Borrar
Duñabeitia en una de las aulas del centro de investigación cognitiva (BCBL).
Se buscan cerebros de más de 65 años en Euskadi para investigar el lenguaje

Se buscan cerebros de más de 65 años en Euskadi para investigar el lenguaje

Investigadores del BCBL ponen el foco por vez primera en las personas mayores «que, a pesar de perder otras facultades, siguen siendo bilingües»

amalia ibargutxi

Lunes, 29 de mayo 2017, 02:10

«Para entender el cerebro humano hace falta estudiarlos todos». Por eso, Jon Andoni Duñabeitia, experto en neurociencia cognitiva del lenguaje, y su equipo de investigadores del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) buscan voluntarios para dos investigaciones que ponen el foco, por vez primera, en los más mayores de la sociedad. El objetivo, comprender las diferencias en el procesamiento del lenguaje.

¿Por qué han decidido estudiar el cerebro adulto?

Hasta ahora se conoce bien, se ha estudiado a fondo, el cerebro del adulto medio. Es decir, el de jóvenes veinteañeros universitarios. Los principales estudios se hacen en centros de investigación de universidades, formadas por este mismo perfil de gente joven. Los estudian y les hacen pruebas cuyos resultados son extrapolables a ellos, pero no al resto. Hay otra línea de investigación muy fuerte, que es la de los niños que están en edad de adquirir lenguaje. Lo que resulta después de todo esto es un sector de la sociedad sin estudiar, que es el de las personas de edad avanzada. A día de hoy no conocemos el desarrollo cognitivo del envejecimiento no patológico. Sabemos mucho de enfermedades neurodegenerativas como la demencia o el alzhéimer, pero el cerebro estándar de la misma edad sigue siendo desconocido.

¿En qué se centran las investigaciones?

Uno se hace con monolingües y otro con bilingües. En los cerebros que, a pesar de haber empezado a ralentizarse, mantienen una o varias lenguas casi intactas y que se gestionan igual de bien que cuando tenían 30 o 40 años. En el sistema que está en declive pero mantiene la lengua casi ilesa.

¿En el caso de los adultos con enfermedades neurodegenerativas sucede igual o pierden capacidades lingüísticas?

El lenguaje no está representado en un punto fijo del cerebro, sino en forma de red. Toma referencias del sistema visual, del auditivo, de sistemas de atención, de memoria... Entonces, claro, cuando uno de ellos o varios fallan, el lenguaje se ve afectado. Las consecuencias de estas enfermedades se ven en las manifestaciones verbales de las personas. Por eso, el lenguaje es una vía de entrada para detectar problemas de carácter neurocognitivo. En el envejecimiento no patológico lo que pasa es que el sistema no está en el pico de sus capacidades, está en declive, pero aun así funciona óptimamente en sociedad y no es diagnóstico de nada. Tiene sus características lingüísticas concretas, pero a pesar de todo, el lenguaje no se ve dañado.

¿Qué pruebas deben pasar los voluntarios?

Tanto los monolingües como los bilingües se someten a preguntas sencillas. Se les pide que identifiquen una serie de objetos, en euskera, castellano o ambos. Luego, lo mismo pero visual o auditivamente. Esta prueba quiere entender cómo funcionan los niveles del lenguaje, desde la morfología y la fonología hasta las sílabas, las palabras y la semántica de las mismas, los sentimientos que encierran. Entenderlo en cerebros que superan los 65 años.

¿Deben tener alguna cualidad más?

En absoluto. Las pruebas miden la percepción del lenguaje. No se miden aciertos ni errores, no es un examen. Solo una hora de preguntas para conocer el procesamiento del lenguaje en los mayores y compararlo con jóvenes y niños. Queremos hacer un llamamiento social, porque sabemos que es algo que requiere su tiempo. Lo que no quiere decir que sean pruebas difíciles, porque no lo son.

¿Hacia dónde creen que apuntarán los resultados?

Lo que sabemos del campo científico es que la capacidad de acceso al lenguaje no se pierde. No perdemos sílabas, ni letras, ni sonidos, ni palabras. De hecho, siempre seguimos aprendiendo. Lo que sí podemos perder es el acceso a ellas, por un sistema sensorial que está en declive. Ya no leemos igual de bien, pero porque no vemos bien, no por no entender lo que pone.

En la línea del multilingüismo, ¿qué persigue la investigación?

Actualmente hay un debate sobre la mesa, que es el de la ventaja bilingüe. De ser cierto, esto significaría que las personas bilingües tienen una gran capacidad de atención, derivada de estar pendientes de quién tienen delante y cómo le tienen que hablar. Esto no es un mecanismo lingüístico. Es una capacidad de gestión, que es lo que perdemos con la edad. Ahí queremos centrarnos, en ese momento en el que a pesar de esa pérdida de habilidades, el bilingüe sigue siéndolo sin apenas problema.

¿Significa eso que utilizamos, por elección, una lengua u otra?

No de forma consciente, pero sí. El control lingüístico es como un gerente que decide qué departamento va a trabajar en cada momento, si el idioma A o el B. Ese gerente es alingüístico, es decir, no es propio de la lengua. Es lo que nos permite hacer dos cosas a la vez, hacer malabarismos lingüísticos sin coste aparente.

Pero sí se pierden algunas capacidades.

Se acentúan los patrones que utilizamos. Pasamos a hacer diglosia, que consiste en utilizar un idioma en cada contexto. Parece que durante el envejecimiento nos hacemos más diglósicos. Relacionamos contextos y lenguas porque nos relaja. Esto en la juventud se nota menos porque estamos en el pico de nuestras capacidades, pero siempre está ahí.

¿La clave, entonces, está en por qué el deterioro general de la edad adulta no afecta al multilingüismo?

Eso es.

¿Cuál es perfil de los bilingües que buscan?

Tomamos información del contexto sociolingüístico de las personas y las dividimos por grupos. Necesitamos nativos de ambas lenguas euskera y castellano y bilingües secuenciales, es decir, personas que hablaban una lengua y después aprendieron la otra. Para que los grupos sean homogéneos, necesitamos que colaboren, por lo menos, 100 personas. Ahí entran también los monolingües.

¿Cuesta animar a las personas a que participen?

Depende. Sobre todo las generaciones más jóvenes, o los niños, son muy responsivas. Confían en el avance científico. A los más mayores no hemos sabido llegar.

¿Qué hace que su colaboración sea tan necesaria?

No buscamos mejorar al universitario guapo, rico y estándar, ese ya está bien. Queremos estudiar el cerebro mayor para que el día que algo falle, sepamos arreglarlo. Falta mucha información respecto al declive cognitivo y cuando estudias algo tan complejo como el cerebro, puede ser más fácil entenderlo basándote en lo que falla que en lo que no, porque se abren vías deacceso.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Se buscan cerebros de más de 65 años en Euskadi para investigar el lenguaje