La hepatitis desaparecerá de Euskadi en dos años
Los primeros resultados apuntan a que la 'nueva penicilina' está curando al 88% de los pacientes, muy por encima de lo que esperaba Osakidetza
Fermín Apezteguia
Jueves, 8 de octubre 2015, 00:53
«Con la hepatitis C vamos a asistir a algo que solo ocurre de forma ocasional en la historia de la Medicina. Tenemos ante nosotros ... la posibilidad de hacer desaparecer una enfermedad». El coordinador de la estrategia vasca de la hepatitis C, Daniel Zulaika, se mostró ayer así de optimista al valorar en el Parlamento los resultados obtenidos en el primer año de aplicación de las nuevas terapias contra la infección. El director de Asistencia Sanitaria, Antonio Arraiza, se atrevió incluso a fijar una fecha para la erradicación del virus. «Quizá quede algún caso para 2017», se atrevió a comprometerse, a pesar de que, según reconoció, el departamento de Salud ignora aún el número de infectados que viven en Euskadi. «Es como si me pregunta usted cuántos van a coger la gripe este año. No lo sabemos», contestó Arraiza ante la insistencia de la oposición.
Ambos especialistas acompañaron al viceconsejero de Salud, Guillermo Viñegra, que llevó buenas noticias a la comisión de Sanidad de la Cámara vasca. El dirigente peneuvista aseguró que se ha tratado ya con los modernos cócteles de fármacos a un total de 1.402 afectados, lo que representa casi el 60% del censo de pacientes de que dispone la red hospitalaria de Euskadi.
Se sospecha que el número de infectados es mayor, pero la institución no tiene certeza alguna sobre el alcance real de la epidemia. Para determinar la magnitud del problema, los representantes del departamento que dirige Jon Darpón desvelaron que Osakidetza está poniendo en marcha «una aplicación» de la que no se aportaron mayores detalles.
Los primeros curados
Un análisis de los primeros 157 pacientes que se han curado y que se han mantenido sin rastro alguno del virus en la sangre doce semanas después de terminado el tratamiento revela que el porcentaje de curación en el País Vasco llega al 88%. La cifra se encuentra ocho puntos por debajo de la media nacional (96%), difundida hace solo unos días por la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas, en base a un estudio con un grupo de 483 pacientes de 27 hospitales.
Los tratamientos clásicos, más complejos y con mayores efectos secundarios, tenían una eficacia del 50%, según se dijo ayer, aunque otros trabajos la sitúan entre el 30% y el 40%. «Las nuevas terapias curan en un porcentaje bastante mayor que las anteriores», reconoció el director de Asistencia Sanitaria, quien a finales del año pasado ponía en duda que la eficacia de los nuevos fármacos pudiera acercarse, como se ha visto, al 90%.
En función de estos resultados, el Servicio Vasco de Salud confía en terminar de atender a lo largo de 2016 a los 2.376 afectados que, según el censo hospitalario, tienen derecho a tratamiento. La estrategia nacional prevé que sean tratados todos los pacientes que presenten desde formas leves de la enfermedad (a partir de F2) hasta las más graves (F4, previa a cirrosis o cáncer).
La mayoría de los que están siendo atendidos se encuentran en la situación más complicada, es decir, pendientes de un trasplante de hígado o ya trasplantados. Osakidetza se plantea, una vez cubierto el compromiso inicial, extender el programa a prácticamente todos los afectados, lo que incluiría a los denominados F1 y muchos de los que se hallan en fase 0, que es la inicial.
Los resultados obtenidos han sorprendido a los propios gestores de la Sanidad vasca, que habían previsto una intervención mucho más discreta. Al presentar los presupuestos, Darpón se comprometió a tratar a 123 pacientes en 2015 y a dar «a quien lo necesitara» una «respuesta terapéutica», con la nueva penicilina o con las formulaciones clásicas. La cifra de enfermos atendidos (1.257) ha multiplicado aquella previsión por diez hasta el pasado 30 de septiembre. Viñegra estimó ayer que la inversión necesaria para cubrir el servicio rondará a final de año los 25 millones de euros.
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