El Puerto Deportivo de Getxo solo amarra la continuidad de 300 propietarios de barcos

Sin embargo, la situación en absoluto invita al optimismo, ya que en torno a una veintena de barcos atracados en las instalaciones getxotarras, que dispone de 842 amarres para naves de 6 a 24 metros de eslora, presentan «muy mal estado» y otro buen número, que puede superar fácilmente las 40 unidades, «se encuentran abandonadas y cayéndose a cachos», lamentan responsables de la Asociación de Amarristas y Comerciantes GKP. «Hay mucha gente que hace tiempo que no se pasa por los pantalanes y la mayoría ni sale a navegar», explican portavoces de esta organización, crítica con «la inacción» de la concesionaria GAP.

En medio de este escenario, se ha disparado en los últimos meses «la fuga» de patrones a puertos cercanos, como el Real Club Marítimo del Abra y los públicos de Santurtzi, Bermeo y Plentzia, pero especialmente al de Laredo que, solo desde el pasado verano, ha recibido la llegada de un centenar de socios de Getxo, detalla Juan Soto, gerente del Real Club Náutico de la localidad cántabra. Casi uno de cada cinco usuarios de Laredo es vizcaíno. La mayoría de estas embarcaciones son de esloras medias -60 de vela y 40 de motor- «aunque también han llegado algunos pequeños y otros grandes».

Pese al compromiso de GAP de desembolsar 21 millones en la mejora e innovación de las infraestructuras, las obras continúan sin arrancar, agravando el estado de un puerto cuya oferta comercial y de ocio se encuentra bajo mínimos, con la única actividad de solo un bar, tres tiendas y un complejo cinematográfico, amenazado por unas humedades que devoran sus paredes, completamente desconchadas. «La situación de abandono y deterioro es total por la falta de mantenimiento y conservación. La carencia de información y del cumplimiento del pliego de bases técnicas impide a los armadores, comerciantes y locales técnicos firmar los contratos correspondientes. ¿Quién corre con los gastos derivados de los barcos que no han asumido los costes del alquiler antes del 4 de enero de este año?», reprochan desde GKP. Mientras se tramitan las diferentes licencias, previas al inicio de las obras, la adjudicataria se escuda en que «se han implementado mejoras en limpieza y seguridad de los pantalanes».

A estos problemas se añade un cambio de última hora que puede comprometer algunos de los proyectos en ciernes, con la construcción de un hotel a la cabeza. La Sociedad Pública, integrada por el Ayuntamiento de Getxo y el Gobierno vasco, ha solicitado a la Autoridad Portuaria de Bilbao, propietaria de la lámina de agua, una prórroga excepcional por 30 años más y la ampliación de la concesión hasta 2070 en vez de solo hasta 2040 ante las «dudas que plantea la «rentabilidad» de este proyecto. «Con un plazo de 15 años nunca se podrán amortizar las inversiones», esgrimen algunas fuentes. El Ayuntamiento de Getxo, consultado por este periódico, ha declinado realizar cualquier comentario al respecto.

No obstante, el principal foco de atención se centra en estos momentos en la pérdida de calidad de la flota atracada y el continuo goteo de usuarios, que ha alcanzado la cifra más baja de su historia desde la inauguración del espacio náutico en 1997. «Bastantes embarcaciones han sido 'okupadas' porque hay patrones que las usan muy poco y luego también hay mucha gente que está vendiendo sus barcos», subrayan representantes de los hosteleros y comerciantes, que justifican la marcha de numerosos usuarios «por los altos precios», mucho más caros que en el resto de puertos próximos, pero también por «el cabreo» tras denunciar «las condiciones abusivas y leoninas» que intenta imponer Getxo Abra Port.

«Propietarios que tenían comprado el amarre van a ver ahora multiplicados los gastos por 3», protestan. Con las nuevas tarifas los alquileres «se duplicarán e incluso triplicarán. Es normal, por tanto, que haya gente que se haya ido al puerto de Santurtzi porque es siete veces más barato que el nuestro», esgrimen.

Aparte de la carestía de las tarifas, los amarristas han mostrado su hastío por la «soberbia y prepotencia» de la nueva gestora, que contempla el cobro de un alquiler extra a los usuarios que dejen libres «dos días» su amarre. La adjudicataria se reserva, en este caso, el derecho de permitir a otros barcos ocupar su plaza mientras esté vacía. Tampoco ha sentado nada bien a los patrones la pretensión de la adjudicataria de implantar nuevos sistemas de cobro, que contemplan el pago de los alquileres de forma semestral en vez de «cada mes, como se facturaba antes. Esto puede suponer afrontar un recibo de 3.500 euros. A nadie le gusta asumir cargos tan elevados», censuran.