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Claves electorales en la Euskadi pos ETA

El cambio generacional, el desprestigio de la política, la crisis económica y la ausencia de violencia influirán en el nuevo mapa político

Pedro Ontoso

Miércoles, 15 de junio 2016, 00:32

¿Podemos hablar de un eclipse de la democracia o más bien de una crisis pasajera? Esta es una pregunta que marcó un debate reciente en Bilbao promovido por el colectivo Fe y Justicia y por la Asociación para la Formación y Estudios Sociales. Los organizadores se referían a la definición compartida por muchos de que se ha producido un crepúsculo de la democracia por su impotencia para cambiar las cosas y mantener una cohesión social y un sistema distributivo de la riqueza más justo. La repetición de elecciones en España ahonda ese diagnóstico y convierte el malestar en rebeldía. En Euskadi, esta crisis ¿tiene unas características propias?

Víctor Urrutia, catedrático de Sociología y exdirector del Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno vasco en la legislatura socialista, está acostumbrado a analizar los cambios sociopolíticos y a otear los nuevos paradigmas. El investigador, que también es miembro de Fe y Justicia, establece cuatro vectores en la situación tan compleja a la que se enfrentan los ciudadanos. El cambio generacional. El hartazgo de la política, que ha llegado a niveles de saturación por su ineficacia. La situación pos ETA, que dibuja un escenario distinto, y la crisis económica, con lo que supone de precariedad, pérdida de riqueza y caída del estado del bienestar. Pese a tratarse de unas elecciones generales, y de que Euskadi es un escenario peculiar el 'efecto contagio' es imposible de controlar.

El momento es muy delicado porque se ha producido una brecha generacional que se sustancia en una significativa transformación electoral. «Las nuevas generaciones han sido socializadas en el estado democrático, en la sociedad del bienestar, y no se han integrado en los sistemas tradicionales de participación política, que son los partidos», señala Urrutia. PNV, PP y PSE tienen una estructura muy parecida, con electorados muy viejos. Sus caladeros están por encima de los 45 años, y en algún caso, más allá de los 65. Sin embargo, la estructura electoral en los partidos emergentes, sobre todo en Podemos y en Ciudadanos, está dominada por generaciones más jóvenes, por debajo de los 40 años. En el caso de EH Bildu sucede algo parecido, pero en este caso hay otras característica que tiene que ver con el género: es un partido masculino, con un apoyo aplastante entre los hombres.

La brecha generacional del voto es evidente. Las personas mayores con derecho a voto son el doble que las personas jóvenes, pero no se trata sólo de un cambio demográfico. El próximo 26-J habrá más de 185.000 jóvenes votantes, algo más de 8.000 en el caso de Euskadi. En las autonómicas del próximo mes de octubre serán 64.500 los nuevos votantes por razones de edad. La posición de los jóvenes siempre ha estado por el cambio, pero este es un concepto que no siempre significa lo mismo.

Urrutia introduce en su análisis un aspecto curioso como el efecto de la secularización, que no se ha producido, a su juicio, en la política. La ideología religiosa surge cuando se vota por fe, con unos argumentos moralistas. Es un componente que aparece en Podemos. Sacraliza la marca de creencia. «Vende ideas de cambio, pero con políticos sin experiencia. La gente necesita esperanza, que no deja de ser una virtud, y es un elemento extrapolítico. Prometen conquistar el cielo para ganarse a los sectores castigados que necesitan salir adelante. Su objetivo ahora es retener el electorado joven que les votó. ¿Lograr un pacto? no, gracias. Su objetivo es sobrepasar al PSOE, dar el 'sorpasso' para ponerse como el primer partido de izquierdas y luego asaltar el poder. Claro que han sufrido un desgaste, pero no es fuerte». Han colocado el mensaje del cambio en el mercado de las ideas.

El segundo aspecto que destaca Víctor Urrutia es el desprestigio de la política y de los políticos, un estado de ánimo que se ha instalado en la sociedad. Los ciudadanos ven a los políticos como un problema, según revela, sondeo tras sondeo, el CIS. En este contexto, el sociólogo vasco, que fue senador por el PSE-EE, considera que la mayoría absoluta del PP «fue demoledora. Se ha trasladado la idea de que el Parlamento no sirve para llegar a acuerdos porque el PP ha actuado como una apisonadora y ha sido imposible romper el muro».

