La Policía vigila el islam de Rentería
El arresto de un marroquí por adoctrinar a jóvenes en la yihad dispara la inquietud por una eventual radicalización
David S. Olabarri
Domingo, 31 de enero 2016, 02:54
Omar se encoge de hombros cuando se le pregunta por los recelos que despierta entre las fuerzas de seguridad la cafetería La Paz que regenta ... en la céntrica avenida Navarra de Rentería.
- ¿Se sienten en el punto de mira de la Policía?
- Los policías vienen mucho por aquí. Igual se creen que no nos damos cuenta. Pero llaman la atención. La comunidad musulmana ha tomado este local como referencia, como punto de encuentro. Y de vez en cuando aparece algún señor que pide un café y se sienta en una mesa. Solo. Leyendo un periódico. Otras veces les vemos pasear por la acera, arriba y abajo. Y hace poco hubo una operación de extranjería. No tenemos nada que ocultar. Pero está claro que no es agradable. Esto sólo es un negocio.
El establecimiento hostelero lleva cerrado una semana. Todos sus cristales están tapados por periódicos. En su interior, Omar y un grupo de amigos comen algo de carne y unas patatas fritas. Están descansando. Llevan toda la mañana trabajando en la reforma del establecimiento, un amplio espacio que durante años funcionó como una pizzería. Asumieron su gestión hace año y medio, después de una larga temporada clausurado. Pronto se convirtió en un punto de encuentro de inmigrantes. Sobre todo musulmanes del barrio de Iztieta -ubicado cerca de la cafetería-, del resto de Rentería y de un buen número de localidades guipuzcoanas. Se suelen juntar para ver los partidos de fútbol de la Liga de Campeones.
Sus responsables quieren darle otro aire. «Estamos haciendo algunos cambios porque queremos que la gente de aquí se anime a entrar en el local. A veces se asustan un poco cuando ven a muchos musulmanes dentro y no quieren entrar. Lo que no puede ser es que haya personas que se pasen toda la tarde sentadas en una mesa con un solo café», reconoce Omar, un joven marroquí.
Junto a sus compañeros está tratando de quitarse de encima el estigma que pesa sobre el establecimiento desde el pasado diciembre. Todas las miradas se posaron sobre ellos a raíz de la detención de Mounir Mourabeti en la prisión guipuzcoana de Martutene, donde compartía celda con Mikel Pulido: un preso de origen vasco que también se encontraba en tercer grado penitenciario -que permite salir de la cárcel durante varias horas al día- y que, en su caso, fue arrestado acusado de hacer enaltecimiento del terrorismo yihadista en internet.
Mounir Mourabeti jugaba otro papel. Los investigadores empezaron a seguir sus pasos después de tener conocimiento de que un grupo de jóvenes de origen magrebí estaban siendo adoctrinados en los postulados del Estado Islámico -también conocido como ISIS o Daesh- en locales de Rentería. Y, más en concreto, en el barrio de Iztieta. Las fuerzas de seguridad señalaron a Mourabeti como el líder de las reuniones y como el principal responsable del intercambio de contenidos de «propaganda, adoctrinamiento y enaltecimiento» del yihadismo.
Según la Policía, algunos de estos encuentros se celebraban en el café La Paz. Su detención, que algunas fuentes especializadas consideran «inoportuna» a nivel operativo, se precipitó después de conocerse que había publicado un vídeo en las redes sociales quemando su pasaporte marroquí, un ritual practicado por los combatientes que quieren unirse al Estado Islámico.
Dos mezquitas
En una conversación con EL CORREO, Omar asiente con la cabeza cuando se le pregunta si conocía a Mourabeti. «Es una persona inteligente. Solíamos conversar de informática y de estudios. Recuerdo que una vez me habló de Pitágoras», explica el joven. Omar, sin embargo, insiste en que no sabía a lo que se dedicaba. Tampoco que estuviese cumpliendo pena desde 2010 tras varias condenas por robos con violencia, hurtos y tráfico de estupefacientes. De hecho, pone en duda que realizase labores de captación en ese local. «Solía coger comida para llevar. No se quedaba más de 30 ó 40 minutos», detalla.
- ¿Y ha percibido signos de radicalización entre otros clientes?
- No es imposible que alguien se radicalice. Pero la inmensa mayoría de los musulmanes no estamos de acuerdo con las cosas que hace el Estado Islámico. Eso no es religión.
Las fuerzas de seguridad llevan tiempo siguiendo con especial celo a las personas susceptibles de ser radicalizadas en Rentería. Se trata de una localidad que, con sus apenas 39.000 habitantes, tiene dos mezquitas y una población de credo musulmán superior en términos porcentuales a la del resto de Euskadi.
Las pesquisas policiales se han centrado sobre todo en Iztieta, un pequeño barrio obrero de 3.400 vecinos flanqueado por el río Oiartzun donde se han detectado «signos de radicalismo» entre algunos individuos. Según un estudio sobre la multiculturalidad en la zona, el porcentaje de inmigrantes censados ronda aquí el 10%, prácticamente cuatro puntos por encima de la media del País Vasco y dos sobre los registros que presenta el conjunto de Rentería. Según la asociación de vecinos Gurekin, arrastra unas tasas de desempleo superiores al 12,8% de la media vasca. En apenas una docena de calles se concentran una de las dos mezquitas de la localidad -la otra está a unos 700 metros de distancia-, tres carnicerías halal que venden carne permitida por el islam, varios locutorios, negocios de kebab, peluquerías y tiendas de alimentos regentadas por musulmanes. Algunas sin apenas actividad.
