«¿Qué pasa, que tengo que dar explicaciones por no beber?»
Cuatro adolescentes que figuran entre los diez mejores estudiantes de Bilbao debaten sobre la Lomce, el peligro de las redes sociales, el 'bullying', el botellón, Donald Trump...
Yolanda Veiga
Lunes, 27 de febrero 2017, 01:43
Patricia, Ane, Jon e Isabel pertenecen a esa generación que ha nacido con un móvil en la mano, ha crecido oyendo a los mayores hablar todo el tiempo de la maldita crisis, no hacen caso a la televisión porque lo que buscan lo encuentran en YouTube o en Instagram, imaginan un futuro fuera de España, no tienen paga pero sí dinero cuando lo necesitan y no se acuerdan de cuando en Euskadi se vivía con miedo por culpa de ETA. Esos son los rasgos generales, el traje que le ajusta a casi cualquier adolescente de 14 años, como ellos. Pero hay un rasgo concreto, diferenciador, que comparten los cuatro: son estudiantes de sobresaliente. Y están entre los diez mejores de Bilbao. Lo de mejor o peor es una manera de hablar y haría falta más de una prueba para evaluarlo, pero sirve la referencia. Ellos han hecho cinco exámenes y han ganado una de las diez Becas Viuda de Epalza que el Ayuntamiento de Bilbao ha repartido entre los 170 alumnos de 4º de la ESO que se han presentado. Eso les garantiza unos ingresos anuales de más de 400 euros durante la Secundaria y de 900 en los años de Universidad siempre que su nota media no baje del notable.
ELCORREO reúne una tarde, después de clase y de las extraescolares, a Ane Sainz de la Maza (CPEIPS Pureza de María), Patricia Gutiérrez (IES San Ignacio), María Isabel Rodríguez (CPEIPS La Inmaculada) y Jon Vivas (IES San Ignacio). Para que nos cuenten cómo se llega a ser el mejor, cómo se divierten el fin de semana, cómo se trata el 'bullying' en sus colegios, y la violencia machista, cuánto y cómo usan las redes sociales, qué opinan de Rajoy, de Pablo Iglesias o de Donald Trump... y qué quieren ser de mayores. Ya lo parecen, mayores. Y en dos minutos dinamitan el estereotipo del adolescente 'paso de todo'. «¿Qué es eso de 'nini'?», preguntan.
- ¿Alguna vez les han llamado 'empollones'?
Jon: Eso de 'empollón' tiene una connotación negativa pero yo no entiendo que se utilice como algo despectivo el hecho de que una persona estudie.
Patricia: A mí de pequeña sí me afectaba y quería dar la imagen contraria. Pero me he dado cuenta de que no es algo de lo que sentirse avergonzada. La gente no tiene reparo en decir que ha suspendido no sé qué examen pero si sacas todo 'dieces'...
Isabel: A mí si me dicen eso me da igual. Cada uno tiene unos objetivos en clase.
Ni Isabel ni ninguno conciben, con razón, que se afee a alguien que saque buenas notas. Y el asunto da pie a abordar el tema del 'bullying', tan desgraciadamente presente. La adolescencia es una de las fases en la que los chavales son más vulnerables, especialmente por el ciberacoso, pero ellos aseguran que no conocen casos cercanos. Los cuatro a una voz insisten en que las personas que sufren acoso escolar no se callen. «Si no, eso puede tener consecuencias a largo plazo, consecuencias psicológicas», apunta Patricia.
Otra forma de violencia, la que se ejerce contra las mujeres, un asunto que se aborda ya en las aulas. «La violencia de género más visible, la de los insultos o los golpes, es más fácil de detectar, pero hay otra violencia que es más sútil», explica Jon, y se apresura a dejar claro que él no es machista. «Ni yo, ni mis amigos. Si alguna vez se hace algún comentario respecto a las chicas siempre es desde la comicidad o la ironía».
Isabel: Pues en clase a veces se oyen comentarios que los dirán sin querer, pero son los típicos tópicos, y a veces hasta burradas.
Ane: Con este tema nos han metido mucho miedo a andar solas por la noche, aunque nunca me ha pasado nada. Y si por la calle alguien me hace algún comentario machista yo ni le miro a la cara.
Isabel: Pero es que a veces no solo son los chicos. También las chicas tienen pensamientos o actitudes machistas. Por ejemplo, en clase de gimnasia se organiza una carrera y gana una chica. Pues al chico que queda segundo siempre hay alguien que le dice: '¡Tze ha ganado una chica!'. Como si una chica no pudiera correr más que un chico.
Ane: Sí, y eso a veces lo dice hasta una chica. O se critican por la forma de vestir entre ellas...
Las actitudes machistas y de control están creciendo de forma alarmante entre los adolescentes y las redes sociales y el WhatsApp están brindando el escaparate perfecto para ejercer esta dominación. No la han sufrido ellas tres, ni la ha visto él. Les suena ajeno eso de mandar fotos subidas de tono por el móvil y aunque son usuarios más o menos activos de Instagram o Snapchat no parecen cuatro adolescentes a una pantalla pegados. De hecho, en la hora y media que dura la entrevista no sacan el móvil. Solo Isabel, pero para disculparse con su tía, que la está llamando: «Ahora no te puedo atender», se excusa. «Yo tengo móvil desde los 8 años, aunque casi no lo utilizo. Lo llevo a clase pero allí nunca lo miro, no nos dejan», cuenta Jon, al que el único reproche que le hacen en casa es que pasa «demasiado tiempo en el ordenador, a veces una tarde entera». Básicamente con juegos. «Tengo la cuenta de Twitter llena de polvo». Las chicas son un poco más activas, especialmente en Instagram, donde cuelgan «fotos bonitas», y eso que a Patricia al principio esta red social le parecía «más bien 'postureo'».
