La presencia de okupas inquieta a todo el valle de Carranza
Vecinos de distintos barrios han puesto alarmas en los últimos días tras el asalto a una casa en Cezura y otros intentos frustrados
«Antes dejábamos las puertas abiertas y ahora tenemos miedo. ¡Con lo tranquilos que vivíamos aquí!». Así, con mucha inquietud, es como se sienten numerosos ... vecinos de la localidad vizcaína de Carranza, desde que hace unos días se corriera la voz por la presencia de okupas en una casa del barrio de Cezura. En la última semana han visto «a gente extraña» en algunos puntos del municipio, rondando viviendas y tratando de acceder a ellas, y por si fuera poco se investiga si las personas desalojadas este martes en el pueblo cántabro de Ramales -a 20 kilómetros-, han encontrado cobijo en este bucólico valle después de protagonizar numerosos incidentes allí.
Esto ha hecho que muchos residentes hayan decidido incrementar la seguridad en sus domicilios, instalando alarmas. «Han colocado muchas por aquí en estos días. A nosotros nunca nos ha hecho falta pero ahora ya no te fías de nadie», apuntó ayer a este periódico quien alertó a los dueños de la casa de Cezura, deshabitada y en venta, de que varias personas, entre ellas niños, se habían colado en el interior de manera ilegal. «Sabiendo que siguen aquí nos obligan a estar permanentemente en casa por si pudieran meterse en ella», afirmó otro vecino de la zona.
En distintos puntos, como en Ahedo y Montañán, los lugareños también reconocen que últimamente tratan de estar «más pendientes» de las casas que no están de continuo habitadas, después de haber visto cómo gente desconocida «merodeaba y controlaba» varios inmuebles. «En uno llegaron a mirar cómo era la cerradura, pero un vecino se dio cuenta y les espantó», cuentan indignados dos carranzanos, quienes afirman que, debido a la gran extensión de este valle y a que cuenta con numerosas casas dispersas, «acabarán tarde o temprano colándose en otro lugar».
De la de Cezura, con seis habitaciones y tres baños, sus ilegales moradores tienen ya una orden de desalojo. Los dueños pusieron la denuncia por un delito de usurpación el pasado miércoles 7 de febrero, un día después de que tuvieran constancia de la okupación, en plena tarde. Según reza en la sentencia a la que ha tenido acceso este periódico, a los cuatro denunciados -uno de ellos ha salido de la cárcel recientemente-, se les ha interpuesto una multa de 450 euros.
«Sabiendo que andan por aquí nos obligan a no salir por si pudieran meterse en nuestras viviendas»
Piden tener agua
Estas personas aseguraron ayer a este periódico contar con un contrato de alquiler firmado por un tercero al que los propietarios no conocen. Lo mismo afirmaron en el juicio del pasado martes, una declaración que en la sentencia se describe como «totalmente inverosímil, incoherente y contradictoria». Los okupas, que dicen haber estado previamente en Vitoria, y que no tienen relación alguna con los de Ramales, se reafirmaron en su idea de mantenerse en esa vivienda, la que remarcan que tuvieron que limpiar «de ratas y murciélagos», solicitando además poder contar en ella con suministro de agua.
Pese a que los vecinos han llegado a ver «más de quince personas», apuntan que residen en esta casa «cuatro adultos y cinco menores», y también algunos perros. «No somos conflictivos y queremos empadronarnos para que los niños puedan ir a la escuela». Los dueños esperan poder recuperar pronto esta vivienda, pero temen encontrársela en mal estado y que eso afecte a la inminente venta que tenían previsto realizar, mientras que los vecinos del barrio también suspiran por un rápido desenlace para recobrar la tranquilidad.
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