'Escrito en negro': el rédito del héroe
Pat Garrett murió meando y sin gloria por una discrepancia sobre unas cabras
Martín Olmos
Sábado, 10 de octubre 2015, 19:50
Patrick Floyd Garrett, que le dicen Juan el Largo, culmina la timba palmando y se le arisca la madre y se pone reñidor. Protesta el trago porque dice que aposenta zurrapa y lo ordena de vuelta y el mesero le pone otro colando el whisky con un tamiz. El mesero obsequia la ronda y por dentro se caga en los muertos putos de Patrick Floyd Garrett, que le dicen Juan el Largo, pero no le quiere discutir. Los comensales de la mesa recogen la ganancia sin celebrarla y ofrecen convidar la siguiente pero quieren levantarse y no andar en pleito. Un vago en el pesebre pregunta por el alto bocón y le dicen que es Patrick Floyd Garrett, que le dicen Juan el Largo, y que hace una eternidad mató al Niño de Nuevo Méjico.
Patrick Floyd Garrett atiende negocios ruinosos y piensa, como todos los hombres, que no se merece su suerte. El vago del pesebre mira al hombre alto que reniega en la timba y dice: puta, nada menos. A Patrick Floyd Garrett se le ha ido al garete un negocio de minas de plata en Chihuahua y tiene su casa de las Montañas Negras, al lado del Paso de San Agustín, embargada por deudas por un banco de Albuquerque, con lo que su mujer y sus nueve hijos viven de préstamo y lastran cañón en la tienda de abarrotes de los hermanos May en Las Cruces. Los hermanos May les siguen dispensando porque le temen a Patrick Floyd Garrett cuando se le arisca la madre. Cuando a Patrick Floyd Garrett se le arisca la madre se pone reñidor y se pelea con cualquiera. En Las Cruces ha iniciado tres peleas a puñetazos que no fue capaz de terminar. Tiene cincuenta y siete años y cada uno de ellos le pesa. Le pesa el muerto que acarrea, el Niño de Nuevo Méjico, el Kid Bonney al que disparó una noche en Fuerte Sumner hace una eternidad.
El vago del pesebre dice: puta, Pat Garrett, el hombre que mató a Billy el Niño. Nadie de los presentes es capaz de discernir si lo dice con asombro, con admiración o con desprecio. Hace tiempo que le pregonan de ventajista. A Pat Garrett le pesa el muerto y le pesa su reputación y no sabe que está a punto de morir en una vereda con la mano izquierda sujetándose la pinga mientras mea al lado de un carretón.
Sur de negros y magnolias
Pat Garrett hunde sus pretéritos en el Sur Confederado, en una plantación de algodón en Haynesville, Lousiana, con negros y magnolias que se perdieron después de la guerra y las circunstancias le han obligado a olvidar cómo se conduce un caballero. Intentó medrar por sus medios y atendió un restaurante, campeó vacas, crió cerdos y cazó al bisonte. En noviembre de 1876, en el Llano Estacado, tenía veinticinco años y mató a su primer hombre, que fue un curtidor irlandés llamado Joe Briscoe al que le pegó un tiro en el costado izquierdo a una distancia de menos de un palmo. La razón fue la discrepancia sobre el modo de lavar un pañuelo de hilo en un estanque.
En 1878 llegó a Fuerte Sumner, en el territorio de Nuevo Méjico, con un capital de un rifle Sharps, un cuchillo de desollar y un dólar y medio que invirtió en tocino. Se abrió camino marcando reses, regentó un tiempo una carnicería y los mejicanos le dijeron Juan el Largo porque subía sus dos buenos metros desde el suelo hasta la copa de su sombrero. Se casó con Juanita Gutiérrez, enviudó al año y se volvió a casar con su cuñada Apolinaria, que le dio nueve hijos, y no practicó el desprecio al español y sí practicó el arribismo, la intimidad con el Partido Republicano y el revólver con cierta pericia.