Por Instagram, por WhatsApp... organizan las quedadas con amigos. Y cualquiera se imagina enseguida una reunión enorme en torno al botellón, porque tienen 15 años. Pero hay excepciones. Por ejemplo, ellos cuatro. Ninguno bebe, ni siquiera de forma esporádica. Patricia sostiene que «la gente que saca mejores notas suele beber menos», una teoría que solo convence a medias a los demás.
Ane: Yo no necesito el alcohol para pasármelo bien pero beber está, entre comillas, bien visto. De hecho lo raro es no beber, la gente me pregunta: 'Ah, ¿pero tú no bebes?'. Y casi parece que tienes que darles explicaciones. Está tan normalizado...
Isabel: Es que llegas a unas fiestas y ves a chavales con coma etílico a las nueve de la noche.
Ane: Y lo peor es que la gente lo ve y dice: 'Ah, otro coma etílico', como si nada.
Isabel: ¡Si yo con una Coca-Cola ya estoy hiperactiva! jaja. Y mientras haya música, yo me divierto.
Patricia: Además si bebes se pierden neuronas. Oye, a mí eso me preocupa.
Los demás parece que acaban de reparar en ello. Pero en todo caso, otro argumento a favor. Así que el asunto del botellón se cierra rápido. Más se explayan con los estudios, aunque todavía tienen el futuro solo decidido a medias. Cuenta Ane que de niña quería ser profesora pero ya se le ha quitado la idea y hará «Ciencias o alguna Ingeniería». Es la línea general. «Yo me encaminaré hacia alguna carrera técnica», apunta Jon y bromeamos con que si quería ser futbolista de niño. «¿Futbolista? No. ¡Si ni siquiera me gusta el fútbol!». Isabel tiene «un cacao gordo», pero apuesta por uno de estos estudios nuevos, 'Liderazgo Emprendedor e Innovación'. Sabe que le va a costar, pero tiene el hábito de estudiar ya hecho: «Yo tengo interiorizado eso de 'No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy' porque no tengo mucho tiempo. Además de las clases hago natación sincronizada». Patricia confiesa que no es tan metódica y que es un poco «desorganizada», aunque esa falta de orden no se refleja luego en los exámenes. Nunca ha suspendido una sola asignatura. Ni ella ni los demás.
- Imaginad que estáis ya trabajando. ¿Cuánto consideráis que es un sueldo digno?
Jon: Con 1.000 euros para uno solo creo que está bien.
- Pero si pagas 650 de alquiler, 300 en comida, el móvil, el transporte...
Patricia: Yo creo que 1.500 euros ya es un sueldo digno.
Isabel: Pues yo solo con salir al mercado laboral ya me doy por contenta.
Ane: Es que al principio es normal que no ganes mucho.
Patricia: Ya, pero que se aprovechen de ti por ser principiante, tampoco.
Con las cosas del dinero andan un poco más perdidos, porque lo de la paga ya no se estila apenas. «A mí me dan 50 euros al mes, así que es como un sueldo. Pero un sueldo más bajo que el salario mínimo, claro, jaja. Aunque me llega porque de pequeña era como una hormiguita y ahorré. Eso sí, la Barik me la recargan mis padres», cuenta Patricia. Ane e Isabel no tienen paga asignada y Jon, 15 euros semanales. En todo caso, saben que la situación económica no es buena y que ellos, probablemente, lo tendrán complicado: «Yo llevo escuchando desde los 7 años que estamos en crisis», asegura Patricia.
¿Y la culpa de quién es? En la calle se le echa a los políticos pero estos adolescentes hablan con prudencia y reconocen que no están muy al día. «Lo más cercano que tenemos de la política es la Lomce del PP», se arranca Ane, y todos coinciden en que «no es normal estar cambiando todo el rato de sistema educativo». «Es que cambian las cosas para ponerlas peor. Yo no conozco a nadie que esté a favor de la Lomce», argumenta Patricia.
Patricia: La gente lo está pasando mal y los políticos parecen ajenos a todo. Eso lo digo porque me has preguntado por Rajoy.
Jon: Pero yo no creo que en política haya ni ángeles ni demonios tampoco.
- ¿Qué opináis de Pablo Iglesias?
Patricia: Se le puede achacar que es populista, porque igual dice cosas que luego no se pueden hacer, pero algo hará ¿no? Yo en algunas cosas le doy la razón.
- Donald Trump, el nuevo presidente de Estados Unidos... ¿Qué os parece?
Jon: Durante la campaña lo presentaron como una persona demoniaca que solo quería expulsar a los inmigrantes. Pero la gente le votó. A él le parecerá que puede hacer algo bien...
Isabel: Pues yo creo que de ahí no se puede sacar nada bueno.
Aún les quedan unos años para poder votar, y les va a venir bien ese tiempo para ir cogiendo posiciones en el espectro ideológico. Para ir leyendo periódicos, escuchando las noticias... A propósito de las noticias, les preguntamos por ETA, que ha protagonizado desgraciadamente tantos titulares. Se han cumplido ya cinco años del anuncio del cese de la actividad armada. Ellos tenían 9 años.
Ane: A mí me suena de haberlo vivido de muy pequeña, de verlo en las noticias, pero no se habla mucho de ello.
Jon: Es algo que aparecía en la tele.
Patricia: Es verdad que no se habla mucho, pero tampoco es un tabú. No es un tema a evitar. Al menos en mi familia.