Las dos primeras noches en la cárcel del detenido por las muertes de gais en Bilbao

Tras publicarse la fotografía de su ficha policial y su identidad en medios digitales y redes sociales, el individuo se entregó en la comisaría de Irún la noche del pasado jueves. Al coincidir su entrada en prisión con el fin de semana, el interno fue examinado en el departamento de ingresos del penal sólo por un médico de Osakidetza y por el jefe de servicio, a la espera de que hoy pueda entrevistarse con el trabajador social y un educador, encargados de diseñar su programa entre rejas. Este equipo de profesionales realizará una propuesta de clasificación a la dirección del centro.

En el caso de que el reo sufra alguna enfermedad diagnosticada, sería derivado a la enfermería. Y es más que probable en un caso como éste, que se le incluya en el programa de prevención del suicidio, lo que supone que un interno, al que llaman «sombra», le acompañe continuamente, tanto en la celda asignada como al acudir al baño o al comedor, según explican fuentes internas. La inclusión en este programa se suele ir revisando semana a semana por si deja de ser necesario.

Los presos con un perfil como el de Nelson David M.B., con un trabajo y sin ingresos previos en prisión, suelen ser derivados a un módulo de respeto, que en el caso de Basauri sería una galería.

EL CORREO reveló hace diez días que la Policía autonómica estaba buscando a un sospechoso de al menos cuatro muertes, consideradas inicialmente como naturales. Todas ellas se habían producido en Bilbao, en el domicilio de las víctimas, que utilizaban una red de contactos entre homosexuales para conocer parejas. Los investigadores creen que el sospechoso primero les drogaba y después se apoderaba de sus tarjetas para vaciar sus cuentas.

En octubre de 2021, la denuncia del hermano de una de las víctimas, que observó en el móvil de su familiar que le estaban haciendo extracciones de su cuenta, permitió averiguar mediante una analítica de sangre que había sido intoxicado con éxtasis líquido. Esta sustancia se elimina muy rápidamente del organismo, por lo que resulta muy difícil de detectar.

En diciembre, el agresor lo volvió a atacar. Según denunció la víctima, trató de estrangularle con las manos y huyó del piso dejándose una mochila con el pasaporte y otras pertenencias.