«ETA debe revelar en qué fosa están nuestros familiares»
Los allegados de los tres jóvenes asesinados en 1973 y cuyos cadáveres jamás han aparecido esperan que los terroristas digan dónde están los cuerpos
óscar b. de otálora
Martes, 11 de abril 2017, 00:58
«Ojalá dijesen dónde están nuestros familiares», afirma Coral Rodríguez Fouz, sobrina de Humberto Fouz, uno de los tres jóvenes que ETA asesinó en 1973 en el País Vasco francés y cuyos cuerpos jamás han aparecido. Los tres amigos habían acudido a San Juan de Luz para ver la película El último tango en París, prohibida en España, pero miembros de la banda les confundieron con policías, los secuestraron, los torturaron y luego hicieron desaparecer sus cadáveres. Coral Rodríguez Fouz cree que tras la entrega de los zulos de ETA a las autoridades francesas llevada a cabo este pasado sábado, la banda debería decir ahora dónde enterró a estas víctimas. «Esperamos que revele en que fosa están nuestros familiares. No quiero ser optimista ni pesimista, pero éste sería el momento», insiste.
Que el fin de una banda terrorista vaya acompañado de la obligación de comunicar dónde están los cadáveres que ha ocultado durante años tiene precedentes. Entre 1970 y 2003, el IRA y el INLA los dos principales grupos terroristas católicos en Irlanda del Norte asesinaron a 16 personas cuyos cuerpos jamás aparecieron. Durante el proceso de paz en el que el IRA dejó las armas en 2005 se creó una comisión especial para esclarecer estos casos, lo que obligó a los grupos armados a dar las localizaciones de las fosas en las que había ocultado a sus víctimas.
Un caso paradigmático fue el de Jean McConville, una católica madre de 10 hijos que en 1972 fue secuestrada y asesinada por miembros del IRA. Había sido acusada falsamente de ser una colaboradora de la Policía, una imputación que vertieron sobre ella simplemente por haber socorrido a un soldado británico herido.
La localización de su cuerpo fue un misterio durante años hasta que en 2003, cuando ya estaba en marcha la comisión para investigar las desapariciones, los terroristas dieron datos sobre una playa en la que habían enterrado a McConville. La información no sirvió para encontrar los restos pero el azar quiso que un paseante descubriera en la misma zona unos huesos humanos que sí resultaron ser los la mujer. En 2014, el líder del Sinn Feinn, Gerry Adams, fue detenido y puesto en libertad por su presunta relación con este caso.
Aunque los terroristas norirlandeses sí que ofrecieron información sobre algunas de las fosas en las que hicieron desaparecer a sus víctimas, todavía quedan casos sin resolver. Uno de ellos es el del capitán Robert Nairac, secuestrado, torturado y asesinado en el norte de Belfast en 1977. Este militar, que actuaba como agente encubierto, jamás apareció ya que, según algunas formaciones, los terroristas se deshicieron de su cuerpo en la picadora de carne de una fábrica de comida para perros.
En la mayoría de los casos, si una banda terrorista decide hacer desaparecer los cuerpos de sus víctimas es con el objetivo de ocultar un crimen del que es consciente que, de conocerse, dañaría su imagen incluso entre sus fieles. En Irlanda, que el IRA asesinase a una católica y madre de diez hijos solo por una falsa sospecha era algo que incluso en las filas de uno de los grupos más crueles de Europa podría generar rechazo. En el caso de ETA, ocultar crímenes como el de los tres jóvenes gallegos desaparecidos en 1973 respondía a la voluntad de esconder el error de confundirlos con policías.
Pero también pretendía evitar que los sectores de la izquierda que apoyaban a la banda en los últimos años del franquismo se revolvieran contra ETA por haber quitado la vida a tres trabajadores inocentes de la forma más brutal, ya que a uno de ellos incluso le clavaron un destornillador en el ojo.
Reunión con 'Ternera'
Los tres jóvenes cuyos restos no han aparecido Humberto Fouz, Fernando Quiroga y Jorge García habían emigrado desde Galicia a Eibar para buscar un trabajo y formaban parte de una diáspora gallega que fue clave en la industrialización de Gipuzkoa. El 24 de marzo de 1973, el día en que les secuestraron, los miembros de ETA les llevaron a una granja donde los torturaron. Cuando los terroristas fueron conscientes del error que habían cometido, los mataron y los arrojaron a una playa, según algunas fuentes.
Durante años, la familia peleó en vano con los entramados institucionales para que se investigase este caso. La sobrina de Humberto Fouz, Coral Rodríguez, que llegó a ser parlamentaria del PSE y senadora, acudió incluso a la comisión de Derechos Humanos del Parlamento vasco para pedir ayuda en los años en los que, a consecuencia del Pacto de Lizarra, el responsable de este comité era el miembro de ETA José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera.
Las dudas de 'Pertur'
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Hay otro caso de una persona desaparecida y cuyo cadáver jamás ha sido localizado en el que también la banda terrorista ahora desarmada tendría mucho que decir. Es el del que fuera dirigente de ETA (pm) Eduardo Moreno Bergareche, Pertur. No se tiene ninguna noticia de él desde que en 1976 acudió a una cita tras reunirse con los dirigentes de la banda Francisco Mujika Garmendia, Pakito y Miguel Angel Apalategi, Apala, con quienes estaba enfrentado por su postura favorable a abandonar la violencia. Aunque también se ha especulado con que su desaparición sea obra de los grupos que practicaban la guerra sucia, diversos testimonios enviados a los juzgados siguen señalando a miembros de ETA como los autores.
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Su compañera en el momento de la desaparición, Lourdes Auzmendi, quien ha mantenido viva la búsqueda de los restos de Pertur cree que es el momento de que ETA diga lo que sabe «porque los últimos que le vieron fueron personas que pertenecen a la banda que ahora se ha desarmado».
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Para Auzmendi exviceconsejera de Política Lingüística del Gobierno de Patxi López, «hay que estar alegres por la decisión de la banda de entregar los zulos, pero no hay que olvidar ni los trescientos crímenes sin resolver ni los casos de desaparecidos como el de Pertur».
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Auzmendi conoce los datos que el IRA hizo públicos pero considera que en el caso irlandés los terroristas tomaron esa decisión «fruto de los acuerdos con el Gobierno, y ETA se ha desarmado forma unilateral, por lo que las situaciones son distintas». «En cualquier caso», anuncia, «deben saber que jamás olvidaremos lo que hicieron y que no dejaremos de hacer preguntas».
No recibió ninguna contestación. Ahora, retirada en Galicia donde ejerce la medicina, quiere pensar que quizás exista una posibilidad de que la banda revele el lugar en el que oculta los cuerpos y les permita descansar en paz. «Lo que mi familia espera es que, tras desvelar las localizaciones de los zulos con armas y explosivos, señale también dónde se encuentran las fosas de los desaparecidos. Que indiquen por fin en qué lugar se deshicieron de Humberto, de Fernano y de Jorge. Y luego que se disuelva», insistió ayer.