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Fermín Apezteguia
Miércoles, 20 de enero 2016, 02:08
El escorbuto, una enfermedad muy rara en la sociedad occidental provocada por la falta de vitamina C, ha vuelto a España de la manera más extraña. Un bebé de Valencia de menos de un año contrajo la patología, tras haber sustituido el biberón por un preparado a base de leche de soja cuando la criatura tenía sólo dos meses y medio de vida. Este cambio de dieta, recomendada a la familia por un médico, va en contra de las más básicas directrices internacionales sobre alimentación pediátrica, incluidas las emanadas por la Organización Mundial de la Salud. Ningún bebé, según recordaron ayer especialistas consultados por EL CORREO, debe ser alimentado hasta los cuatro meses con otra cosa que no sea leche materna o, en su defecto, leche de fórmula, diseñada especialmente para la preparación de biberones infantiles.
«Hasta los cuatro meses, el intestino humano sólo es capaz de asimilar leche y agua. Como mamíferos, nuestro primer alimento debe ser preferentemente el lácteo materno, que es nuestro producto natural. No se conoce ningún bebé mono que se alimente de leche de almendras», ironizó la endocrinóloga pediátrica Amaia Vela, del hospital IMQ Zorrotzaurre.
El caso del bebé valenciano, tratado en el hospital La Fe, se publica estos días en la reconocida revista Pediatrics. El crío, según detalla el especialista Isidro Vitoria, autor del artículo, comenzó a tener problemas de crecimiento a los once meses. A los seis, su madre había comenzado a ofrecerle frutas, verduras y legumbres, pero el chiquillo se negaba en rotundo a tomárselas.
Cinco meses después, saltaron las alarmas. El crío dejó de crecer y se encontraba cansado y permenentemente irritado. Habían intentado que comenzara a caminar, pero era imposible, porque se negaba a apoyar sus piernas sobre el suelo y lloraba incluso cuando se las movía algún adulto. Estaba inconsolable.
Los análisis en el hospital detectaron niveles atípicos de zinc, vitamina C y D y de la hormona del tiroides. El bebé había perdido mucha masa ósea y presentaba fracturas en las piernas y la espalda. Evidenciaba un cuadro que se diagnosticó como escorbuto, una enfermedad que aún es muy común en zonas de Asia, África y América Latina, pero que en sociedades donde es más fácil acceder a una dieta sana y equilibrada hace tiempo que es una excepción. «En los últimos años hemos visto casos de raquitismo, por falta de vitamina D, en poblaciones magrebíes y de raza negra, pero de escorbuto no he conocido ninguno», explica la facultativa vizcaína, de larga trayectoria profesional.
Un error
¿Qué desencadenó la enfermedad del bebe? Lo que se sabe es que el niño sufrió una inflamación en la piel cuando tenía dos meses y medio y un médico aconsejó a su madre que lo alimentara a diario con un preparado líquido a base de leche y harina de almendra, polvo de sésamo, malta de arroz integral, mijo y varios productos probióticos.
Fue un error. La alimentación del bebé debe realizarse exclusivamente con leche, materna o adaptada, hasta los cuatro meses y, «mejor», hasta los seis. A partir del medio año, comienzan a introducirse de modo paulatino el resto de alimentos. «Sólo recetaría leche de almendra a un crío como ultimísimo remedio. Podría darse a partir de los 18 meses, si se dan otros lácteos, como dos yogures al día; pero yo no soy partidaria de leches de almendra, soja o similares», añadió la experta.
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