Acabó representando a la ley como pudo acabar huyéndola y persiguió al Niño Billy de Nuevo Méjico y su hazaña fue matarlo. Durante un tiempo fue un héroe. La muerte del Niño le reportó los siguientes beneficios tangibles: quinientos dólares del erario por los servicios prestados, un reloj de plata de la Elgin National Watch Company de Illinois con una inscripción de los agradecidos ciudadanos del condado de Lincoln, una placa de sheriff de oro macizo donada por el abogado Albert J. Fountain y un bastón de paseo. La muerte del Niño le reportó los siguientes beneficios imponderables: la confianza del presidente Roosevelt y cierto egocentrismo.
Abrigo Príncipe Alberto
Todas esas ventajas las derramó por el camino hasta llegar al pesebre de Las Cruces y reñir una timba y Patrick Floyd Garrett tiene la casa embargada por un banco de Albuquerque y cañón en la tienda de abarrotes de los hermanos May. Carga como un oprobio, también, la predica de que mató al Niño con ventaja. Es 1908 y está acabando febrero y está a punto de morir en una vereda en el arroyo Alameda mientras mea detrás de un carretón sujetándose la pija con la mano izquierda.
Patrick Floyd Garrett, que le dicen Juan el Largo, besa a su mujer Apolinaria en su casa de las Montañas Negras y no le dice que palmó una timba. Se pone su abrigo Príncipe Alberto, que es una levita de doble abotonadura que le llega hasta las rodillas, carga su escopeta Burgess del calibre doce, la pliega y la mete en una funda de piel y apera un carro de dos caballos. La escopeta Burgess se la compró a la viuda del policía Herbert G. Ross, de El Paso, que ya no la necesitaba porque se murió de apendicitis. Se calza unos guantes para guiar la rienda. Garrett conserva unas tierras hipotecadas en el Cañón del Oso, en las Montañas de San Andrés, pero se las tiene arrendadas a Jesse Wayne Brazel. Brazel es pelirrojo y nunca blasfema, ostenta una cicatriz que le surge de la parte derecha de la boca y le cruza la barbilla y los paisanos le toman por medio tonto. Brazel tiene un rebaño de más de mil cabras que están dejando el pasto inutilizado para las reses y Garrett quiere que se largue. Garrett ha conseguido un comprador para las tierras que se llama Carl Adamson y está dispuesto a cerrar negocio. Brazel acuerda dejar el pasto a condición de que Adamson le compre las cabras y Adamson consiente pagar tres dólares y medio por cabeza de un total de mil doscientos animales. Brezel el tonto cuenta mil ochocientas cabras y Adamson no quiere pagar las seiscientas de diferencia.
Tiro de remate innecesario
Es sábado, si es que eso importa, y Garrett recoge a Adamson en el carretón y ambos se reúnen con Brazel en el camino de Las Cruces. Sendereando cerca del arroyo Alameda va guiando Garrett desde el pescante que comparte con Adamson y Brezel cabalga un rato a la vera y, otro, rezagado. A Garrett se le arisca la madre y riñe con Brazel y le dice que ha subestimado su rebaño y paran a desbeber. Adamson mea primero, no se sabe con qué mano se la agarra, y Garrett se despoja del guante izquierdo y se coge la picha y Brezel le pega un tiro en la parte de atrás de la cabeza que le sale por encima del ojo derecho. En el suelo le remata con un balazo innecesario en el estómago que discurre en una trayectoria caprichosa y acaba incrustado en la parte posterior del hombro. Pat Garrett yace muerto boca arriba, con la rodilla doblada y los pantalones desabrochados en una vuelta del camino en el arroyo Alameda y ya no es más que un anacronismo y no un héroe.
Le van a enterrar en el cementerio de Odd Fellows de Las Cruces después de exponerlo durante seis días en la funeraria de H. C. Strong. A Jesse Wayne Brazel le van a exonerar por determinar que actuó impelido por el temor de un ataque inminente y va a preñar a una maestra de nombre Olive Boyd, va a emigrar a Sudamérica y con el tiempo le va a matar el pistolero Sundance Kid, tal vez en Bolvia.
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