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Puede que nos resulte chocante la idea de organizar una carrera de lanchas motoras por la ría, pero seguramente a nuestros abuelos o bisabuelos -si ... es que eran de Bilbao, claro- les habría parecido una iniciativa de lo más normal. Porque, aunque hayan quedado borradas de la memoria por los vaivenes de la historia, en los años 30 ya se celebraron competiciones de embarcaciones fueraborda en nuestras aguas: hace tanto tiempo que, entonces, todavía solían utilizar el término inglés, 'outboard'. Una empresa vizcaína ha presentado al Ayuntamiento y al Gobierno vasco un proyecto que busca recuperar aquella tradición perdida, en el marco de un ambicioso festival de motonáutica que han bautizado como Bilbao River Fest.
«Aquellas carreras de lanchas que se pararon con la llegada de la Guerra Civil daban vida a la ría y a las gentes que iban a verlas, en momentos de cierta convulsión social. Eran una forma de evadirse y disfrutar», evoca Borja Atutxa, de Retromobile Historic & Sport Events, la firma que está detrás de la propuesta. Era una época en la que existía una verdadera fiebre por los deportes de motor, tanto en tierra como en el agua, y las carreras de 'outboards' se habían convertido en eventos de tremenda popularidad. Aquí solía organizarlas la Real Peña Motorista Vizcaína en torno a las fiestas de Bilbao y resultaron especialmente notables las convocatorias de 1933, cuando se enmarcaron en el Tourist Trophy Español, y 1934, con un campeonato que formaba parte de la Quincena Motorista Internacional. Ahí el fuerabordismo bilbaíno dio un espectacular acelerón: llegaron competidores de élite de toda Europa, que en algunas vueltas alcanzaron velocidades de 72 kilómetros por hora.
«La animación que existe para presenciar estas regatas es sencillamente fantástica», relataba en la primera de esas dos ediciones el diario deportivo 'Excelsius', que presumía de que la cita en la ría era «algo que todavía no se ha visto en el fuerabordismo europeo». En la última regata del 33, por cierto, se impuso Ricardo Soriano, de la propia peña vizcaína, un singular aristócrata recordado como «padre de la motonáutica», impulsor del turismo en Marbella, inventor de incontables ingenios y, en fin, también coleccionista de pelos púbicos femeninos.
Casi un siglo después, el Bilbao River Fest aspira a aprovechar de nuevo el potencial de la ría como escenario para este deporte. Aunque en el montaje fotográfico para presentar el evento aparezca el Guggenheim, como síntesis icónica de la iniciativa, en realidad la idea es que el circuito rodee la isla de Zorrozaurre. El Palacio Euskalduna serviría de centro neurálgico, por cercanía y también como homenaje a su pasado náutico como astillero. «Traeríamos el campeonato de España de lanchas, que sería el epicentro del festival, pero el fin de semana tendría otras cuatro patas: el Campeonato de Europa de Motos Náuticas, el de 'flyboard', una exhibición de esquí acuático y un desfile de lanchas antiguas», enumera el responsable de Retromobile, que también está detrás del evento de coches clásicos y de colección Arte Sobre Ruedas, programado para el próximo mes de junio.
Las ediciones de 1933 y 1934 atrajeron a pilotos de otros países con una «animación fantástica»
El circuito previsto, en torno a la isla de Zorrozaurre, «tiene mucha anchura»
«No hablamos de un proyecto desmesurado ni alocado, sino muy factible, y que aportaría valor añadido a la ciudad. Somos soñadores pero realistas. Y es todo un espectáculo, no hace falta entender de ello para disfrutarlo», añade el promotor, además de destacar que las embarcaciones se alimentarían «con biocombustible». ¿Y qué hay de la seguridad? «Las lanchas que van a correr en la ría no son las de Miami, que se mueven a doscientos kilómetros por hora: estas van a sesenta o setenta, más rápido que cualquier barco normal, pero no a una velocidad desmesurada. Y la gente que las lleva es profesional, sabe lo que tiene entre las manos: no hay accidentes. Además, la ría tiene mucha anchura: el punto más estrecho del circuito es de 75 metros, lo que garantiza la seguridad y las medidas preventivas».
Atutxa se muestra convencido de que, en estos tiempos de recuperación de la ría para el ocio, el público respondería con entusiasmo: «El potencial es enorme y debemos ponerlo en valor. La ría es un espacio para soñar, en el que todo lo que se hace tiene una acogida tremenda. Por ejemplo, Bilbao fue la ciudad del mundo con mayor aceptación y afluencia de público a los saltos de Red Bull. La respuesta siempre es muy positiva, porque la gente está orgullosa de que pasen estas cosas en la ciudad».
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