«Esta ley nos mata»: la prohibición de vender alcohol en los campos sacude a los clubes modestos
Ven mermados sus ingresos por la prohibición de servir bebidas en sus ambigus. Los responsables de algunos locales de Bizkaia se plantean el despido de personal
L. gonzález / I. astui y V. enebral
Domingo, 1 de mayo 2016, 18:26
«¿Y esto ahora? ¿Por qué?», se preguntan todos. Son mil y uno los interrogantes que se hacen los responsables de los ambigús de los campos de fútbol e instalaciones deportivas, quienes ya han empezado a sufrir las consecuencias de la aplicación de la nueva Ley de Atención Integral de Adicciones y Drogodependencias. Una norma aprobada por el Parlamento vasco a principios del mes de abril que prohíbe el consumo y la venta de bebidas alcohólicas en todos los recintos en los que se dispute una competición deportiva, lo que ha puesto en estado de alerta a un sector que genera ingresos importantes. Sobre todo para los clubes modestos, muy necesitados de liquidez para ajustar unas cuentas casi siempre al límite.
Estas entidades veían hasta el momento la explotación de los pequeños bares en sus instalaciones como una fuente extra para nutrir con algo más de capital sus habituales exiguas arcas. Sin embargo, el reglamento emanado de la Cámara de Vitoria considera el alcohol como «una de las drogas potencialmente más peligrosas para la salud física, psíquica y social» y nace con el objetivo de reducir su consumo, principalmente entre menores y jóvenes. Desde su promulgación, las cajas de los ambigús han comenzado a menguar.
«Ésta era una forma de las que teníamos para que cierta cantidad de dinero entrara en el club, al igual que otras, como las pocas subvenciones o fórmulas de las que nos podemos beneficiar», declara Marga Landeta, responsable del ambigú de los campos de Sarriena. En su caso, este local es propiedad del Ayuntamiento, pero se lo ha cedido al Leioa para su uso y beneficio.
Desde que el primer equipo ascendió a Segunda B, en mayo de 2014, las bebidas con graduación ya no se suministraban en estos partidos, acatando otra ley anterior que lo permitía únicamente en competiciones de fútbol de carácter no profesional. Pero las botellas no habían desaparecido del todo del bar ya que, además de que el club de la Margen Derecha cuenta con más categorías y con una sección femenina, se da la curiosidad de que una de sus barras da a un camino vecinal, a una zona de caseríos que no está comunicada con el interior de las instalaciones deportivas.
«Entendemos que ahí sí podremos seguir vendiéndolas como hasta ahora, pero es una faena y de las gordas, para todos, para nosotros y para el público. Las ventas bajan y quien quiera beber lo seguirá haciendo en el bar de al lado. Los espectadores se buscarán la vida y luego vendrán al fútbol. Esto me parece más apropiado en recintos cerrados, pero aquí estamos al aire libre», explica Landeta.
Legislaciones previas ya habían acotado el suministro de alcohol y el tabaquismo, pero la nueva normativa se caracteriza por su rigurosa restricción, hasta el punto de que podría traducirse también en una disminución del personal de los locales. «Yo tendré que echar a dos o tres chicas que tengo trabajando en el bar, son madres de chavales que juegan aquí y que estaban en el paro», declara Fermín Artola, quien regenta el ambigú de los campos bilbaínos de Mallona desde hace 25 años.
«Me parece un poco absurdo esto, no se a cuenta de qué viene. Por aquí pasan 1.300 chavales entrenan y juegan todas las categorías del Danok Bat, Santutxu, Begoña y Solokoetxe y nunca ha pasado nada con toda la clientela que viene. Que se preocupen más de los robos que sufrimos». Él fue jugador, entrenador y directivo del Santutxu y sostiene que ya no se bebe como antes. «Hace unos años que la gente ya no pide copas ni coñac. Todos están muy concienciados por las multas de tráfico. Ahora no sé qué vamos a sacar solo con refrescos, agua o cervezas sin alcohol». Artola emplea parte del dinero recaudado para colaborar en el mantenimiento de los campos, así como para surtir de material a los cuatro clubes citados.
Celebrar las victorias
En una situación similar se encuentra Feli Paún, el encargado del bar situado en el campo municipal Itxas Gane, en Bermeo, donde en su día firmó un contrato de arrendamiento por un periodo de veinte años. Ha montado una pollería y un servicio de terraza que atrae a numerosa clientela. «Los fines de semana estamos ocho personas trabajando y entre semana cuatro. Esto va a ser una faena porque aquí he invertido mucho, sobre todo en maquinaria». Quien consume en su local mientras se disputa un partido lo hace sobre todo en el descanso. «Ya no se venden tragos largos, la mayoría se bebe dos o tres cervezas y en la terraza, no en la grada. No tiene sentido (la ley)».
