Pili Zabala, una sorpresa inesperada

Xabier Gurrutxaga

Jueves, 21 de julio 2016, 20:17

La candidata a lehendakari que ha propuesto la dirección de Podemos Euskadi a sus bases, Pili Zabala, ha sorprendido en los ámbitos sociales y políticos. ... En los abertzales, sobre todo en los que se vincula el abertzalismo necesariamente con las formaciones nacionalistas, la sorpresa ha sido mayor, no solo porque resultaba inesperada esta irrupción en la política de esta persona, sino también porque a una abertzale como Zabala no se la veía aceptando propuestas como la de encarnar la candidatura a lehendakari de una formación no nacionalista. En el supuesto de aceptar alguna oferta, a Pili Zabala se la percibía más próxima al PNV y a EH Bildu, a pesar de su rechazo a la violencia de ETA, que daun partido no abertzale.

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Creo que la sorpresa ha sido bien recibida por el público en general, si bien a Arnaldo Otegi, pese al recibimiento educado a la candidata, se le ha notado mucho que hubiera preferido para Podemos otra candidata, con perfil y antecedentes distintos a los que presenta Zabala. Creo, asimismo, que la persona propuesta por la dirección para las próximas primarias, ha sorprendido gratamente a los militantes de podemos, incluidos los vinculados a la corriente Kaliangora, que recientemente habían propuesto como candidato al médico Juan Luis Uria. Dos candidatos que en atención al perfil profesional, social y político que se conoce de ambos, de entrada resultan más complementarios que alternativos, por lo que, más allá de las muchas veces inevitables disputas internas de partido, no sería extraño que pudiera darse algún acuerdo entre dirección y kaliangora que permitiera la proclamación de Pili Zabala por todos los afiliados. Se discute mucho sobre el efecto electoral de los candidatos en los resultados de cada formación. Sería de necios negar esta influencia sobre todo en elecciones que adquieren una nota presidencialista. Este efecto es mayor cuando por el equilibrio electoral existente se mantiene abierta la pelea sobre quién puede ser realmente el nuevo lehendakari. Pero sería de necios igualmente ignorar que existe en parte de la ciudadanía una inercia electoral que vincula al votante con una marca política determinada con independencia de la figura del candidato. Es la expresión de una ligazón ideológica, política, familiar y hasta sentimental en muchos casos. Lo refleja muy bien la expresión, «yo voto a los nuestros», sin necesidad de racionalizar la decisión con análisis de programas y promesas electorales. Esos votantes no cambian de voto porque el candidato no les atraiga mucho. El cambio se da cuando se produce la quiebra de confianza con el partido. También hay que recordar que no existe el candidato perfecto, que eso es una ilusión. Se dice y se discute que la experiencia política, casi profesional, bien de partido bien institucional, es un activo importante para el electorado. Puede ser cierto, pero solo para una parte del electorado, el que está más vinculado a las formaciones tradicionales. Pero eso no funciona con el electorado que ha vivido un proceso de ruptura con lo que ha conocido hasta ahora y está dispuesto en ese ejercicio de rebeldía a confiar en gente nueva, aunque no tenga las tablas de unos o la experiencia de otros. La idea de Podemos de dar entrada a la política para cargos de máxima representación institucional a personas de la sociedad civil sin necesidad de estar vinculadas orgánicamente es una manera interesante de abrir la política a la sociedad y que al parecer por las circunstancias que concurren es muy apreciada por estos votantes. Algo que funciona como un valor añadido que no lo tienen otros.

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