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Olatz Barriuso
Viernes, 21 de octubre 2016, 11:24
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Si algo ha demostrado durante los últimos cuatro años Bakartxo Tejeria Otermin (San Sebastián, 1971), reelegida hoy como presidenta del Parlamento vasco, es que es una mujer de fuerte carácter, que se ha mostrasdo firme durante las polémicas desatadas en la Cámara en una legislatura más plácida que las anteriores. Ha hecho gala de una contundencia que forjó durante su época como alcaldesa de Villabona (2003-2007), en la que incluso llegó a sufrir el secuestro de toda la Corporación por parte de los opositores a una incineradora.
Concejal desde los 27 años en el municipio de poco más de 5.000 habitantes donde se crió desde muy pequeña, posiblemente sus años en la política municipal, los más duros de una Euskadi aún sumida entonces en la pesadilla de la violencia, contribuyeron a forjar su carácter. De allí salió una persona muy responsable en su trabajo y de fuerte temperamento, pero afable y cariñosa en el trato, como han podido comprobar desde 2012 los otros 74 parlamentarios vascos. Han asistido a sus reproches a veces destemplados, sobre todo cuando EH Bildu mostraba pancartas y camisetas de protesta en los plenos, y también la han contemplado pasando malos tragos, como cuando en 2013, ante el desacuerdo de todos los partidos para celebrar el Día de la Memoria, tuvo que leer una declaración «de la Presidencia» que despertó los recelos de muchos.
Tejeria, abogada de profesión, llegó al cargo hace cuatro años porque su perfil se ajustaba como un guante al retrato robot de presidenta que necesitaba la formación jeltzale, cuidadosa hasta el extremo con los equilibrios internos y territoriales. Con un candidato a lehendakari vizcaíno, había pocas dudas de que el PNV requería para el puesto a una mujer guipuzcoana. El pacto tácito de no agresión entre el sector oficialista, aglutinado en torno al núcleo de los «jobuvis», y los afines a Egibar obligaba al «núcleo duro» de Urkullu a hacer alguna concesión al líder del GBB. Y, además de garantizarle su continuidad como portavoz del grupo, le dieron carta blanca para proponer a alguien de su entera confianza para liderar el Legislativo.
La amplia experiencia parlamentaria de Tejeria, integrada desde siempre en el círculo más próximo al burukide de Andoain se incorporó a la ejecutiva guipuzcoana, donde es responsable de la zona de San Sebastián, en 2008, hizo el resto. «Es muy buena persona y tiene un sentido de la justicia social muy por encima de la media. Tiene unas convicciones políticas muy profundas, pero va a saber dejarlas a un lado para ejercer su labor», la alababa su íntima amiga Eider Mendoza antes de que se convirtiera en la tercera mujer de forma consecutiva tras Izaskun Bilbao y Arantxa Quiroga que presidía el Parlamento vasco.
Parlamentaria vasca desde 2001 ésta será su quinta legislatura, Tejeria pasó su infancia y juventud entre Villabona, donde fue a la ikastola, y Tolosa, en cuyo instituto estudió BUP y COU. Aunque en principio le tiraba más la rama de ciencias, acabó matriculándose en Derecho en la UPV. Recién licenciada, compaginó sus dos años como juez de paz en Villabona con el trabajo en el bufete de abogados Uzturre, en Tolosa, que unos años más tarde lo compartía con otros cargos de PNV y EA, fue atacado con un artefacto de fabricación casera que colocaron en la repisa de la ventana y que no llegó a estallar.
También, como tantos otros en este país, sufrió el «agobio» y la «presión» de los radicales. Sobre todo cuando se decidió a dar el paso de entrar en política activa como edil. Dos años más tarde obtuvo su acta de parlamentaria y se casó con su novio de siempre, Joanes Labayen, con el que comparte profesión y militancia. Hijo de Ramón Labayen, exconsejero de Cultura y último alcalde peneuvista de San Sebastián, es abogado del Estado y de la prestigiosa firma Cuatrecasas.
Padres de dos niñas de diez y siete años hasta el pasado 25 de agosto, cuando a la familia se sumaron dos niños mellizos, Luka y Ander, nacidos en Vitoria, en el hospital más próximo a su lugar habitual de veraneo, en la localidad riojana de Ollauri. A pesar de que ha proporcionado a la prensa alguna foto de sus vacaciones estivales durante esta legislatura, Bakartxo Tejeria es una mujer discreta que protege su intimidad con la misma determinación de la que hace gala en otras facetas de su vida. «Es muy celosa de su vida privada», dice el socialista Jesús Loza, que compartió con ella un viaje parlamentario a los campamentos de refugiados saharauis y la tiene desde entonces especial afecto. «No tenía ningún problema en dormir en el suelo o donde fuese. Practica el diálogo y sabe llegar a acuerdos», opina.
Ciertamente, quienes la han tratado parecen guardar un recuerdo excelente de Tejeria, a la que se le conocen pocas aficiones, volcada como está en su trabajo y su familia. Eso sí, le queda tiempo para leer, hacer unos largos en la piscina y, también correr, por lo menos hasta antes de su último embarazo.
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