El creciente descrédito de los políticos un año después del 20-D

Los ciudadanos se ha alejado de los dirigentes, a los que ya consideran «uno de los principales problemas del país», y se han escorado ideológicamente hacia los extremos

Yolanda Veiga

Martes, 20 de diciembre 2016, 01:00

De haberlo sabido habríamos encargado sacas y sacas de carbón, pero por entonces, aunque maleados por la crisis y hartos de la corrupción, todavía nos mostrábamos optimistas. Hace un año, tal día como hoy, fuimos a votar por 'primera' vez. De aquellos comicios resultó un Parlamento multicolor con la irrupción de Podemos y Ciudadanos y también la más enrevesada de las ecuaciones matemáticas para formar gobierno. El 'atasco' degeneró en unas segundas elecciones (26 de junio) y la investidura 'in extremis' de Mariano Rajoy, cuando la posibilidad de una tercera convocatoria electoral dejó de parecer una broma de mal gusto para tomar forma de amenaza real.

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En este año tan convulso desde el punto de vista político se ha agrandado la brecha entre los dirigentes y los ciudadanos, ha crecido su descrédito y nuestro descreimiento. Es la sensación general. Y lo confirman las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que mide mensualmente el sentir de los españoles hacia la política, su situación económica y hasta el índice de felicidad. Una radiogradía, con su margen de error, de cómo evoluciona el país.

Para comprobar la evolución en este último año comparamos la encuesta publicada en diciembre de 2015, cuando todavía no se habían celebrado las elecciones -fueron el 20-D- y el último sondeo, correspondiente a octubre de 2016. Los resultados apuntan a un clamoroso batacazo de la reputación de nuestra clase política, aunque es precisa una aclaración. La encuesta de octubre, la última que ha publicado el CIS y la que hemos utilizado en esta comparativa, se hizo a principios de mes, en plena crisis de los socialistas y cuando todavía no había sido investido presidente Mariano Rajoy. Otros estudios realizados con posterioridad apuntan a un cierto apaciguamiento en el malestar general pero, hasta que eso tenga traducción en una nueva encuesta del CIS, tomaremos como referencia la de octubre.

El abismo que separa al ciudadano de a pie del que viaja en coche oficial (Gabriel Rufián puntualizaría que no son todos y es verdad) ha crecido en los últimos doce meses. En diciembre de 2015, a unos días de las elecciones, se pidió a los españoles que calificaran la situación política del país en ese momento. Un reducido porcentaje de optimistas (el 6%) la calificaba de «buena o muy buena», un 27,5% de «regular» y un 63,1% de «mala o muy mala». Esto mismo se ha preguntado a la gente este mes de octubre y los resultados evidencian que los optimistas se han exiliado a otro país por solo el 0,8% cree que la situación política es buena o muy buena, un 9,6% cree que es regular y un aplastante 88,1% la tacha de mala o muy mala.

Insistimos en que la encuesta se hizo cuando aún no había gobierno. Pero en todo caso, y por mucho que hayan mejorado las cosas en el último mes y medio, el desplome es tal que parece difícil la recuperación. Los políticos han perdido crédito en un goteo que ha hecho ya charco. Porque hace un año para un 5,9% el primer problema del país eran «los políticos y la política en general» y ahora son ya un 14,3% los que piensan así. Claro que siguen siendo muchos más los que consideran el paro el principal quebradero de cabeza (en torno al 50%).

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Pero el alejamiento de la política va por barrios, por partidos en este caso. En el último año PSOE y Ciudadanos han sido las formaciones que más desgaste han acusado, mientras que se han reforzado los extremos y PP y Podemos han mejorado su 'marca'. Lo demuestran los resultados de estas dos preguntas (esta vez la comparativa está hecha entre octubre de 2016 y octubre de 2015). En la primera se pide a la gente que diga a qué partido votaría si mañana hubiera elecciones. Hace un año el 15% decía que votaría al PP pero ahora son un 19,6%. Podemos también ha subido: del 8,8% al 10,8% actual. El terreno que han ganado los partidos situados más a derecha e izquierda lo han perdido los que aspiran a 'gobernar' el 'centro'. En octubre del año pasado un 16,6% aseguraba que votaría a los socialistas y ahora el porcentaje ha caído cuatro puntos (12,3%). Ciudadanos también ha perdido apoyo al descender del 11% al 8,8%. La segunda pregunta hace referencia a qué partido le resulta al encuestado «más simpático», independientemente de que les vote o no. Y aquí también se aprecia un arreón del PP y Podemos en detrimento del PSOE y Ciudadanos.

Otra cosa son sus líderes... peor valorados cuanto más en los extremos. En este caso la comparativa no se ha hecho con la encuesta de diciembre de 2015, ya que entonces no se valoraba a Albert Rivera y a Pablo Iglesias, sino con la de enero de 2016, un mes después de los comicios, cuando ya tenían representación parlamentaria. La conclusión general es que la consideración de los líderes políticos de los cuatro principales partidos ha caído y lo ha hecho en proporciones similares. Pero hay ligeras variaciones en el suspenso. Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y líder del PP, es el que peor nota saca: 2,97. Pablo Iglesias (Podemos) obtiene un 3,22, mientras que Pedro Sánchez (PSOE) está algo mejor con un 3,35 y Albert Rivera (Ciudadanos) es el mejor situado de los cuatro: 3,69.

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Una contradicción, referida al sentimiento independentista. Un 5,5% dice sentirse «únicamente catalán, gallego, vasco...» y no se reconoce como español, porcentaje que era del 7,1% hace un año. Sin embargo, cuando se pregunta a la gente por el modelo preferido de organización territorial, un 10,1% se muestra a favor de que el estado reconozca a las comunidades la posibilidad de independizarse, un grupo de gente algo mayor que la que se manifestaba así hace un año (9,4%).

Y un dato preocupante: la situación económica de los hogares españoles. Hay un 17,6% de personas que no tiene ningún ingreso al mes y un 31,7% los que ganan menos de 600 euros al mes. Algo tendrán que hacer los dirigentes al respecto. Es lo que le pide la ciudadanía, ya que el 78,3% afirma que «la política tiene una gran influencia en la vida de las personas».

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