Roca Rey levanta pasiones
Toros ·
En el regreso de los toros a Bilbao, con dos toros notables de Jandilla, el torero peruano se entrega en dos aclamadas faenas de riesgo y firmeza. Ambiente incondicionalA las seis eran los toros, pero el primero en puntas no se hizo en plaza hasta media hora después. Alguaciles y cuadrillas asomaron por ... el portón de la zona noble con cinco minutos de retraso. Antes del paseo se ofreció a los oficiantes y para celebrar la reinauguración de Vista Alegre un aurresku de honor. El ruido ambiente hizo inaudible el son del txistu, que es compañía imprescindible, y a las seis y once minutos al fin se arrancó la banda con el 'Club Cocherito', un clásico obligado. Tres años después, estaban en Bilbao los toros de vuelta.
Rotas las filas, Pablo Hermoso se pegó la vuelta al ruedo de rigor recogiendo ovaciones en cascada, los caballos del tiro de arrastre estuvieron a punto de espantarse al sentir cerca la presencia de un caballo tan bello y tan torero como Malbec, que fue el del paseo, y a pesar de la impaciencia generada por la demora, insólita en los anales de Vista Alegre, la gente estaba más que de buenas. De dulce. Mejor que nunca.
Tras el toro de Pablo Hermoso -se aplaudió como siempre a los caballos-, los nombres de los tres que torearon aparecieron en las pantallas electrónicas, que eran de estreno, igual que los nuevos asientos de colores que han roto la monotonía del desteñido azul Bilbao. La cara exterior de ladrillo de Vista Alegre, bien pulida. Recién pintadas las galerías y las bocas de vomitorio, la plaza estaba impecable. Como un chorro de luz.
A las seis y media asomó el primero de los cinco toros en puntas de Jandilla. Poco antes de las nueve se arrastraba el último, de Vegahermosa, el segundo hierro de la casa. Con solo una oreja. Desde la calle se oía el clamor desaforado de una inmensa mayoría que todavía reclamaba para Roca Rey una segunda de ese toro, uno de los tres de mejor nota de la corrida.
Por descuido en la lidia, el toro de Vegahermosa fue el menos castigado y, en los medios, donde Roca decidió plantear ambicioso el cuerpo mayor de la faena, llegó a pesar más de la cuenta. La apertura de faena, en tablas, Roca asido a la tabla cimera dejándose llegar al toro y vaciando por alto, fue de impacto. Y tanto o más el final. El toro hizo varios amagos de irse a tablas y en ellas, junto a toriles, jugando con las querencias, Roca, sin espada, se dejó ir en una versión personal de esos temerarios muletazos de patente Daniel Luque. La estocada fue de las buenas.
Al tercer jandilla lo tumbó de una de esas estocadas infalibles a capón con que redondeó tantos triunfos en sus temporadas de consagración. Pero ahora fue al tercer intento. Lidiado y picado sin criterio, ese tercero tuvo la viveza de toda la corrida, pero en mayor grado. Francas la embestidas cuando Roca se abrió en los medios y se dejó ir al ritmo propio, y al del toro, repetidor, pronto a toques y vuelos.
El lote de la corrida, en manos de Roca. El menos propicio, en las de Talavante, que firmó las verónicas más despaciosas de toda la tarde. Para Manzanares un primero codicioso de muy buen aire y, sobre todas las cosas, de una muerte tan de bravo que encendió el ambiente y acabó rebotando en el propio matador después de una faena rumbosa de desigual calibre, y un cuarto que acusó el castigo de dos severos puyazos y se vendió caro.
Sonó la música durante el toro de rejones, en cuatro faenas y en todos los arrastres. Muy afinada la banda. El repertorio, el mismo de siempre, parece anquilosado.
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