Igual de desconcertada está Isabel Piñeiro, quien despacha todos los días tras la barra del ambigú que posee el Zamudio en su campo. Este club milita en Tercera, al igual que el Bermeo, y lidera el grupo vasco de la categoría. Un éxito que siempre anima a celebrar las victorias con un vaso en la mano, algo que los seguidores ya no podrán hacer en el interior del recinto deportivo. «Lo del tabaco ya lo habíamos asumido todos, pero esto me parece fatal, nos mata. Lo que más se venden son cervezas y con cafés poco vamos a sacar a la semana. Espero que también se cumpla en sitios como en las zonas VIP de San Mamés y no sólo aquí» todos los partidos políticos, excepto el PNV, así lo han exigido. Isabel trabaja sola y parte de lo que logra reunir cada mes tiene que hacérselo llegar al Zamudio. «Parece que buscan que más gente engrose la cola del paro. Yo llevo aquí un año, antes estaba desempleada y sin prestación. Prefiero hacer esto que no ir a Lanbide a por una RGI. Tengo dos pies y dos manos para trabajar sin pedir nada a nadie, pero parece que al que se quiere buscar la vida le van a fastidiar».
En lo que también coinciden todos los consultados por EL CORREO es en a «desinformación» que rodea esta ley. «Nadie, ni de la Federación, ni ayuntamientos, ni Gobierno vasco ha venido a explicarnos nada. Nos hemos enterado de que entraba en vigor por los medios de comunicación y ya está», denuncian. Se sienten un tanto perdidos y algunos han tratado de buscar respuestas a muchas de sus preguntas solicitando reuniones con concejales, abogados o expertos.
En Ermua, Pedro Díaz, director del Instituto Municipal de Deportes, ha mantenido encuentros con algunos clubes para tratar de explicarles la medida. «Nos ha pillado a todos por sorpresa. Hay mucha preocupación en todo el sector deportivo público. La Ley Vasca del Deporte ya hablaba del alcohol, pero ahora el reglamento se ha puesto más serio y sancionador», subraya. E incide en el concepto de instalación que han querido hacer prevalecer en esta norma. «Sólo se puede vender alcohol y consumir en un recinto en el que no se celebre nunca ninguna competición deportiva. En San Mamés o el Bilbao Arena si hacen algún concierto no van a poder ofrecer ni una cerveza».
Carteles
La norma obliga a informar en los recintos deportivos de la prohibición de vender alcohol con la colocación de un cartel «en un lugar visible». En los polideportivos de Ermua ya figura uno desde el pasado viernes. Unas medidas que vigilan su cumplimiento muy de cerca desde el mundo de la pelota, ya que muchos frontones han sufrido inspecciones previas a la implantación de esta ley. «Van a estar atentos para ver cómo se comportan entidades públicas y grandes clubes, porque no quieren ser ellos los tontos de la película», desvela a este periódico un abogado guipuzcoano.
El modesto club de Durango, la Cultural, también ha visto mermados los ingresos que llegaban a través del bar abierto en sus instalaciones de Tabira. «Han bajado hasta un 60%», afirma con rotundidad el miembro de la junta directiva Luis Blázquez, quien se turna con otros compañeros para regentar el establecimiento. «Es una fuente de ingresos imprescindible para pagar los arbitrajes», añade. Blázquez no entiende que la prohibición se circunscriba a los partidos. «En los entrenamientos puedo servir alcohol siempre que no tenga una graduación superior a 20 grados, es decir, cerveza y vino. Sin embargo, no puedo hacerlo durante lo partidos. ¡Pues vaya tontería! Aquí en once años no ha habido ningún altercado».
Este miembro del club señala directamente a un análisis erróneo del Gobierno vasco al plantear la ley de adicciones , ya que «no hay diferencia entre entrenos y partidos, pero además la costumbre de alternar es algo que está en la calle, es un hábito arraigado que los chavales ven todos y cada uno de los días. Creo que hay una falta de coherencia absoluta», resalta.
De las multas, mejor no hablar. Pueden oscilar entre 600 y 600.000 euros tanto para el que incumpla la normativa como para el club, «y nuestro presupuesto es de 220.000». El directivo de la Cultural considera que el nuevo reglamento no afecta por igual a todos los clubes. «A los más modestos, más, ya contamos con menos patrocinadores, las subvenciones se han reducido Dependemos de nuestros propios recursos». Y apunta aún más lejos. «No se trata únicamente de lo económico, sino de que se perderán espectadores, al menos en el caso de los conjuntos pequeños. El fútbol es de menor calidad, así que mucha gente si no puede tomar algo, ni se acercará». Aún así, se muestra esperanzado, ya que cree que «se reconsiderarán las limitaciones».