Las peculiares características de Iztieta y su buena red de comunicaciones ayudan a «atraer» a muchos inmigrantes «de diversas localidades guipuzcoanas» que vienen a pasar la tarde, sobre todo la de los viernes, explica un ertzaina. Mourabeti, de hecho, no vivía en Rentería. Los responsables de las dos mezquitas de la localidad tampoco le conocían. «Salvando las distancias, podría ser nuestro pequeño Molenbeek», afirma un agente de la Policía autonómica, en referencia al barrio de Bruselas que registra una alta tasa de inmigración y problemas de integración. Considerado una cuna de yihadistas por los servicios de inteligencia, en esa zona de la capital belga vivieron algunos de los terroristas que han atentado en diversos países de Europa en los últimos meses.
Supuesta agresión sexual
Txelis Martín es el presidente de Gurekin, la asociación de vecinos de Iztieta-Ondartxo. Este trabajador, que se dedica al mantenimiento de máquinas de hostelería, lleva 26 años «denunciando el abandono» al que se ha sometido al barrio, lo que lo ha convertido en una zona «conflictiva a pesar de tener mucha vida».
Religiosos que afean los malos hábitos de jóvenes musulmanes
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Un especialista de las fuerzas de seguridad asegura que en el último año y medio han localizado en Rntería a algunos tablighs afeando en la calle los malos hábitos de jóvenes musulmanes que estaban «fumando porros o bebiendo cervezas». Se trata de predicadores religiosos que visten con ropas tradicionales de los países árabes y que se dedican a combatir lo que consideran la pérdida de valores fundamentales entre los musulmanes. Pero no son considerados extremistas. Por su parte, Bouazza Abed, representante del centro cultural islámico de Rentería, subraya que en su mezquita no tienen «control de acceso» para las personas, pero que sí «controlan los discursos que se dan dentro». Además, destaca las diversas iniciativas emprendidas para mejorar la «convivencia» con los vecinos.
«Tenemos muchos problemas de limpieza, iluminación, aparcamiento... Mucha gente joven se ha marchado y los pisos se han devaluado. Es verdad que este Ayuntamiento (gobernado por EH Bildu) ha hecho más cosas. Pero tenemos muchas carencias. Y problemas de convivencia. Igual no es políticamente correcto decirlo, y nos han llamado de todo por decirlo, pero la realidad es que muchos magrebíes que vienen aquí no quieren integrarse», advierte Martín, que se confiesa simpatizante de la izquierda abertzale «y no del PP como creen algunos».
Martín asegura que todo esto se explica en parte por la tensión social que se vivió hace unos años. Primero en 2009, cuando la supuesta agresión sexual sufrida por una chica por parte de dos jóvenes magrebíes levantó al barrio y provocó lo que algunos consideran como uno de los primeros brotes xenófobos en Euskadi. Los vecinos salieron a la calle para reclamar seguridad y se organizaron protestas frente a comercios regentados por personas originarias del Magreb.
Dos años después, la tensión se disparó otra vez cuando el regente del Mesón Extremeño falleció de un infarto durante una fuerte discusión con un inmigrante. «No estamos como entonces. Pero sigue habiendo muchos robos que no se denuncian y ves mucha gente en las calles que no hace nada y vive bien. No es xenofobia, es un problema de convivencia», señala Martín.
SOS Racismo Gipuzkoa y otros vecinos consultados por este periódico tienen una visión muy distinta. «Están en la calle porque están en el paro, como lo estaríamos cualquiera. Aquí lo que hay es bastante racismo», afirma un policía local. Farid trabaja de sol a sol en una de las carnicerías halal con la esperanza de reunirse en un futuro cercano con su familia, que sigue en Marruecos. Farid reconoce que en el barrio hay «problemas», personas que no trabajan y que «se dedican a cobrar ayudas y a molestar» al resto. «Pero hay de todo. Españoles y marroquíes».
Gerardo, un representante de SOS Racismo, recalca que el día a día es «normal» y subraya los esfuerzos que ha hecho el Ayuntamiento que dirige Julen Mendoza para mejorar la convivencia. «Han creado una oficina. Se ha abierto un proceso participativo para ver qué mejoras se pueden realizar y se organizan fiestas -como los arroces del mundo- para fomentar la multiculturalidad», explica. Los sucesos de 2009, matiza, fueron hechos «puntuales» y «engordados». «La realidad es mucho más compleja», insiste. Al margen de las investigaciones policiales, el miembro de la ONG alerta del peligro que puede provocar el «control generalizado» sobre un colectivo por su «procedencia»: se les «señala como potencialmente sospechosos, lo que acrecienta los rumores entre la población y hace que esas personas se sientan injustamente señaladas».
- Omar, ¿has sufrido episodios de racismo?
- Yo no he tenido problemas graves. Bueno, un día iba por la calle y una señora se agarró el bolso cuando me vio y me dijo no me robes. ¿Eso es racismo?
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