También hay un cambio de cultura política. No hay entendimiento, no hay cultura del acuerdo. «Y para gobernar hay que pactar, para pactar hay que ceder. Es un ejercicio de posibilismo político. No hay que pensar en clave de poder, sino de gobierno. Este es un gran reto de carácter cultural. Hace falta también una ciudadanía que lo pueda entender y no lo vea como un cambalache», reflexiona el investigador.

Además, la sucesión de casos de corrupcion, principalmente en el seno del PP pero también el el PSOE con los ERE de Andalucía, genera una mala imagen porque no han generado cambios ni dimisiones. Lo peor es que no solo desprestigia a la politica, sino que también erosiona a las instituciones, a la Administración en general. Y desprestigia a los partidos como herramienta democrática. «Se cuestiona el sistema de partidos y bloquea el relevo generacional porque se aprecia una incapacidad para canalizar la voluntad ciudadana. El desánimo social y el desgaste de las herramientas democráticas nos afecta a todos», advierte Urrutia.

¿Va a haber castigo por el comportamiento de los partidos en los últimos cuatro meses? Urrutia cree que PP y Podemos jugaban a una segunda vuelta. PSOE y Ciudadanos hicieron un intento desde posiciones distintas. ¿Eso se va a penalizar con un cambio en la orientación del voto?, se pregunta. De lo que está muy seguro es de que habrá un incremento de la abstención. «Me quedo en casa», van a decir muchos ciudadanos. Y esa posición afecta a la izquierda. El PP tiene un suelo sólido y Ciudadanos parece que tambien. Está por ver qué pasa con Podemos, pero el hecho de que hayan hecho pinza con IU, que ya tenía expectativas de crecimiento, indica que van a acumular muchos votos.

La crisis económica, un factor que marca la campaña obligará a incluir una 'agenda social' y orientará el voto, presenta muchos perfiles. Caída de ingresos en las familias, endeudamiento, pérdida del estado del bienestar, destrucción del sistema de vida. «Además, ha roto la democracia en las empresas, el modelo de las relaciones laborales ha saltado por los aires y se ha asentado la precariedad en el trabajo, lo que retrasa la autonomía y la emancipación de los jóvenes». Urrutia sostiene que la ruptura de estos vínculos está provocando una nueva situación social. «Vivimos un momento de gran incertidumbre vital que se traduce y tiene un reflejo político».

En medio de esta incertidumbre política y de la fatiga por los partidos tradicionales, «surge el multipartidismo, hay una emergencia de siglas. Lo estamos viendo en Italia, Holanda, Irlanda o Bélgica». En Roma, la alcaldía está casi en manos de Virginia Raggi, candidata del populista Movimiento cinco estrellas, gracias, entre otras apoyos, al electorado joven. «Se ha producido una ruptura de la ideologías tradicionales y en plena crisis dela socialdemocracia brotan el populismo y la xenofobia, lo que también afecta al proyecto europeo». El investigador vasco cree que este malestar democrático está generando una atmósfera muy peligrosa.

Urrutia cree que vivimos «un momento interesante» por el debate que existe en el seno del nacionalismo «en cuanto al denominado 'conflicto'», en el que ha aparecido un nuevo actor, Podemos, con un horizonte electoral de largo alcance. «Tras la derrota de ETA el 'conflicto' sigue pendiente y los de Podemos están dando oxígeno al mundo nacionalista. La otra bandera es el derecho a decidir y la tercera, el diagnóstico de que los presos de ETA son políticos. En el nuevo escenario, Podemos ha aceptado estas tres banderas. Le lavan la cara a Bildu para pasar la página del horror cometido durante 40 años».

El sociólogo se refiere, también, a la presentación de Otegi como 'un hombre de paz'. «¿Que son? ¿Asesinos? ¿Héroes? ¿Cómplices?», se pregunta Urrutia. Considera que Podemos se aleja del PSE, de la izquierda, «para formar un entente con el nacionalismo, que participan del mismo paradigma. Biurrun responde a ese modelo y lo cierto es que les roba una parte del electorado», pese a la distancia que han marcado con respecto a a las consultas de Gure Esku Dago. «Es un momento interesante porque es un escenario a clarificar», insiste. El investigador social sostiene que una mayoría de la sociedad vasca entra en ese discurso. «Eso genera contradiciones en el seno de Podemos en Euskadi y tensiones con Madrid. Al ser una generación joven, su vivencia de la violencia es muy difuminada, muy banal», concluye.

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