El primer juicio al acusado de los crímenes de gais comenzará el 23 de octubre

Se le acusa de intentar matar a un vecino del Casco Viejo con el que había quedado por una red social, lo que permitió destapar el resto de fallecimientos sospechosos. Aún se encuentra bajo instrucción el otro homicidio en grado de tentativa que se le imputa y otras cinco muertes están siendo investigadas en distintos juzgados de Bilbao. Uno ha quedado archivado de forma definitiva por falta de pruebas, otro será juzgado por un jurado por delito de homicidio y el resto están pendientes de recursos por delitos económicos u homicidio.

Gracias a la resistencia que ofreció la víctima en este caso y a su denuncia, el agresor pudo ser acorralado y detenido. Se entregó en la comisaría de la Ertzaintza en Irún en mayo de 2022 y se encuentra en prisión preventiva desde entonces.

Estos primeros hechos por los que va a ser juzgado en la Sección Segunda de la Audiencia vizcaína, se registraron el 17 de diciembre de 2021, alrededor de las cuatro y diez de la tarde. Según el relato incluido en la calificación provisional del Ministerio público, que tendrá que ratificarse en la vista oral, Nelson David acudió al domicilio de la víctima después de contactar por Wapo. Cuando estaban sentados en el sofá tomándose un café y se habían puesto cómodos, «empezó a besarle».

En este ambiente de relax, de manera repentina, el acusado intentó ahogar a la víctima «apretándole el cuello con la parte interior del codo haciendo fuerza hacia arriba», mediante la llave conocida como «mataleón». El agredido comenzó a «forcejear hasta que consiguió por un momento liberarse». Mientras éste intentaba recuperar el aliento, el procesado se puso nuevamente encima con la intención de asfixiarle. Esta vez, «le apretó la nuez con los dedos, pero él logró soltarse y salir corriendo hacia el hall, donde abrió la puerta y pidió socorro», señala el escrito.

El agresor tiró de él por el brazo y logró meterlo de nuevo en la vivienda. Con la misma intención de acabar con su vida, «le golpeó varias veces en la cabeza con una figura de madera forrada de cuero con forma de gato» que había en un mueble de la entrada y le abrió una brecha por la que empezó a sangrar. Ante el miedo de que alguien alertado por los ruidos pudiera descubrirle, el atacante huyó de la vivienda de manera precipitada «dejando una mochila que contenía entre otros enseres su pasaporte y una tarjeta bancaria a su nombre». Gracias a eso, la Ertzaintza pudo identificarle.

A causa de los golpes, la víctima sufrió heridas en el cuero cabelludo por las que tuvieron que aplicarle grapas, y hematomas en el cuello, además de un trastorno por estrés postraumático por el que ha necesitado tratamiento psicológico. Como secuelas, le ha quedado una cicatriz y ansiedad anticipatoria, de manera que rememora una y otra vez lo que pasó aquel día.

A raíz de este caso, los investigadores de la Policía autonómica empezaron a atar cabos y apreciaron conexiones con otras muertes consideradas inicialmente como naturales. Pese a que se repite el modus operandi, cada caso va a ser juzgado por separado, según ha criticado Gehitu, que ha pedido sin éxito a la Fiscalía que solicite la fusión de las causas en una única.