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La sociedad vizcaína envejece a un ritmo superior al de los países europeos

Pradales y Etxanobe se marcan el objetivo de que la ciudadanía llegue al último tramo de la vida de forma «autónoma, activa, saludable y digna»

Octavio Igea

Bilbao

Viernes, 13 de septiembre 2024, 01:01

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Bizkaia está envejeciendo más rápido que los países del entorno, y no hay visos de que la tendencia vaya a cambiar al menos durante la próxima década. La edad media de los habitantes del territorio (46,7) supera en dos años el promedio europeo y las personas de más de 50 suponen ya la mitad de la población cuando hace cuatro décadas eran una cuarta parte. La crisis de nacimientos, muy por debajo de las cifras que garantizarían el relevo generacional, y el aumento de la esperanza de vida son una mezcla cuyos efectos empiezan a notarse con fuerza.

Una de esas consecuencias es la necesidad de cambiar el modelo público de cuidados para mayores. La nueva realidad es que cada vez hay más personas que necesitan apoyo de diferente tipo, pero también que llegamos al tramo final de la vida en mejores condiciones que antaño, y por lo tanto el viejo sistema de las residencias no es del todo válido. Otra estadística señala que en Bizkaia vivimos unos 83 años y que es en los últimos diez cuando aparecen las «limitaciones» graves y la necesidad de ayuda.

La situación fue expuesta ayer por la diputada general, Elixabete Etxanobe, durante la inauguración de la séptima edición del congreso sobre cuidados de larga duración para mayores más importante del mundo. Un acuerdo alcanzado por el Gobierno foral con la London School of Economics, universidad encargada de la organización, convierte Bilbao durante tres días en un foro de encuentro para más de 300 expertos internacionales que pondrán sobre la mesa sus experiencias en torno a una cuestión que afecta a todas las sociedades en mayor o menor medida.

Por el Palacio Euskalduna desfilan hasta mañana, entre otros, representantes de la Organización Mundial de la Salud, del Banco Mundial y de la Comisión Europea; de las universidades de Harvard, Brown, Standford, Hong Kong y Osaka, y de una veintena de organizaciones relacionadas con la investigación en el ámbito sociosanitario de una treintena de países. «El reto de la longevidad y el envejecimiento no es nuevo, pero la necesidad de compartir experiencias para encontrar respuestas innovadoras es cada vez más urgente», reclamó Etxanobe.

El acto de apertura contó también con la participación del lehendakari, y el objetivo de las instituciones es compartido: promover un envejecimiento «activo, autónomo, saludable y digno» que debe facilitarse con un sistema de cuidados que tenga en cuenta los nuevos condicionantes y se adapte a la realidad social. «Estamos ante uno de los grandes retos del presente y del futuro... antes o después todos vamos a necesitar apoyo algún día», dijo Imanol Pradales.

La Diputación inició hace ya varios años la transformación de su modelo de cuidados. Las tradicionales residencias han empezado a ser complementadas poco a poco con unidades convivenciales, que vienen a ser centros más pequeños y «lo más parecido posibles a un hogar». De los 9.000 mayores que viven fuera de sus hogares en Bizkaia, 654 lo hacen en unidades convivenciales. Una cifra que se elevará por encima del millar durante los próximos años y que seguirá incrementándose a medio y largo plazo. Hace unos meses el Gobierno foral anunció que no tiene intención de construir residencias de estructura 'tradicional' a partir de ahora.

Una segunda pata del nuevo sistema son las unidades sociosanitarias, un paso intermedio entre la atención básica y la hospitalización. La tercera es el sistema EtxeTIC, que permite atender y monitorizar a través de tablets a las personas que optan por permanecer en sus domicilios. La cifra va al alza. 25.000 mayores dependientes se encuentran ahora mismo en esta situación en el territorio, según el último recuento foral.

«Crisis de cuidados»

El avance del plan vizcaíno fue expuesto por la diputada de Acción Social durante la sesión de tarde ante medio centenar de congresistas. Como ya hiciera por la mañana Etxanobe, Amaia Antxustegi recordó que el Gobierno foral destina prácticamente la mitad del presupuesto a su departamento. La partida ha pasado de 500 a 700 millones, aproximadamente, en apenas un lustro. Aunque se trata de una cifra en la que también se incluyen las inversiones del servicio de Infancia y la atención a menores y adultos con discapacidad, el incremento es otro reflejo claro del invierno demográfico y sus consecuencias.

Además de glosar los planes públicos, aplaudir la colaboración privada y reivindicar el cambio de enfoque que supone permitir que buena parte de los mayores con discapacidad decidan dónde quieren vivir, Antxustegi reconoció que existe una «crisis de cuidados» y una «creciente dificultad para satisfacer las necesidades de los dependientes». Entre otras cuestiones a solucionar citó la brecha de género y la desigualdad que dejan mayoritariamente en manos de mujeres labores «no remuneradas o subestimadas económicamente». También se refirió a los cambios de las estructuras familiares. El incremento de hogares monoparentales provoca que flaqueen «las redes de apoyo tradicionales» y que «muchas personas encuentren dificultades para compatibilizar sus responsabilidades profesionales con los cuidados».

«Red informal de protección»

Aunque la Diputación lleva más de un lustro trabajando en la transformación de su modelo de cuidados, activó hace apenas tres meses su primer plan para combatir la soledad no deseada. Se trata de un problema oculto y en auge. «Se ha convertido ya en un problema muy serio en Bizkaia», dijo en junio la diputada de Empleo, Cohesión Social e Igualdad, la socialista Teresa Laespada. A falta de datos territoriales que avalen esta tesis –se está elaborando un estudio–, se esgrime una estadística nacional: el 20% la población española admite sentirse sola. Un mal que afecta a mayores... pero también a adolescentes y a personas de mediana edad.

Laespada anunció en su momento la puesta en marcha del programa 'Bizkaisare', que pretende implicar a agentes sociales, comarcas y ayuntamientos en los planes para combatir el aislamiento social. Ayer la responsable foral de Acción Social, Amaia Antxustegi, fue un paso más allá y desveló que se está trabajando en la creación de una «red informal de protección» que convierta los barrios y los comercios por los que pasan las personas que se sienten solas en lugares de acogimiento y ayuda. «Debemos hacer comunidad, que unos den conversación, que otros ayuden con las gestiones del día a día...», citó como ejemplos.

Países como Japón e Inglaterra llevan años desarrollando políticas para evitar el aislamiento. En Ponferrada el Ayuntamiento ha puesto en marcha una red de voluntarios que acompañan «a donde haga falta» a una treintena de vecinos de entre 52 y 95 años. En Las Palmas lo que se ha hecho es crear una especie de sanedrín de mayores en el que se les solicita periódicamente opinión sobre la situación de la ciudad, mientras que en Madrid se trabaja desde febrero con la figura del «socorrista» que intenta acercarse a los jóvenes que presenten riesgo de aislamiento para fomentar su interconexión.

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