«Todavía siento en la cara las lágrimas de mi madre»
«Patrimonio en peligro» ·
Una universidad británica presenta su nueva investigación sobre los niños vascos refugiados en el Reino Unido por la Guerra CivilDice Paco Robles que tiene que esforzarse para retener su número de teléfono, pero los recuerdos de la Guerra Civil brotan de su memoria completos ... y nítidos, como recién archivados. Paco nació en León hace 93 años y tenía 2 cuando su familia se mudó a Bizkaia: «Vivíamos en Lutxana, al lado de Altos Hornos. Me metieron en los Salesianos. Tenía yo un abuelo empeñado en que el primer nieto fuera cura y la primera nieta, monja. Y mi prima se hizo monja, pero yo no quería ser cura», relata. Quizá la guerra lo salvó de aquel indeseado porvenir religioso, pero fue a costa de mucho miedo y sufrimiento: «Venían los aviones a ametrallar. Cuando sonaba el 'cuerno' de Altos Hornos, me iba corriendo al refugio con mi madre y recuerdo ver cómo se levantaba toda la carretera. Perdí dos amiguitos, lo pasamos muy mal. Yo he visto a vecinos que se intercambiaban los gatos para no comerse el suyo».
Paco fue uno de los 3.840 niños vascos (y más de doscientos adultos) que en mayo de 1937 zarparon a bordo del atestado buque 'Habana' para buscar refugio en el Reino Unido. «Nadie sabe cómo fue aquello. Habíamos besado a nuestras madres, todavía noto sus lágrimas en la cara. Nos dieron leche y pastelitos, pero no teníamos el estómago acostumbrado después de tantos meses malcomiendo y cogimos diarrea», evoca. Ya en Gran Bretaña, llegó la estancia en las 'colonias' que habían puesto en marcha comités locales de ciudadanos, con sus recuerdos malos («cogimos sarna e íbamos vendados como momias») y sus recuerdos emocionantes («una señora fue como una madre para nosotros, todavía me mantengo en contacto con los nietos»).
La experiencia de aquellos miles de pequeños refugiados, conocidos en el Reino Unido como los 'niños vascos', ha sido objeto de estudios académicos fragmentarios pero persistentes: cada cierto tiempo se ponen en marcha iniciativas que tratan de recuperar sus historias y recomponer, en lo posible, aquella situación que combinó lo mejor y lo peor del ser humano. Ahora es la Anglia Ruskin University, en el este de Inglaterra, la que ha presentado a través de una exposición 'online' su investigación sobre los menores que fueron a parar a esa región, es decir, a los condados de Norfolk, Suffolk y Cambridgeshire. Ha contado para ello con una beca de 65.000 euros de la Lotería Nacional británica, procedente del 28% de la recaudación que se destina por ley a «buenas causas». Por esa zona del país pasaron, según los impulsores del estudio, alrededor de 240 niños vascos, entre ellos Paco.
«Es un patrimonio histórico en peligro debido a la elevada edad de los 'niños' y de los voluntarios supervivientes. Se sabe muy poco, en particular, de la experiencia de Norfolk, así que es necesario averiguar cuanto podamos», explica a este periódico Jeannette Baxter, a cargo de la iniciativa. La profesora insiste en que «los relatos de aquellos niños dan vida a la historia y nos brindan la experiencia real de un tiempo que, para muchos, se ha vuelto ya remoto». Su investigación ha contado con el apoyo y la colaboración de Basque Children of '37, la activa asociación de 'niños' y familiares que mantiene viva la memoria del colectivo.
Entre las historias conocidas está, por ejemplo, la de Eduardo Duo, un donostiarra que embarcó en el 'Habana' con su hermana y su hermano: en sus tarjetas hexagonales llevaban los números 1.106, 1.107 y 1.108, según recoge el hijo de Eduardo, José Luis, en el relato que documenta su experiencia. «Siempre tuvieron palabras de agradecimiento para las personas que les ayudaron en aquellos momentos tan terribles. Cuando llegaron del País Vasco en circunstancias traumáticas, les dieron ropa, calzado y otras cosas de las que carecían. Y no solo materiales: también cariño, respeto y ejemplo de trabajo y solidaridad», recuerda José Luis. Curiosamente, uno de los momentos más impactantes de la peripecia de su padre se produjo en el retorno a Santander: «Fueron recibidos por un falangista con galones que, al oírles hablar en inglés, les lanzó un '¡aquí se habla en cristiano!'».
Un partido de fútbol
Otros se quedaron allí. Fue el caso de dos de las figuras más conocidas de aquel exilio, los hermanos José y Antonio Gallego, de Rentería, que habían perdido a su padre en el bombardeo de Gernika y acabaron de futbolistas en la liga inglesa. José (Joe) jugó en el Brentford, el Southampton y el Cambridge United, mientras que Antonio (Tony) ejerció de portero en el Norwich. Curiosamente, el nuevo proyecto universitario cuenta con una inesperada vertiente futbolística que el coronavirus ha obligado a aplazar: la recreación de un partido celebrado el 21 de octubre de 1937, en el que el equipo de refugiados The Basque Boys ganó por 8 goles a 2 a los locales Great Yarmouth Boys. Un par de meses más tarde, en la revancha, la victoria de los vascos fue todavía más abultada, con un despiadado 9 a 0.
«La idea es rendir homenaje al evento histórico, pero también traer su significado hacia el presente, con los Basque Boys representados por refugiados», argumenta la profesora Baxter. A Paco, que se quedó en Inglaterra y allí sigue, le preocupa mucho la deriva de las conciencias en tiempos de 'Brexit', con mensajes tan alejados de los que le acogieron cuando llegó con 10 años. «Hay racismo y hay fascismo -lamenta-. Yo a los 14 empecé a trabajar en una fábrica de munición. A los que alguna vez me han dicho algo por ser extranjero, les respondía que en el 40 estaba haciendo obuses para su país».
Más datos
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Contacto. Supervivientes y familiares pueden contactar con la directora del estudio en Jeannette.Baxter@anglia.ac.uk
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Exposición 'online'. Reúne imágenes inéditas, películas y grabaciones de audio en la web havenseast.org
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