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Actúa y da clases de acrobacias.
Un vasco en el libro Guinness de los récords

Un vasco en el libro Guinness de los récords

El vitoriano Iván González, ingeniero aeronáutico de 27 años, es campeón mundial de piruetas haciendo el pino. Da 33 vueltas sobre sí mismo en minuto y medio. «A partir de la décima te mareas muchísimo»

Yolanda Veiga

Lunes, 30 de noviembre 2015, 01:50

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Quería llegar a las 35 piruetas pero en la 33 se desequilibró. Suficientes, que todavía le sobraron cuatro para batir el récord. Iván González (Vitoria, 27 años) es el único vasco que aparece en libro Guinness de los récords 2016. Él, que siempre soñó con ser piloto, no es que tenga los pies en el suelo. Él pone las manos y cabeza abajo empieza a girar sobre sí mismo. Una, dos, tres... hasta treinta y seis piruetas llegó a hacer en los ensayos. Treinta y tres el día que se 'examinaba'.

Una gimnasta estadounidense tenía la marca hasta el año pasado, 32 vueltas haciendo el pino y él se sabía con posibilidades de superarla, así que escribió a la organización de los Guinness World Records. «Me pidieron varios testigos que estuvieran relacionados con esto, como un profesor de acrobacia y baile, y tuve que enviar dos vídeos sin cortes». Los jueces se quedarían ojipláticos porque Iván se disfrazó de pollo, con cresta y todo, para el evento. A la vuelta treinta y tres, que completó pasado el minuto y medio, los nervios le hicieron perder el equilibrio y apoyó los pies, récord adjudicado.

Vídeo que envió a los Guinness World Records.

Aunque le ha durado poco porque un británico le acaba de arrebatar la marca. Como el libro de los Guinness ya está impreso el vitoriano figura como el ganador oficial todavía pero en la edición de 2017, habrá perdido el cetro. O vuelto a recuperarlo, porque le ha sabido a poco. «Lo hice más por diversión que otra cosa, pero saber que eres el mejor del mundo mola. Aunque da una pereza entrenar...».

Dedica entre tres y cuatro horas al deporte y es especialista en acrobacias verticales de circo. De hecho, tiene un espectáculo en solitario (ha participado en Kalealdia, el Festival de teatro de Bilbao) y también da clases. Esa es la la actividad 'extraescolar', porque él es ingeniero aeronáutico. Estudió en Madrid y en el colegio mayor se acercó al teatro y las piruetas. Por pura diversión, aunque ahora ya es más que eso. «Nunca fui muy bueno en gimnasia. De niño hacía natación porque el fútbol y correr me gustaban pero no eran muy bueno». Luego empezó a andar por las nubes y todavía tiene un sueño: pilotar un avión a las Galápagos, que lo más lejos que ha ido (como viajero) ha sido a Cuba. Mientras concreta por dónde enfocar su futuro reparte la jornada entre el circo y el doctorado en Física, por el que recibe una beca que completa con el dinero de las clases de acrobacias.

¿Cuál es la principal dificultad del ejercicio con el que ha entrado en el libro Guinness de los récords?

Con las piruetas te mareas bastante, especialmente entre la décima y la número quince. Después acabas por acostumbrarte aunque al terminar no te puedes incorporar de golpe porque te caes.

Boca abajo se ven las cosas de forma muy distinta y el gimnasta vitoriano coloca un trozo de esparadrapo en el suelo que le sirve como punto de referencia para contar las vueltas. La otra referencia es la línea vertical que dibuja con su cuerpo. «Hay que tratar de llevarlo alineado para cansarte menos, aunque los hombros y los antebrazos se resienten mucho y a la mañana siguiente te duele todo». Iván González no ha ensayado «más de cuarenta veces» el ejercicio de las piruetas, una acrobacia complicada que lo es más todavía para las chicas. «Aunque el peso de ellas es menos, hay que tener mucha fuerza en los brazos. Los hombres ganan fuerza más rápido que las mujeres y a ellas les sucede lo mismo con la flexibilidad». Iván, desde luego, parece de goma.

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