El restaurante de Bilbao que «construye oportunidades» para sus comensales y trabajadores
EDE Fundazioa abre Guruzu, espacio hostelero que busca la inserción laboral, ofrece compañía a quienes se encuentran solos y subvencionará los menús a colectivos vulnerables
En Guruzu, el restaurante que abrirá el lunes EDE Fundazioa en Bilbao, cada silla es diferente. Y lo son para que cualquier persona «se sienta cómoda, en su sitio, en su casa». Porque este espacio gastronómico aspira a ser un lugar de «convivencia, de encuentro», abierto a todo el mundo pero con un marcado carácter social en el que quienes están solos tengan compañía, los que disponen de menos recursos puedan comer por un módico precio y aquellos que necesitan una oportunidad laboral la encuentren.
La entidad social ha presentado este viernes sus renovadas instalaciones en el número 10 de la calle Manuel Allende, en las que Guruzu –que también será cafetería y tendrá barra de pintxos– aspira a ser un «laboratorio permanente de innovación social». Jon Mancisidor, presidente de la organización, ha dado unas pinceladas de lo que supone este proyecto, que también estará abierto -disponen de una zona de 'plaza' y diferentes salas multiusos- a los colectivos y asociaciones del barrio para que puedan celebrar eventos, charlas, reuniones y exposiciones, entre otros.
El eje central, el restaurante, es en primer lugar un espacio de inclusión sociolaboral. Gestionado por Suspertu, la empresa de inserción de EDE, de la docena de trabajadores que se encargarán de la cocina y del comedor, con capacidad para sesenta comensales, seis se encuentran en «procesos de formación y acompañamiento» en los que han «aprendido un oficio» y les faltan «unas prácticas de calidad».
Tienen «contrato según convenio», pueden permanecer en su puesto durante tres años y saldrán de ahí «con capacidades para trabajar en un establecimiento de nivel medio-alto». También buscan «dar una experiencia gastronómica de calidad», con un menú de 21,5 euros –«el precio de la zona»– que el día de su inauguración ofrecerá alubias con sacramentos, tallarines con gambas, entrecot con pimientos del país y focaccia de tomate con pesto, entre otras opciones.
Nevera solidaria
Aspiran a que la comida sea un «elemento de comunicación» entre desconocidos, que podrán sentarse juntos todos los días a mediodía y viernes y sábados también en las cenas. «Tendremos mesas comunitarias, para que personas que van a comer solas puedan interactuar con otras, charlar, y tener un momento de conversación del que igual salga que coman todos los miércoles juntos», ha ejemplificado Mancisidor. Quieren, así, que «alguien que está solo en casa pueda venir aquí y comer acompañado».
Otro de los aspectos más relevantes de Guruzu son los descuentos a personas en situaciones vulnerables. Se trata de un proceso que todavía «no está culminado», aunque lo que pretenden es que algunos colectivos con dificultades económicas tengan «subvencionado» el menú.
Los excedentes, además, se colocarán en una nevera solidaria a disposición de todo aquel que necesite algo que llevarse a la boca. En este caso, más que lo que sobre del restaurante, que esperan que sea «poco», llenarán el frigorífico con lo que cocinen en los diferentes cursos y formaciones que impartirán. En definitiva, ha subrayado el presidente, «no es solo un sitio donde hacemos comida y damos de comer, sino donde se construyen oportunidades».
«Mi sueño es abrir un restaurante bereber»
Choauaib Ouaziz cruzó el estrecho de Gibraltar en los bajos de un camión. Cuando llegó en 2016 a Bizkaia fue acogido en el centro de menores de Amorebieta, y como era «buen chico» le trasladaron un mes después al de Loiu. De ahí fue a un piso y, tras estudiar «hostelería, mecánica, carpintería de aluminio, limpieza y soldadura», está más cerca de cumplir su sueño: «Abrir un restaurante bereber». El joven, de 25 años, es uno de los camareros de Guruzu, el restaurante social de EDE Fundazioa, y asegura sentirse «muy feliz» con esta oportunidad, que va a aprovechar para poder cumplir sus «objetivos» y que a su madre, que vive en Marruecos, «no le falte nada». En esa misión tendrá el apoyo de Zuriñe Pérez, que también trabaja en la sala como parte del personal que no procede de la empresa de inserción Suspertu. «Llevo toda la vida en la hostelería y, cuando me enseñaron el proyecto, me pareció muy bonito poder ayudar y acompañar a las personas en su inserción laboral», explicó antes de aclarar que, aunque el equipo se ha conocido hace poco, todo «va a salir bien» porque aprecia «esfuerzo» y «ganas de trabajar».