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David S. Olabarri
Viernes, 13 de noviembre 2015, 02:41
La labor policial tiene un vínculo indisoluble con la polémica. Las particulares características que rodean a la seguridad pública hacen que, de forma periódica, acaben ... produciéndose actuaciones que colocan a los policías en el primer plano de la actualidad. Prácticamente todo en el ámbito policial es opinable y está sujeto a interpretaciones. Se llenan páginas de periódicos y horas de televisión debatiendo sobre la organización de los dispositivos, el material que se utiliza, la disposición interna de las unidades, la proporcionalidad en el empleo de la fuerza... En gran medida, estos debates se alimentan del ámbito político, donde cada partido defiende un «modelo policial» que puede resultar diametralmente opuesto a lo que propone su adversario.
Los policías asisten a la fiscalización de su trabajo con una mezcla de amargura y resignación. Muchas veces se quejan de que los medios de comunicación prestan más atención a los escándalos que les afectan que a las actuaciones meritorias o a las agresiones que sufren. Que se pone el foco en los aspectos negativos y se olvida que la vertiente humana de la labor policial.
Es cierto que en las facultades de periodismo, a la hora de explicar lo que es una noticia, se suele recurrir a un disparatado ejemplo que persigue enseñar a discernir lo habitual de lo extraordinario: «Que un perro muerda a un hombre es frecuente. La noticia sería que un hombre muerda a un perro». Esta máxima, aplicada con mayor o menor acierto, obliga muchas veces a renunciar o a arrinconar en los grandes titulares aspectos determinados de un suceso para resaltar otros que se consideran más relevantes. Llevándolo a un extremo, que un policía fuese agredido en un ataque en el que han muerto varias personas rara vez ocuparía el centro de la informaciones.
Algo de todo esto ocurrió la pasada semana en la pequeña localidad alavesa de Lasarte. Martín, un hombre de 83 años, desapareció una mañana mientras daba un paseo en la zona de Berrostegieta. Estuvo perdido casi 24 horas. Se movilizaron recursos de emergencia. Al final fue encontrado por un perro de la unidad canina de la Ertzaintza, que consiguió localizar su rastro. El hombre estaba tumbado en una especie de zarzales, cercas de las inmediaciones del río Batán. Al parecer, resbaló y perdió la consciencia al caer al suelo. Cuando le encontraron estaba desorientado, pero en buen estado de salud.
El hallazgo de Martín sano y salvo fue el eje central de la noticia. Pero, en medio de esa alegría, se produjo una imagen que en un primer momento pasó desaparercibida por la importancia que, como es lógico, se le dio al rescate. El fotógrafo de EL CORREO inmortalizó son su cámara el momento en el que Maribel, la hija de Martín, se abrazaba emocionada con el perro que acababa de salvar a su padre. Es el abrazo de Maribel y Jedy, un «robusto y cariñoso» pastor belga malinois de 7 años que destaca en las tareas de rescate. En la imagen también se puede observar al perro, que se lastimó días antes del rescate, con una especie de zapato canino para proteger los puntos de sutura que tenía en una sus patas. Esta fotografía ha empezado a circular en las redes sociales que frecuentan los ertzainas. Para ellos, resume esa vertiente humana de la labor policial que se tiende a olvidar.
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