Recorrido por el futuro bulevar entre Bilbao y Getxo: «Ir en bici por aquí es jugártela»
Dos periodistas de EL CORREO recorren la carretera de la Margen Derecha que en el futuro se convertirá en un bulevard libre de coches
A las doce del mediodía hay muy pocos ciclistas por la carretera de la ría de la Margen Derecha, la que une Getxo con Bilbao ... y la que se convertirá en 2024 en un bulevar peatonal y ciclista. Hace sol y es viernes. La mezcla perfecta para sacar la bicicleta y disfrutar de unos kilómetros. Pero no se ve ninguna grupeta (pequeño pelotón de amigos y aficionados) y los pocos que se aventuran por este vial son lobos solitarios: un pescador que lleva dos cañas plegadas en una parrilla, dos jubilados con eléctricas y algún deportista despistado. Lo cierto es que la BI-711 es una carretera con muy mala prensa. «Tiene fama de peligrosa y es una reputación que está justificada», explica Egoitz Fernández.
La siniestralidad es alta. En 2000 murió una ciclista atropellada por un autobús escolar y casi cada año se repiten uno o dos accidentes graves. «He visto varios percances y yo mismo estuve a punto de ser embestido por un furgón antes de la pandemia», explica Egoitz, que vive en Udondo y acude a trabajar a San Ignacio normalmente en bicicleta. «No tengo carné y a pedales tendría que ser un paseo de 20 minutos pero realmente es un infierno porque estás todo el rato en tensión y te la juegas».
Con el joven hablamos en Erandio. Este periodista y un fotógrafo le hemos parado mientras realizamos en bicicleta el camino que seguirá el futuro bulevar, que tendrá casi 7 kilómetros. La idea es escribir un reportaje sobre cómo están las cosas ahora y cómo pueden cambiar con un plan en el que la Diputación va a invertir 20 millones. «Lo que van a hacer me parece algo muy necesario», dice.
Antes de estar con Egoitz habíamos partido de Elorrieta, en Bilbao, donde comenzará el proyecto anunciado esta semana por Unai Rementeria, con la intención de pedalear hasta Getxo. En la parte final de la capital vizcaína hay un bidegorri bien delimitado. Y ancho. Pero pronto se acaba y es cuando hay que arremangarse para meterse de lleno en la carretera de la ría. El tráfico es intenso y fluye rápido. A muchos conductores poco les importa las señales de prohibido ir a más de 30. Y los coches que respetan la obligatoria distancia de metro y medio para adelantar son minoría.
Una furgoneta de reparto está a punto de arrollar en Leioa a los dos periodistas que hacen este reportaje
Giro prohibido y sin mirar
El caos al llegar a Leioa
En realidad, casi todos nos pasan muy cerca porque la BI-711 es estrecha. En la práctica resulta todavía más angosta porque hay vehículos aparcados en los laterales, sobre todo en Erandio (muchos de ellos de forma irregular, bien porque están sobre la acera o porque ocupan parcialmente la calzada). La sensación de inseguridad crece con el temor a que se abra alguna puerta. Tras 15 minutos de pedaleo dejamos el centro de Erandio y avanzamos hacia Udondo. Nos pasan varios camiones pesados que se dirigen a un rosario de talleres que se asoman a la ría. «El tránsito de este tráfico pesado es una de las cosas que nos preocupa de cara al futuro proyecto», apuntan desde la asociación Biziz Bizi.
La situación se pone muy fea cuando una furgoneta de reparto sale de uno de estos pabellones y está a punto de arrollarnos en un giro, a todas luces, ilegal. El tramo dentro del término municipal de Leioa es caótico, con camiones y turismos en doble fila y velocidades endiabladas en zonas limitadas a 50. Tardamos 30 minutos en llegar a Las Arenas. La sensación de riesgo ha estado muy presente. Ahora comprendemos por qué el ciclista es una especie en extinción en esta carretera.
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