya Hernández, este hecho es muy significativo. «A veces hay una cierta tentación a creer que este tipo de violadores son personas con una problemática que les hace inimputables. Eso suele ser falso. Son plenamente conscientes de que sus actos son delictivos», señala.

'Burundanga'

En sus foros de mensajería instantánea, los agresores comentaban que iban a comprar burundanga -la droga que supuestamente anula la voluntad-, en una conversación de la que se deduce que pretendían utilizarla con sus hipotéticas víctimas. En opinión de la psicóloga forense, lo que buscaban también era la «dominación por el engaño» al utilizar esta sustancia para impedir que sus víctimas se resistan. La experta considera que también se debe tener en cuenta que en muchas ocasiones las agresiones se desarrollan en un contexto de consumo de alcohol y drogas. «Es un ambiente en el que los impulsos se desatan. Un cóctel que hace que los violentos actúen aún de una forma más primaria», indica.

La felación

En sus conversaciones por 'WhatsApp' y en las descripciones de sus comportamientos que aparecen en los autos judiciales se muestra la obsesión de los presuntos agresores por las felaciones. En el caso del ataque de Córdoba, según el juez, cuando uno de ellos le dijo a la víctima que le realizara esta práctica sexual y ella se negó, el agresor comenzó a golpearla y la arrojó del coche en que se encontraban. «Esta actitud vuelve a demostrar que no les interesaba el sexo, sino el ejercicio de poder. Obligar a una víctima a practicar una felación es algo mucho más macabro que la violación, puesto que obliga a la víctima a ser activa y hacer algo que no quiere. No es solo una víctima pasiva», subraya la psicóloga forense. En opinión de Timanfaya Hernández, este rasgo denota que se trataba de depredadores para quienes humillar y destrozar a una persona «es más importante que el sexo».

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