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Urkullu jura su cargo como lehendakari con una mano sobre el Estatuto y la otra sobre un ejemplar del Fuero Viejo de Bizkaia.
Urkullu, el Fuero Viejo y la religión

Urkullu, el Fuero Viejo y la religión

El origen de las Juntas Generales de los tres territorios vascos está ligado a un rosario de ermitas

Pedro Ontoso

Sábado, 3 de diciembre 2016, 02:21

La solemne jura de Íñigo Urkullu en Gernika ha recuperado el debate sobre el papel de la religión en la política y en una sociedad secularizada. El lehendakari, que volvió a prescindir de la Biblia y el crucifijo, mantuvo la fórmula acuñada por Juan de Ajuriaguerra con la apelación a Dios, cambiando la palabra 'humillado' por 'humilde'. José Antonio Aguirre la utilizó en 1936 «como creyente» en una circunstancias muy distintas a las de hoy. Urkullu, que no esconde su sello socialcristiano, asume el texto en recuerdo y respeto a los antepasados, aunque lo actualiza por el empuje de la aconfesionalidad.

En el debate se destaca que se ha desprendido de la carga religiosa, como si fuera una pesada mochila, un lastre que hay que soltar porque puede resultar incómodo en una sociedad moderna. El Fuero Viejo del Señorío de Bizkaia es el símbolo de las libertades de los ciudadanos, que se sacraliza como un antecedente que debe perdurar en la memoria. El Fuero y las Juntas Generales de los tres territorios vascos tienen mucho que ver con escenarios eclesiásticos y con la decisión de los vecinos de configurar una comunidad con unas reglas de juego.

Si nos fijamos en Emile Durkheim, uno de los padres de la Sociología de la Religión junto a Auguste Comte y Max Weber, su significado viene por ahí. El filósofo francés define la religión como un sistema solidario de creencias, pero añade que se trata de un producto social que emana de la autoridad moral de la propia sociedad. Reflexiona de manera específica sobre esta cuestión y le da una extrema importancia: la religión sirve para construir vínculos sociales, es un factor clave para crear sociedad. Se esté de acuerdo o no con las posiciones de la Iglesia católica y de su jerarquía, no hay por qué dejar de reconocer que la experiencia religiosa ha estado también en la raíz de los sistemas normativos de nuestra convivencia.

Urkullu ha jurado sobre un ejemplar del Fuero Viejo de Bizkaia, una copia que data del 4 de noviembre de 1600 realizada por el escribano Juan Ruiz de Anguiz. Se trataba entonces de organizar una convivencia ordenada a través de unas 'leyes fundamentales'. Los diputados forales de Álava lo suelen hacer sobre un ejemplar de las Ordenanzas y Leyes del Cuarderno dada por el rey Enrique IV en 1463, confirmadas por los Reyes Católicos en 1488 y ratificadas por Carlos V en 1537.

El Fuero Viejo de Bizkaia se ecribe por primera vez, según han constatado los investigadores, el 21 de julio de 1452 tras una Junta General en Idoibalzaga, en Errigoiti, en el interior de la iglesia de Santa María de la Antigua, en Gernika. En Idoibalzaga se reunían los batzarres primitivos en un conjunto juradero que tenía humilladero, árbol e iglesia. Los humilladeros salpicaban la geografía vasca. Las Juntas extraordinarias de la merindad de Durango se celebraban en Gerediaga (Abadiño) al lado de la emita juradera de San Salvador y San Clemente, y de un crucero del siglo XVIII.

En Gipuzkoa, los procuradores se reunían en el coro de la iglesia de San Salvador de Guetaria. Algunas de las juntas extraordinarias tenían lugar en la iglesia de San Bartolomé de Bidania, ahora Bidegoian tras su unión con Goiatz (Tolosaldea), y en Azpeitia, en la ermita que acoge una preciosa imagen de la virgen de nuestra señora de Olatz. Tuve la ocasión de comprobarlo de manera reciente tras una visita al santuario de Loiola. El templo se levanta sobre una loma, entre caseríos, con una hermosa vista sobre el valle. A Ignacio de Loyola le gustaba caminar por esa ruta. En el exterior de la ermita existe un escudo en el que se recuerda que allí se reunían los junteros guipuzcoanos.

En Álava hay muchas versiones sobre el origen de la Juntas Generales, que algunos sitúan en la Cofradía de Arriaga, un nexo que niega, por ejemplo, José Ramón Díaz de Durana en un trabajo sobre el nacimiento y consolidación de las Juntas Generales de esta provincia. Bernardo Estornés, sin embargo, en la Auñamendi Eusko Entziklopedia, cita ya un documento de 1332 referido a la mencionada cofradía como el antecedente de la forma más antigua de regirse. Antes de la reunión propiamente dicha, tenía lugar una misa en la ermita de san Juan y se celebraba una procesión con la imagen de Nuestra Señora de Estíbaliz. Entre ambas media más de un siglo. Tras ese salto, la historia arrancaría en 1463 en un contexto de resolución de conflictos sociales. De esa fecha son las Ordenanzas. En cualquier caso, la Diputación renueva su mandato en la ermita juradera de san Juan de Arriaga, ubicada en el parque de su mismo nombre.

Algunos cronistas relatan que los procuradores de Álava acudían primero a misa antes de pasar al salón de sesiones, fruto de las costumbres de la época. De hecho, el Palacio de la Provincia, que se construyó en 1535, contaba con una capilla. Me lo cuenta Juan Antonio Zárate, amante de la historia de esta institución y expresidente de las Juntas Generales. En un momento determinado, se clausura el recinto religioso y se retiran los ornamentos litúrgicos casullas y vestimentas, así como algún retablo, que permanecen en en un almacén de la Diputación. En el habitáculo se refugian ahora técnicos y traductores. También se ha quitado la copia del Santo Cristo de Ribera (1850), del vitoriano Adrián de Aldecoa, y una imagen de la virgen de Estíbaliz que había en el salón de plenos.

La eliminación de símbolos religiosos de las instituciones ha ido in crescendo. En Gipuzkoa el Grupo Alternatiba promovió una iniciativa política para retirar los objetos de contenido religioso, que incluía, por ejemplo, un cuadro de san Ignacio de Loyola, de Elías Salaberria Inchaurrandieta, ubicado en un altar de la planta noble del palacio foral en la plaza de Gipuzkoa. La propia Diputación encargó en su día la obra al antiguo monaguillo del santuario del Santo Cristo de Lezo.

El caso es que Urkullu juró sobre el Fuero Viejo, lo que no deja de ser algo propio del Antiguo Régimen que se caracterizaba, entre otras cosas, por una identidad católica muy fuerte. Es un referente simbólico de la propia tradición del PNV, una forma de enganche con la Constitución, que reconoce los derechos históricos. La propia evolución del PNV ha seguido ese trazado, desde el tradicionalismo de Sabino Arana y la identificación con la democracia cristiana el exilio estuvo muy vinculado a ese sello a convertirse en un partido muy pragmático volcado en la gestión del país. ¿Un partido 'atrapalotodo', según la definición acuñada en su día por el polítólogo alemán de origen cristiano Otto Kirchheimer? ¿Los signos de identidad del PNV están ahora un poco más difuminados? Urkullu es el lehendakari de todos los vascos y tiene que acertar en su representación. Marcar ciertas distancias, pero sin romper del todo.

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