Así se hace la auténtica tarta de zanahoria
Recetas de este pastel hay muchas, pero dicen que la original es la que tomó George Washington en 1783 para celebrar el fin a la ocupación inglesa de Nueva York. ¿La razón? Su mezcla de especias y la verdura cruda
Julia Fernández
Miércoles, 16 de marzo 2016, 22:04
El 4 de diciembre de 1783, George Washington acudió al número 54 de la calle Pearl, en el Bajo Manhattan. Se había citado allí con ... el embajador francés Anne-César de La Luzerne y con más de un centenar de generales, oficiales y civiles. Una semana antes, las tropas británicas se habían retirado definitivamente de Nueva York tras su derrota en la Guerra de la Independencia, certificada en la batalla de Yorktown acontecida dos años antes.
La reunión se celebró en una taberna llamada The Queens Head (hoy Fraunces Tavern) y durante ella, el general Washington, que años después se convertiría en presidente de EE UU, comunicó a su tropa que había llegado el momento de volver a la vida civil. Para digerir la noticia, el local sirvió a estos hombres un pantagruélico banquete. Según cuenta el libro 'The Thirteen Colonies Cookbook', los asistentes comieron sopa de acedera con picatostes, cordero asado relleno de ostras, 'tipsy squire' (un postre a base de bizcocho, merengue y crema) y tarta de zanahoria (en inglés, 'carrot cake').
Este postre es uno de los más famosos de la cocina anglosajona, aunque en realidad, su origen se remonta mucho tiempo atrás. Ya en la cocina árabe del siglo X se elaboraba una especie de pudin dulce con esta verdura que los estudiosos de la gastronomía citan como el padre del pastel que hoy engalana las barras de muchas de las cafeterías más cuquis y hipsters de nuestras ciudades.
Un empujón propagandístico
La tarta de zanahoria tuvo mucha presencia durante la Edad Media. Entonces, los endulzantes eran escasos y caros, y los cocineros se afanaban por edulcorar sus creaciones con verduras como la remolacha y la zanahoria. El siglo XVIII fue decisivo para transformar esos púdines en tartas. En Gran Bretaña, ya entrado el siglo XX, este postre recibió un empujón del Gobierno cuando el Ministerio de Alimentación difundió las recetas del pastel de zanahoria y del Christmast pudding durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Hasta entonces, su presencia en los libros de cocina había sido más bien testimonial.
En el siglo XXI, la tarta de zanahoria se ha vuelto a poner de moda al ser vista como un alterantiva saludable a los dulces tradicionales. Aunque sobre esto hay mucho que discutir, porque no vale solo con utilizar harina integral para calificiar a un plato como tal. Sobre todo si luego la cubrimos con crema de queso, la forma más habitual de presentarla, aunque no la más tradicional. Este 'frosting', en realidad, se popularizó en la década de los sesenta. Antes, la tarta se presentaba tal cuall salía del horno.
La primera receta americana
Recetas para la tarta de zanahoria hay muchas. Aunque la que denominan 'auténtica' es la que degustó el general Washington en 1783 y que llevaba la zanahoria picada en crudo en la masa y azúcar moreno, algo que le da un toque más acaramelado si cabe a la preparación. Otra cosa importante son las especias: en Inglaterra utilizan lo que llaman All Spice, y que es una mezcla de canela, jengibre, clavo y nuez moscada. Por cierto, aunque aquí en España nos guste el aceite de oliva, la grasa para este pastel debería ser el de girasol o maíz, mucho más suave y menos invasivo en cuanto al sabor.
Curiosamente, en la cocina americana la receta de este postre está casi ausente de toda la literatura gastronómica, destaca la fallecida documentalista Lynne Olver en su web 'The Food Timeline'. Según el 'New York Cookbook' de 1992 escrito por Molly O'Neill, la primera receta publicada de tarta de zanahoria no llegó hasta 1929, y aparece en 'The Twentieht Century Bride's Cookbook', un libro del club de mujere de Wichita, Kansas. La segunda apareció un año después en el 'Chicago Daily News Cookbook' y pertenece a un concurso de tartas.
La receta
En una tarta de zanahoria lo primero que hay que hacer es tener lista la verdura. Para eso, pelamos tres o cuatro zanahorias, les quitamos la punta y el nacimiento, y las cortamos en rodajas. Las pesamos hasta obtener 360 gramos. Es el momento de picarlas. En muchas recetas se usa la zanahoria cruda rallada, pero queda más fino y da mejor resultado si la trituramos con ayuda de un robot de cuchillas. No hay que hacer puré, pero sí conseguir pulverizar la verdura en granos finos. Reservamos
En un cuenco, ponemos el aceite, el azúcar, la sal y los huevos y los batimos.Es recomendable hacerlo con unas varillas eléctricas y a velocidad alta para lograr que los alimentos se integren y formen una mezcla homogénea. Por otro lado, tamizamos la harina y la mezclamos con el bicarbonato, la levadura, la canela, la nuez moscada el clavo molido y el jengibre. Cuando la parte líquida está lista, añadimos los ingredientes secos en tres veces. Echamos una parte e integramos bien con ayuda de una espátula o una cuchara de madera, añadimos la siguiente y operamos de la misma forma. Repetimos con lo que nos quede de harina.
Por último, echamos las pasas y la zanahoria rallada y lo mezclamos todo muy bien, sin miedo. Es hora de echarlo en un molde que tendremos previamente engrasado. Conviene que sea antiadherente y de los que se desmontan. En caso contrario, forramos con papel de horno para luego poder manipular el bizcocho sin problemas. Precalentamos el horno y cocemos la masa durante una hora o más a 180 grados. Como cada aparato es un mundo, tras los primeros 60 minutos comprobamos con una aguja si el bizcocho está cocido por el centro. Si no, seguimos horneando hasta que lo esté. Luego, lo sacamos y dejamos templar.Una vez que ya podemos manipular el bizcocho con las manos, lo desmoldamos y dejamos enfriar por completo.
El truco para cortar el bizcocho al medio
Tras este paso, que puede durar horas, es el momento de cortar el bizcocho al medio. Si tenemos una lira, lo haremos rápido y sin problemas. Si no, operamos del siguiente modo. Cogemos un cuchillo de sierra con la hoga lo más larga posible y marcamos el lugar por el que queremos seccionarlo a lo largo de toda la circunferencia. Luego, metemos el cuchillo hasta el fondo, y vamos girando cuhillo y pastel poco a poco para lograr un corte limpio. Se necesita paciencia, pero sale. Si no nos queda muy nivelado, lo único que tenemos que hacer es tener precaución de hacerlo coincidir bien cuando vayamos a montarlo de nuevo.
Es la hora de hacer la crema de queso. Echamos el queso, la mantequilla en dados, el limón y el azúcar en un recipiente y lo mezclamos bien con las varillas eléctricas hasta obtener una crema homogéna y densa, como nata montada. Es importante que no queden grumos grandes, para eso, cuanto más deprisa batamos, mejor. Ojo, no hay que tener prisas para hacerlo, pero tampoco nos pasemos, para que no se corte. Cuando lo hemos conseguido, podemos refrigerar la crema unos minutos para que adquiera consistencia. Luego, la dividimos en dos y usamos una parte para rellenar la tarta y otra, para verterla por encima y decorar.
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