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Imagen de archivo de una manifestación en Caracas en contra de la extradición de etarras.

Muere en Venezuela uno de los etarras ocultos en el país caribeño desde los 90

Miguel Ángel Aldana, que falleció de muerte natural con 67 años, había sido procesado en España por 18 asesinatos cometidos en los años 80 pero Caracas nunca concedió su extradición

óscar B. de otálora

Martes, 5 de abril 2016, 18:38

El miembro de ETA Miguel Ángel Aldana, de 67 años, falleció el domingo en Venezuela por causas naturales. Aldana estaba acusado en España de haber participado en un treintena de asesinatos y su entrega había sido solicitada sin éxito a las autoridades del país caribeño por jueces de la Audiencia Nacional. El miembro de la banda fue deportado a Venezuela en 1985 y había sido uno de los muchos etarras que se había dedicado a preparar la infraestructura de lo que más tarde sería considerado un refugio de la banda. En la actualidad, por ejemplo, se encuentra en el país Iñaki de Juana Chaos, el etarra que tras cumplir una pena de 19 años por una condena de 3.000 salió en libertad y, al volver a ser reclamado por la Justicia, desapareció.

La muerte de Aldana vuelve a poner sobre el mesa la situación de la colonia etarra en Venezuela, un reducto de los años 80 que, con la llegada del chavismo al poder, se asentó y consiguió poner en marcha un refugio estable de activistas que perdura hasta hoy. Aldana Barrera forma parte del 'comando Vizcaya' a partir de 1978 y está acusado de participar en numerosos asesinatos dentro de una célula de la banda en la que también militaba, por ejemplo, Carmen Gisasola, hoy una de las más significativas representantes de la denominada 'Vía Nanclares', un grupo de reclusos disidente con las líneas oficiales de la izquierda abertzale. En 1985, Aldana fue deportado a la República Dominicana, dentro de los distintos acuerdos pactados por los gobiernos español, francés y dominicano de cara a las conversaciones de Argel. Tras fracasar esas negociaciones, Aldana fue trasladado a distintos países y acabó en Venezuela. En esos años de periplo latinoamericano llegó a estar encerrado en la nunciatura apostólica de Panamá durante la invasión norteamericana del país, junto con el dictador Manuel Antonio Noriega, quien también se había refugiado en la misión diplomática vaticana.

Su rastro se esfumó hasta los años 90, cuando se descubrió su paradero en Venezuela junto con otros miembros de la banda. La Audiencia Nacional solicitó entonces su extradición, pero esta reclamación no tuvo éxito. La presión española para que las autoridades de Caracas pusieran fin al santuario etarra hicieron que en 1999 Aldana protagonizara un confuso intento de fuga, en el que fue arrestado en el aeropuerto de la capital venezolana cuando se disponía a viajar a Holanda con pasaporte falso.

La situación de los etarras cambió en 1999, cuando Hugo Chávez llegó al poder. Algunos de los activistas llegaron a tener representación en organismos ministeriales y la situación de la colonia etarra cambió de forma sustancial. En 2006, Aldana y otros etarras recibieron la nacionalidad venezolana, lo que les blindaba de cara a una extradición a España. Según el diario Gara, hace unos años se le detectó una enfermedad grave, cuya situación empeoró en las últimas semanas. Falleció el domingo.

Su hija, Garazi Aldana, fue detenida en 2003 por su presunta relación con la cúpula de la banda y se le condenó a cinco años de prisión. Uno de sus hermanos, Alberto Aldana, también estuvo procesado por su relación con la banda.

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