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Pedro Sánchez y Andoni Ortuzar se reunieron el sábado en el Congreso de los Diputados.

Las líneas rojas del PNV

Los jeltzales se esfuerzan en ofrecer una imagen de partido dialogante, alejada del 'navajeo' madrileño, en las conversaciones para investir al próximo presidente del Gobierno. Pero también han impuesto sus condiciones, incluso vetos, y no ofrecerán su apoyo de forma gratuita

Manuel Arroyo

Miércoles, 10 de febrero 2016, 02:12

Vetos inapelables, condiciones previas de obligado cumplimiento, exigencias sin vuelta atrás ... Resultado: peligro de bloqueo total. Cuando ya han transcurrido más de 50 días desde las elecciones generales del 20 de diciembre, los grandes partidos se han enmarañado en un cúmulo de órdagos cruzados y posiciones irreconciliables que dificultan seriamente la articulación de un pacto para formar un Gobierno estable. Son las denominadas líneas rojas. Las han dibujado, con mayor o menor grosor e intensidad, todas las fuerzas políticas. Tanto el PP como el PSOE. Podemos como Ciudadanos. Incluso grupos minoritarios en el Congreso. Menos el PNV. O, mejor dicho, eso es lo que sostiene el PNV, siempre dispuesto a subrayar el hecho diferencial.

El argumentario que repiten en las últimas semanas dirigentes jeltzales y altos cargos del Gobierno vasco, con el lehendakari Urkullu a la cabeza, hace hincapié en su disposición a dialogar con todas las formaciones sin líneas rojas. Esa proclamación suele ir acompañada de ácidas y razonadas críticas a la actitud de los principales grupos en el Congreso -reacios a ceder en sus posiciones iniciales, lo que aleja la firma de acuerdos- y, en algunos casos, también de un subrayado contraste entre la amenaza de desgobierno en España y la estabilidad de las instituciones en Euskadi. El PNV controla la mayoría de ellas. Las diputaciones forales y los ayuntamientos de Bilbao y San Sebastián, en alianza con el PSE; el de Vitoria, con EH Bildu y el apoyo exterior de Podemos y los socialistas. El partido que preside Andoni Ortuzar no ha tenido empacho en las últimas décadas en pactar con todo el arco parlamentario en función de sus intereses: desde el PP de José María Aznar hasta la Batasuna de Arnaldo Otegi.

¿El PNV no tiene líneas rojas en el proceso de conversaciones abierto para la investidura del próximo presidente del Gobierno? Las tiene si por tales se entiende -y lo son- las condiciones para ceder el voto de sus seis diputados en Madrid. El Euzkadi buru batzar las dejó muy claras apenas unas horas después del 20-D. Sin embargo, los principales responsables jeltzales defienden en público lo contrario. No porque estén dispuestos a regalar su apoyo en el Congreso, que puede valer su precio en oro si se cierra un acuerdo entre el PSOE y Podemos, al que harían lo indecible por sacarle el máximo rendimiento. Su actitud responde más bien al deseo de ofrecer una imagen moderada, dialogante, de apertura y mano tendida. Una actitud netamente diferenciada a la de los 'noes' que se cruzan con crispación populares y socialistas; y a las exigencias que dominan el discurso de Podemos y Ciudadanos para sellar cualquier tipo de pacto. O sea, responsabilidad frente al 'navajeo' de la política madrileña. La proximidad de las elecciones vascas -previstas para el otoño- seguramente guarda alguna relación con esa postura. Igual que el deseo del PNV de marcar distancias con el soberanismo catalán y su desafío al Estado.

El PP en ningún caso consentirá un Gobierno presidido por Pedro Sánchez. El PSOE descarta la gran coalición que reclaman los populares y apuesta por sumar fuerzas para mandarles a la oposición. Pablo Iglesias quiere reunir a todas las izquierdas en un Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez, del que él mismo sería vicepresidente y que nacería de un acuerdo del que quedaría excluido Ciudadanos. Albert Rivera se declara incompatible con cualquier alianza que incluya a Podemos y a los nacionalistas... Líneas rojas y más líneas rojas. ¿Cuáles son las del PNV?

Los jeltzales no exigen el reconocimiento del derecho a decidir y el nuevo estatus como condiciones sine qua non para votar 'sí' a la investidura de Pedro Sánchez. Esas demandas -o, mejor dicho, el compromiso de avanzar hacia su consecución, total o parcial, mediante una hoja de ruta claramente definida- serían el requisito para ofrecer un apoyo estable al nuevo Gobierno. Para apoyar a un candidato a La Moncloa bastaría con que incorporara entre sus prioridades lo que denomina "la agenda vasca", que incluiría guiños en esa dirección.

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