Fuera partidos
Alberto Ayala
Jueves, 12 de enero 2017, 03:10
Me admitirán que dan ganas de analizar este asunto con un cierto aire de chirigota. De hecho es lo primero que he pensado cuando lo ... he elegido para escribir esta columna en lugar de enjuiciar, por ejemplo, la petición de la Fiscalía del Supremo de nueve años de inhabilitación para el portavoz de la antigua Convergencia en el Congreso, Francesç Homs, por «impulsar» la celebración de la seudoconsulta soberanista ilegal del 9 de noviembre. Una demanda lógica a la luz de la legalidad pero que, lamentablemente -y no es buenismo sinsentido ni desinformado-, pone un poco más difícil dar con una vía de salida al contencioso catalán.
Lo he pensado, sí, pero de inmediato he recapacitado y he dado marcha atrás. ¿La razón? Después de tantos años de convivencia diaria con políticos he extraído algunas conclusiones. Como que la mayoría de ellos son personas honradas y que si en demasiadas ocasiones no exhiben la valentía necesaria en su quehacer diario es porque sienten pánico a perder el sillón en estos tiempos de paro y precariedad laboral. Y que si algo caracteriza al colectivo es su limitado sentido del humor. Entiéndase lo de linmitado como eufemismo para no hablar de nulo.
Ya se lo imaginarán. No, no me gusta ni un pelo la propuesta presentada por el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Bilbao, Luis Eguíluz, para que el Pleno suprima tres nombres del callejero de la Villa. Los del general carlista Tomás de Zumalacárregui; la dirigente comunista Dolores Ibarruri, Pasionaria, «que apoyó al sanguinario Stalin»; y nada menos que el del fundador del PNV, Sabino Arana, «ideólogo del más rancio nacionalismo racista».
Les confesaré que si alguien deja en mi mano el callejero en blanco de Bilbao, Vitoria, Donostia, Lazkao o de Laguardia no cubriré ninguna de las vacantes con estos nombres. ¿Ganas de evitarme polémicas? No, aunque también. Simplemente es que existen tantos miles de posibles denominaciones para nuestras calles, sencillas, justas y que no generan controversia, que jamás recurriría ni a estos ni a otros políticos ni vivos ni muertos.
Claro, le faltó tiempo al PNV para, a través de su número tres, poner el grito en el cielo. Para Koldo Mediavilla la iniciativa popular constituía «una auténtica des-facha-tez «(reparen en cómo parte el burukide la palabra) y «una vergüenza histórica».
Pero también levantó ampollas en el propio Partido Popular, en la cúpula vasca que encabeza Alfonso Alonso. Y es que cuando el mismísimo Mariano Rajoy ha puesto al partido a hacer la rosca a los jeltzales en busca de su apoyo en Madrid, la salida de pata de banco de Eguíluz resulta casi patética.
Desenlace. A primera hora de la tarde se retirada la iniciativa por orden de Alonso. «Pretendíamos abrir un debate, pero hemos cometido un error de planteamiento», argumentaron los proponentes.
¿Punto y final? Permítanme que lo dude. El episodio denota de nuevo que el PP de Bizkaia necesita aire fresco e inteligencia política.
Y una sugerencia por mi parte, pacificadora y sin ánimo de ofender, aunque acepto que resulta excluyente. ¿Y si nuestros políticos renunciaran a dedicar calles y plazas a propios y allegados? En espera de su respuesta. Cordialmente.
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