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Los paraguas han aparecido en Santo Tomás pasadas las tres de la tarde. LUIS ÁNGEL GÓMEZ

La lluvia abandona Santo Tomás

La feria recibe a decenas de miles de asistentes atraídos por las suaves temperaturas que han dado paso al viento y algunas precipitaciones más fuertes de las esperadas

Sábado, 21 de diciembre 2019, 18:56

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Giacomo y Carla salen de su hotel y de pronto se encuentran con todo el pastel ante sus ojos. No precisamente el pastel vasco que tanto triunfa en una jornada como esta, que también, sino la impresionante parafernalia montada en El Arenal, al igual que en la Plaza Nueva. «¿Es una especie de mercado navideño?», preguntan al periodista. No exactamente, pero casi. La feria de Santo Tomás sorprende a esta pareja de treintañeros italianos por el continuo trasiego de personas que acoge desde la mañana. En la hora de la comida tras el punto álgido del mediodía, la jornada se confirma como multitudinaria y exitosa para el agro vasco, aunque la lluvia, algo más intensa de lo esperado, está amenazando ya las ventas para la tarde.

La pareja se entera de que hay múltiples razones por las que decenas de miles de personas abarrotan Bilbao este sábado. En primer lugar, porque la sociedad vizcaína es de costumbres fijas, especialmente si estas tienen que ver con la tradición común y aún más en la antesala de las celebraciones navideñas. Después, porque venera como casi nadie los productos que brotan de su tierra, los mima y los acaba acogiendo con gusto en el estómago, ya sea en estado sólido o líquido. Y también porque le encanta disfrutarlo en compañía: con la cuadrilla, con la familia... ¡Hasta con el jefe! Pero si encima resulta que el día cae en sábado y con temperaturas de hasta 21 grados en la víspera de la entrada del invierno, lo de Santo Tomás ya es apoteósico.

No en vano, se prevé que la cita de este año sea más masiva que nunca. Más de 100.000 visitantes -jolín, el equivalente a toda la población de Barakaldo- se habrán paseado al cabo de la jornada por los 248 puntos de venta cuyos mostradores no son aptos para las tripas más feroces. Aunque, no nos engañemos, los comensales más moderados también tienen difícil lo de resistirse al clásico talo con chorizo que tan bien entra con un vaso de txakoli o de sidra. Tomates, pimientos, alubias y quesos inundan las estanterías de esta especie de supermercado al aire libre donde los carros de compra apenas tienen espacio para circular por los pasillos. Eso sí, la variedad de productos y precios resulta casi inabarcable, incluso si uno se toma toda la jornada para escrutar cada uno de los puestos.

El exquisito menú de Santo Tomás ha empezado a servirse bien pronto, a primera hora de la mañana, como una suerte de réplica del desayuno. El café con leche queda rápidamente reemplazado por la sidra y, si se quiere acompañar de algo dulce, para eso se puede recurrir a un trozo de pastel vasco. Eugenio Millán, vecino de Portugalete, se atreve directamente con un talo con chistorra pocos minutos después de las 10.00 de la mañana. «Primero llenamos el buche y luego hacemos las compras para cocinar prontito y echarse la siesta. ¿A ti se te ocurre mejor plan que este?», lanza este jubilado, todo un habitual en el mercado. En su lista de la compra para hoy, lo fundamental son las alubias: «Siempre están un poco caras, pero son de las buenas. Créeme, vale la pena».

En la feria hay que andarse un poco avispado porque a nada que te despistes se forman grandes colas. Y no solo para comprar. La plaza del Arriaga ha acogido durante toda la mañana una hilera interminable de personas que aguardan pacientes para entrar al teatro, donde se están repartiendo los clásicos calendarios de la BBK para 2020. «Yo he visto que aquí había mucha cola, así que algo tenían que estar dando gratis», ríe María Luisa Ispizua, residente en Mungia, quien no ha dudado en sumarse a la fila casi sin saber su razón de ser. Por momentos ha habido que esperar hasta diez minutos en llegar hasta el punto de reparto, donde cuatro jóvenes de la Fundación de Síndrome de Down se afanaban por ir distribuyendo los almanaques a gran ritmo.

La olla del Casco Viejo bilbaíno se va calentando y alcanza el punto de ebullición hacia el mediodía, cuando los baserritarras no dan abasto y el aroma del chorizo inunda toda la zona. El perfil del asistente es sobre todo familiar, con muchos niños que van tomando nota de la tradición, pero poco a poco las cuadrillas de jóvenes van haciendo acto de presencia a la hora de la comida. Garazi, Ainhoa, Marta, Javi, Mikel y otro Mikel más -a este le diferencian llamándole 'Mike'- han hecho acopio de varias botellas de sidra y su plan pasa por echar el día comiendo y, para qué mentir, bebiendo. «Se está de cine con este calorcito. La sidra entra sola. Lo malo es que con la pista de hielo -este año se ha mudado de Ripa a El Arenal- no hay mucho sitio para estar», analizan. En las próximas horas, la estampa recordará por momentos a una noche de Aste Nagusia, pero de día. Salir, beber, el rollo de siempre, que decía Extremoduro.

A quienes acuden por la tarde, en cambio, se les puede chafar un poco el plan. Tras una mañana de cielos despejados, el pronóstico meteorológico ya avisaba de precipitaciones entre las 14.00 y las 20.00 horas, así como algunas rachas de viento notables. Y así está siendo. No se prevé que la temperatura baje de los 14 grados en toda la jornada a la espera de que el invierno haga acto de presencia después; para ser más precisos, a las 5.48 horas de la madrugada. La noche será seca, así que los jóvenes -y los que no lo son tanto- tendrán oportunidad de prolongar la fiesta hasta tarde. O hasta pronto, si uno lo ve desde la perspectiva del día siguiente.

Seguridad y transporte

Durante toda la jornada, el recinto estará blindado por agentes de la Policía Municipal y de la Ertzaintza, que refuerzan su dispositivo especial de Navidad ante la masiva asistencia a la feria. Estarán atentos para prevenir hurtos de carteras y teléfonos móviles, pero también ante peleas, agresiones y ataques sexistas. Para esto último, el Ayuntamiento llama a descargarse la aplicación gratuita AgreStop/EraStop, que permite avisar de inmediato a la Policía. Las zonas de mayor afluencia estarán vigiladas con cámaras de alta resolución y en los principales accesos se han colocado ya vallas 'antiyihadistas' capaces de impedir el paso de vehículos de gran tonelaje dado el nivel de alerta 4 que hay en todo el país ante posibles atentados.

El tráfico, obviamente, se ve alterado. Mejor ir a pie o en transporte público. Nada de coches ni autobuses, lo que obliga a alterar el recorrido de 22 líneas de Bilbobus y trasladar los autocares de Bizkaibus de Bailén a Hurtado de Amezaga. Tampoco se pueden alquilar las bicicletas eléctricas del servicio municipal en los puntos de préstamo del Arriaga y San Nicolás para evitar daños materiales. Lo que sí funciona a pleno rendimiento es el metro, que como todos los años afronta su jornada más movida. El año pasado, sin ir más lejos, pulverizó todos sus récords al registrar 407.639 viajes, un dato reforzado por el hecho de que era día laborable. De igual forma, Feve y Renfe refuerzan sus servicios, mientras que el tranvía corta su circulación entre el Arriaga y la parada de Abando, situada en la calle Navarra.

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