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Soledad Herrero, El Hadji Mboup y Cheikhou Seye, en la casa del pueblo de Santutxu.
La fractura llega a las casas del pueblo

La fractura llega a las casas del pueblo

La carrera por la Secretaría General del PSOE divide a los militantes vascos

erlantz gude

Sábado, 20 de mayo 2017, 01:06

Su interminable barra de pintxos y los carteles anunciando espectáculos teatrales, música y los actos del cincuenta aniversario del colegio Rontegi le hacen parecer un bar cualquiera, hasta que un par de carteles con las imágenes de Patxi López y Pedro Sánchez recuerdan que se trata de la principal casa del pueblo de Barakaldo, el bar La Forja, en la calle Arrandi.

Los clientes no muestran especial interés por las primarias de mañana, en las que se decidirá el nuevo secretario general. Un hombre en la barra se anima a hablar: «Hace falta un cambio drástico como el que propone Sánchez, con Susana nos convertiríamos en un PP dos», opina José Valbuena, vecino baracaldés. «¿Qué virtud, qué formación tiene esa señora? Y no está, además, libre de sospecha de corrupción», en referencia a los escándalos de la Junta andaluza.

Este socialista carga contra lo que considera «maniobras rastreras» de la andaluza en el comité federal de octubre, donde se votó en contra de convocar un comité extraordinario para elegir un nuevo secretario general, con el trasfondo del no a la investidura que defendía Pedro Sánchez. Tras no prosperar la votación, éste anunció su dimisión.

El aspirante madrileño ha podido cometer, a juicio de este baracaldés, «muchos errores, pero ha dado voz a las bases, frente a Susana, frente al aparato». Y cree que un PSOE recuperado podría hacerse con parte del «voto de cabreo» que, apunta, «se ha ido a Podemos». La única alternativa al Partido Popular sería, a su juicio, un pacto con la formación morada, «aunque mostrando estos un talante moderado». ¿Y si son necesarias fuerzas nacionalistas en la ecuación? «Con límites a la concesiones. Tal y como está el PP, hoy habría aceptado hasta el Estatut de Rovira», sugiere Valbuena.

A unos metros de la casa del pueblo, un simpatizante, que prefiere no dar su nombre, ofrece una visión algo diferente. Dice que la apuesta que «más conviene» al PSOE es la de Patxi López. «Los otros dos se van a degollar. Van a acabar con el partido. Patxi no mira por su interés, mira por el partido». ¿Y los otros no? «¿Hay alguna duda?», responde socarrón mientras apura un cigarrillo.

Reducido a la nada

En la sede de Portugalete, Juan José Rubio, que se dio de baja en 2015 «decepcionado» con la situación del partido, comparte con su amigo, Imanol Gómez, que «la situación difícilmente se recompone», y ambos advierten del riesgo de escisión. El desengañado exmilitante confía, sin embargo, en que la situación cambie drásticamente si Sánchez gana las primarias. «Con Susana Díaz, el partido quedará reducido a la nada», aduce.

Accede al establecimiento Jesús Ramos, viudo de Maite Torrano, fallecida en un ataque con cócteles molotov perpetrado por ETA en 1987, y se limita a decir que votará a Patxi López, el candidato jarrillero. Muy cerca, la gallartina Arantza Tobajas coincide con su marido en que lo que más le ha acercado a Sánchez es «la traición que sufrió». Gane quien gane cree que la pelea seguirá, aunque el madrileño «devolvería el partido a las bases».

Vería con buenos ojos un pacto con Podemos con tal de desbancar al PP. Sería, a su juicio, una opción factible pese a la inmadurez o irresponsabilidad que se achaca a la formación morada desde sectores críticos con la entente. ¿Y Patxi López, aspirante criado en esas calles? «Yo no lo veía ni como lehendakari», apunta la mujer.

En la casa del pueblo de Santutxu, el responsable de la barra no oculta a una hora concurrida se preferencia por Sánchez. Tampoco Jesurra Deza, veterano militante. A la conversación se suma Hilario López. Cuenta que fue durante años secretario general de la agrupación del barrio y miembro de la ejecutiva provincial. No se decanta por nadie. «A ella, no la conozco; a Patxi, demasiado, y Sánchez no ha dado resultados».

A pocos metros, en la sede de la agrupación, se celebra un acto donde los responsables de la candidatura del ex secretario general tratan de convencer a los afiliados. Hasta allí se ha acercado Monika San Juan, que participa en la coordinación en Bizkaia de la campaña de la presidenta andaluza, capitaneada por el edil de Balmaseda y exjuntero Isaac Fernández. Trata de rebatir uno de los mantras que pesan sobre Díaz. «Todos son o han sido aparato, empezando por Sánchez, que ha sido secretario general», esgrime.

Suceda lo que suceda, considera que una vez decidido el ganador será el momento de iniciar una gestión «con visión conciliadora. El partido no se rompe». La portavoz del PSE en Basauri, Soraya Morla, coordina en Bizkaia la campaña de Sánchez y se muestra tajante.

¿Le traicionó Patxi López al ser uno de los diputados que le recomendó abandonar su escaño para luego postularse al liderazgo del PSOE? «Yo le tengo mucho cariño a Patxi. Es mi lehendakari, quizá si fuera de Burgos hablaría diferente. Creo que lo hizo desde la responsabilidad, que Pedro no podía presentarse más adelante a secretario general habiendo roto la disciplina de voto con un no a Rajoy», esgrime Morla.

Viraje hacia Ciudadanos

¿La capacidad del político madrileño para haber virado tanto hacia Ciudadanos como hacia Podemos juega a su favor o en contra? «El problema es que en España no hay cultura de pactos». ¿Y la polémica surgida sobre su concepto de nación? «Felipe González dijo que España era una nación de naciones. ¿Alguien cree de verdad que Sánchez sería capaz de poner en duda la unidad de España? Concesiones a los nacionalistas las acaba de hacer el PP», afirma Morla.

Concluida la exposición, los asistentes extraían sus conclusiones. Uno de ellos, el miembro del Movimiento Afrosocialistas El Hadji Mboup, opinaba que Sánchez «representa la nueva generación frente a la vieja guardia, que debería limitarse a aconsejar, y no querer interferir», planteó. Raúl Lerones, por su parte, entiende que el ex secretario general «ha conseguido devolver la ilusión en un partido aburguesado».

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