El espíritu del 2 CV
El Citroën C4 Cactus impacta con sus paragolpes laterales y hereda la esencia del simpático coche galo: innovador, distinto, ligero y económico
pedro briongos
Domingo, 14 de junio 2015, 00:14
Tenía que ser Citroën. La marca que supo acertar a comienzos de la mitad del pasado siglo con un modelo distinto al que establecían los cánones de la época, el mítico 2 CV, ha vuelto a dar con la tecla. Y ha sorprendido con el C4 Cactus, un automóvil innovador, diferente y con algunas soluciones prácticas dirigidas a facilitar la vida a su propietario. Un coche para los que no quieren estar todo el día pendientes del coche.
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Es obvio que el moderno Cactus y el histórico 2 CV tienen poco que ver en el plano tecnológico. Tampoco puede decirse que el diseño del nuevo se parezca al al viejo. Nada más lejos: ahora brillan las líneas rectas y depuradas donde antes reinaban las curvas y repujadas. Pero una serie de concomitancias animan a ver en el joven Citroën la esencia del nacido en 1948.
Cuando aquel año se presentó en el Salón de París, el 2 CV impactó por su línea rompedora; no se parecía a ninguno de los modelos del momento. Pero mientras la prensa especializada se burló sin piedad de su aspecto y le dedicó mordaces comentarios, el público lo recibió con los brazos abiertos. El éxito comercial fue tal que a principios de los cincuenta había que esperar algunos años para hacerse con uno nuevo.
La demanda del Cactus no ha colapsado los concesionarios de Citroën, pero cada vez se ven más unidades circulando por las carreteras europeas.El fabricante se ha propuesto romper moldes con un coche sencillo, ligero y económico, como en su día hizo al implantar un techo de lona en el simpático 2 CV, lo que dio pie a que se le conociera como 'el paraguas rodante'.
La principal innovación ahora consiste en un sistema para revestir las zonas laterales del coche con unas placas de poliuretano termoplástico, denominado 'airbump', que protege contra los pequeños golpes y ralladuras tan habituales cuando se aparca en la calle y que estropean la carrocería para disgusto de los sibaritas del motor. Esas piezas de plástico rellenas de aire recubren la zona de las puertas a modo de parachoques y pueden reemplazarse con relativa facilidad ya que van sujetas mediante un tornillo situado en la parte interior para evitar que queden expuestas a robos. Un simple destornillador, en definitiva, sirve para reemplazar los protectores en caso de resultar dañados, con el consiguiente ahorro.
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Se trata de la misma sencillez que en la versión 'retro' permitía afrontar reparaciones con herramientas básicas. Así, en el 2 CV el capó, las puertas y el portón trasero iban montadas sobre raíles sin tornillos, mientras que las aletas delanteras se podían manipular con la llave de bujías y los asientos sin más ayuda que las propias manos.
Cuando Pierre Boulanger asumió la dirección general de la compañía tras la muerte de André Citroën en 1936, sus instrucciones fueron claras: fabricar un vehículo "económico y seguro, capaz de transportar a dos personas y 50 kilos de carga, además de ser confortable". Debía suponer una solución motorizada práctica para las clases populares, sobre todo para la gente del campo. Pero pronto dejó de ser el coche de los granjeros para convertirse en el favorito de los jóvenes. En esencia, y salvando las distancias, la misma filosofía que impera en el Cactus. Un automóvil, como aquel, para gente encantadora. Sin dejar de contar con todos los avances que garantizan una conducción segura al más alto nivel, se ha prescindido de algunos 'extras' en aras del abaratamiento tanto en la compra como en el mantenimiento posterior. Carece de asideros y de luces en las plazas traseras, y las lunas de esa zona no se pueden abatir sino que se abren a modo de compás.
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Cactus y 2 CV comparten la apuesta por una suspensión blanda, aunque, una vez más, la tecnología ha dado la vuelta al modelo original. El 2 CV incorporaba un sistema rudimentario que le proporcionaba una estabilidad sin límites. En curvas cerradas tomadas a velocidad alcanzaba ángulos de escora impresionantes. En el Citroën actual la suavidad del mecanismo de amortiguación no le impide afrontar cualquier imprevisto que se produzca en una conducción rápida.
Su estética gustará más o menos, pero se trata de un coche sencillo que sirve para todo y aporta ingeniosas soluciones técnicas. ¿El 2 CV? No, el Cactus. O viceversa.
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