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La misma foto de Joan Crawford antes y después del retoque.

Fabricando dioses antes del photoshop

Los retratistas del Hollywood dorado retocaban las fotos durante horas. Pecas, arrugas, papadas... desaparecían y los artistas relucían como estrellas

Isabel Ibáñez

Jueves, 29 de octubre 2015, 01:22

La británica Kate Winslet y la española Inma Cuesta han pedido, mejor ordenado, que dejen de retocar sus fotografías para quitarles kilos, años, arrugas, ojeras... Una operación en la que acaban pareciendo, como dice Winslet, «monigotes sin expresión». «Prefiero que me vean como una mujer mayor», dice. Ambas se quejan del abuso del Photoshop, una técnica surgida en 1990 que ha ido haciéndose fuerte hasta el punto de que hoy es prácticamente imposible plantarse ante un retrato de actriz o modelo que no haya sido alterado para eliminar 'defectos'. Y a veces hasta extremos absurdos. «Espero que otras personas puedan seguir el ejemplo, porque creo que tenemos una responsabilidad con las generaciones de mujeres más jóvenes». Se refiere a esta búsqueda absurda de la perfección, a la creación de cánones de belleza irreales e imposibles de alcanzar ni siquiera cayendo en manos de la cirugía estética, que muchas veces solo empeora el modelo real. Gracias a estas declaraciones, muchas jóvenes tomarán conciencia de que esas imágenes que ven y anhelan para ellas, con la consiguiente frustración, son una falsedad para vender cremas y tratamientos que nunca alcanzarán al ideal de la foto.

Claro que los efectos logrados por el Photoshop no son ni mucho menos una novedad. Es más, llevamos más de un siglo ajenos a las trampas de la industria de los sueños y el entretenimiento. Las generaciones anteriores, nuestras madres y abuelas, miraban las fotos de las actrices del cine clásico, las estrellas de aquel Hollywood dorado, entre los años 1920 y 1960, y suspiraban por sus cutis de porcelana, aquel brillo en los ojos, los cuellos de cisne ¿Cómo podían ser tan bellas, tan perfectas? Imaginaban que alguna ayuda habría, si hasta las fotos que ellas se hacían con el fotógrafo de su barrio tenían truquitos, acaso un retoque con lapicero para que las pestañas parecieran más largas Pero no sospechaban que a uno de los retratistas más famosos de la meca del cine, George Hurrell, le había llevado seis horas eliminar por completo las incontables pecas y las arrugas de entrecejo y cuello de una veinteañera, pelirroja y bellísima Joan Crawford.

El antes y después de la foto de Crawford, tomada en 1924, pudo verse gracias a una exposición organizada en 2012 por la Fundación John Kobal, un coleccionista de retratos de aquellos artistas y después él mismo autor de fotos. El presidente de la Fundación, Simon Croker, explicaba que «cada mancha se retiró para hacer una cara perfecta. A los artistas las cosas se les pusieron difíciles en la vida real, ya que no podían igualar la perfección que alcanzaban en las fotos». Croker desvela que tanto Hurrell como Clarence Sinclair Bull, retratista de cabecera de Greta Garbo, «intervenían en las imágenes directamente sobre los negativos -con pincel o aerógrafo y tinta negra, y la técnica del puntillismo-, un proceso que revolucionó el retrato de las estrellas de Hollywood. Hurrell retocaba tan radicalmente sus negativos que los sujetos fotografiados parecían brillar. Su creativo uso de fuertes contrastes de blanco y negro les daba una cualidad casi escultórica».

Entre las 22.000 fotografías que componen la colección del archivo de Kobal hay una en la que Charles Boyer e Irene Dunne (inmortalizados en 1944 para publicitar su comedia 'Otra vez juntos') aparecen señalados con círculos en las áreas necesitadas de 'arreglo', arrugas y manchas en la piel. Junto a ella, el resultado final, donde se ve a ambos con una radiante y joven piel perlada con gotas de rocío. Evidentemente, también utilizaban técnicas de iluminación y ángulos de cámara que contribuían a que los retratados parecieran dioses. Así hablaba Hurrell sobre su estilo: «Lo más esencial es trabajar con sombras para diseñar la cara en lugar de inundarla con luz». Montaba una lámpara en un micrófono de brazo para moverlo con facilidad por todo el estudio hasta que encontraba el ángulo perfecto para empezar a 'esculpir'. Ah, otro de sus secretos: ordenaba a las actrices que llegaran al estudio con la cara lavada, sin maquillaje, para poder actuar después con más libertad sobre el negativo.

Greta Garbo llegó al extremo de querer posar solo para Clarence Sinclair Bull, que la convirtió en un icono. Efectivamente, usó con ella contrastes entre luz y oscuridad que ayudaron a otorgarle ese aura entre misteriosa y distante de sus retratos. Pero los retoques en los negativos ayudaron mucho en su condición de 'Divina'. Como dijo el escritor y crítico inglés Kenneth Tynan: «Lo que los hombres ven en los rostros de otras mujeres cuando están borrachos, lo ven en el de Garbo cuando están sobrios». La rubia Ginger Rogers se negó a utilizar tratamientos depilatorios como el que tuvo que sufrir Rita Hayworth con el objeto de hacer más amplia su frente; para qué, si podía pedir directamente que le quitaran los pelos de la cara con el retoque fotográfico.

Óscar Colorado Nates, profesor de la cátedra de Fotografía Avanzada en la Universidad Panamericana (Ciudad de México), recuerda en su artículo 'Retrato y fotografía, 2013' que «a pesar de que se tiende a creer que estos retoques que generan idealizaciones de los sujetos retratados son exclusivos de nuestros años recientes, esto dista de ser cierto. Ya desde los primeros momentos de la fotografía se realizaban alteraciones con el propósito de mejorar el aspecto de los retratados». Cita al experto en fotografía William Ewin cuando dijo que «en el siglo XIX a las mujeres poco agraciadas las convertía en mujeres bonitas, a las mujeres bonitas en francamente guapas y, en todo caso, el aspecto físico se mejoraba en gran medida. De este modo, las fotografías que se enviaban sin ningún reparo a los amigos, como retraos de gran parecido, se retocaban cada vez más y más, lo que llevó a un crítico a exclamar: '¡Especialistas del retoque! Oh, ¡cuántos pecados éticos cometéis de los que no habéis de dar cuenta!'».

Como se señalaba en una exposición organizada por el Museo Metropolitan de Nueva York en 2012 sobre el retoque fotográfico, «cualquier tipo de manipulación que hoy asociamos con la fotografía digital fue parte del repertorio predigital: suavizado de arrugas en ellos, adelgazamiento de cinturas en ellas». «Poco a poco la labor de retoque se hizo tan importante como la de la toma fotográfica misma», añade Colorado Nates. Hoy, es fácil que los paparazzis cacen a las famosas yendo a comprar sin maquillaje, algo impensable en la época de Ava Gardner, Marilyn Monroe, Grace Kelly Si nuestras madres y abuelas hubieran sabido que la Crawford estaba llena de pecas habrían sido más indulgentes con las suyas propias.

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